En momentos álgidos de la discusión sobre violencia(s) y desigualdad de género, un relevamiento del año 2017 resulta esclarecedor sobre la dispar visibilidad que periodistas mujeres y varones logran en las agendas mediáticas más importantes del país. El trabajo de investigación, llevado a cabo por el Observatorio de Medios de la Universidad Maza, relevó los contenidos de siete diarios digitales editados en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y las ciudades de Córdoba, Rosario y Mendoza. El reporte arroja resultados similares a los que publicara Carolina Rubini en Letra P sobre un informe del Proyecto de Monitoreo Global de Medios de 2015 (GMMP, por sus siglas en inglés), que sostiene que en la Argentina sólo el 27% de las noticias son construidas por mujeres, dato que ubica a nuestro país como el más dispar de Latinoamérica en materia de equidad de género en las redacciones.
El estudio de los diarios digitales resulta de interés por su creciente incidencia en los hábitos de consumo informativo. Según la Encuesta Nacional de Consumos Culturales 2017, realizada por el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SINCA), todos los días un 13% de la población lee diarios en internet. Un 11% se informa cotidianamente a través de esos mismos medios, aunque de manera “incidental”, en términos de los investigadores Eugenia Mitchelstein y Pablo Boczkowski, puesto que noticias y otros contenidos se entrelazan en las trayectorias digitales de las personas por las redes sociales. Si se consideran las lecturas diarias más las esporádicas la mitad de la población consume noticias por internet, aunque la mayor incidencia se da en las generaciones jóvenes, sobre todo, entre los 18 y los 49 años.
La investigación referenciada analiza las agendas informativas digitales y releva, entre muchas otras variables, el género de las firmas de las principales notas de las homes. Los resultados resultan elocuentes.
El promedio general de firmas femeninas en los diarios on line más importantes del país alcanza sólo el 19%. Es decir, apenas dos de cada diez notas de alta visibilidad llevan la insignia de periodistas mujeres. Si bien existen algunas diferencias entre los medios analizados, ni la variable geográfica ni la línea editorial parecen incidir en la desigualdad manifiesta.
Mientras Clarín y sus satélites -La Voz y Los Andes- hacen equilibrio en el promedio, el progresismo editorial de Página/12 no lo aleja del estigma: sus principales plumas son hombres y el techo de cristal del diario emblema de la centroizquierda nacional parece de hormigón armado para las mujeres periodistas. La antigüedad de las redacciones tampoco marca diferencias: los 150 años de La Capital de Rosario no implican mayor inclinación al patriarcado que el joven nativo digital MDZ diario. En ambos, sólo una de cada diez noticias de alta visibilidad es escrita por una mujer.
Ahora bien, si la disparidad estructural de firmas entre las piezas más destacadas resulta alarmante, el análisis pormenorizado acerca de los géneros periodísticos habilitados y proscriptos para mujeres es aún más preocupante.
Los datos relevados expresan que el desarrollo de los géneros interpretativos (editoriales, notas de opinión y columnas de especialistas externos a los diarios) es cuestión de hombres. Es decir, aquellas piezas periodísticas que permiten un mayor fluir del pensamiento, la argumentación y el análisis parecen ser trinchera de “machos”, situación que no es inocua si se la asocia a cierta distribución estereotipada de roles que les reserva sólo a ellos el don del pensamiento.
En los géneros informativos la situación es más pareja, aunque nunca se revierte la tendencia. Sólo tres de cada diez noticias, informes o entrevistas son firmadas por mujeres. La única sección con real paridad no hace más que confirmar el absurdo: es la que se denomina “galería” y consiste, por lo general, en el agrupamiento de un conjunto de fotografías sobre algún fenómeno climático, acontecimiento de interés general o escándalo de alcoba farandulezco. Allí sí las periodistas tienen habilitada la pluma en igualdad de condiciones, aunque en esos espacios la potencialidad discursiva se limita a un párrafo o bajada de unas 80 palabras que sólo sirve de anclaje de la imagen, recurso central de la prensa digital.
Según Marc Angenot, el discurso social une "ideas" y "formas de hablar" de manera que a menudo basta con entregarse a una fraseología para dejarse absorber por la ideología que le es inmanente. Según la ideología del patriarcado, en este caso, algunos asuntos pueden ser hablados sólo de ciertos modos y formas relativas al género. En su discurrir social e inconsciente los discursos establecen las posibilidades de lo decible y habilitan una restringida gama de enunciantes posibles para cada tema. Y en ese terreno, el de los tópicos cotidianos y los grandes temas, las diferencias vuelven a emerger.

¿Cuáles son los asuntos sobre los que sí pueden hablar las mujeres? En los diarios digitales más importantes del país las periodistas sólo logran imponerse en los temas “blandos”. La impronta femenina apenas logra colonizar, no sin disputa, las secciones de Sociedad o Interés General, las que se rellenan diariamente con piezas dedicadas a la salud, la juventud o adolescencia, el cuidado de los ancianos y otras tantas problemáticas sociales siempre mixturadas con la sensualidad, la vida de pareja, la educación de los hijos, el buen vivir y… la cocina.
Espectáculos, temas económicos y hasta las propias problemáticas de género -entre las que se destacan los femicidios y casos de violencia- evidencian en los números globales también hegemonía masculina. Los policiales y la política les resultan a ellas asuntos aún menos habilitados. Y en los deportes, definitivamente, nada hay que hacer. La visibilidad de firmas femeninas es prácticamente inexistente. Si se tiene en cuenta que política (en AMBA) y policiales y deportes (en los diarios del “interior”) son los temas más incluidos en las agendas, la visibilidad de las periodistas es, además, inversamente proporcional a las temáticas más consumidas por los lectores y las lectoras.
Según la antropóloga feminista Rita Segato los medios de comunicación refuerzan estereotipos en el desarrollo de sus agendas. Así, “tanto el Estado, el capital y la fuerza de los medios, tienen un acuerdo tácito que determina que algunas vidas valen más que otras. La vida de las mujeres vale menos que la de los hombres, como así también la de los indios menos que la de los blancos o la de los sirios menos que la de un soldado estadounidense”. La desigualdad de género es, entonces, estructural. Y en esas usinas potencialmente generadoras de estereotipos, que son los medios de comunicación, no son sólo las vidas y trayectorias de las mujeres las que aparecen despojadas de valor. Son sus propias voces las que apenas logran susurros en medio de un coro de hombres.
(*) El autor es miembro del Programa de Industrias Culturales y Espacio Público (UNQ).