Tras una extensa exposición que abordó la realidad de Costa Rica y la región, la embajadora de ese país en Argentina, Gioconda Ubeda Rivera, dialogó con Letra P. La charla se dio en el marco de la asunción de Carlos Alvarado como nuevo presidente, el 8 de mayo. La irrupción en la campaña del debate por el matrimonio igualitario posicionó a quienes, justamente, tomaron posición sobre el tema, a favor y en contra, desplazando a los otros candidatos y modificando de plano la agenda. El ex pastor evangelista Fabricio Alvarado pasó de ser un candidato casi marginal a ganar la primera vuelta basando prácticamente su campaña en la oposición a la legalización de este tipo de unión, mientras que Carlos Alvarado, representante del oficialismo, que un mes antes de los comicios medía apenas cuatro puntos, terminó ganando la segunda vuelta con más del 60%, sostenido en una ola de votos provenientes de la clase media, defensores de los valores liberales en general y del matrimonio igualitario en particular.
Con una historia de estabilidad democrática inédita en la región -hay elecciones consecutivas desde 1949-, sin fuerzas armadas y con un Estado de bienestar con un desarrollo también inusual para los parámetros latinoamericanos, Costa Rica no pudo, sin embargo, escapar a las crisis financieras que afectaron al mundo desde los años ochenta hasta la actualidad, ni a las consecuencias de esas crisis en países con crecientes déficits en sus cuentas fiscales. Precisamente para Rivera, en una previsible coincidencia con la realidad argentina, el tema del déficit fiscal es el principal desafío que afrontará Alvarado en su gestión, atendiendo, además, a que los intentos de anteriores gobiernos de modificar el sistema impositivo chocaron con fuertes resistencias.
BIO. Es embajadora de Costa Rica en Argentina desde junio de 2016. Se recibió de abogada en la Universidad de Costa Rica. Fue vicecanciller durante la gestión de Laura Chinchilla como presidente y embajadora en México. Militante del tradicional Partido de Liberación Nacional, fue vocera de prensa del candidato (y luego presidente) Oscar Arias. También ejerció como directora jurídica de la Cancillería costarricense y fue secretaria general del Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe (OPANAL). Es profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica en Derecho Internacional Público y Derecho Internacional Humanitario y consultora de PNUD y ACNUR. Ejerció el periodismo como conductora y productora del programa de televisión Bitácora, trasmitido en los canales UCR y 13. Está casada y tiene una hija.
-Acaba de asumir Alvarado como nuevo presidente. ¿Qué expectativas tiene frente a esta nueva etapa?
Estamos muy contentos de tener ya el traspaso, pero la democracia costarricense es un quehacer de todos los días que no termina en los procesos electorales. Estamos muy contentos también de que las elecciones, como es tradición, han sido en paz. Muy movidas, con mucha turbulencia, pero en paz, con un reacomodamiento de fuerzas y con un balotaje entre dos partidos que estaban en minoría apenas un mes antes.
-¿Quién es Carlos Alvarado?
-Es un hombre joven, de solo 38 años, que tiene una lectura muy clara de lo que fue el proceso electoral en Costa Rica, tanto que ha constituido un gobierno de representación de distintas corrientes políticas. Sabe que el porcentaje que obtuvo en la segunda vuelta, de más del 60%, le está pidiendo que interprete los cambios que el país esta viviendo y los grandes desafíos que representa la democracia para trabajar los intereses de la ciudadanía y tiene un discurso enmarcado en que construyamos todos juntos la Costa Rica bicentenaria.
-Que será en tres años.
-Vamos a cumplir en 2021 doscientos años de independencia y esta es una gran oportunidad. Es una fecha simbólica, pero que puede marcar un punto de partida para una revisión de lo que es Costa Rica y los desafíos que tiene que enfrentar. Estamos muy esperanzados de que él, con toda esa diversidad política que aglutina en su gabinete, a pesar de que no tiene mayoría en el Parlamento, pueda llegar a acuerdos para, por ejemplo, avanzar con una reforma fiscal, que es lo que se viene. Costa Rica tiene ahí un desafío pendiente.
-Habló de los problemas que afronta la democracia en la región e hizo hincapié en la distancia creciente entre el pueblo y las elites dirigentes. ¿Cómo se acorta esa distancia?
-Hay muchos estudios que analizan el malestar de la ciudadanía, desde hace varios años que se habla sobre eso y es algo que se replica en la mayoría de nuestros países. Hay que leer los signos de los nuevos tiempos, yo no tengo la receta, si la tuviera no trabajaría de embajadora, me dedicaría a asesorar a los gobiernos. Sí puedo decir que el aprendizaje que tenemos en Costa Rica, que el actual presidente lo está aplicando, tal vez por el cambio generacional que representa, es que hay que escuchar al pueblo. Ver cuánto de lo que está diciendo es posible resolverlo en democracia y poner en su justa dimensión las demandas de la ciudadanía, que hoy no son las mismas que hace dos décadas.
-¿Se complejizaron esas demandas?
-Hay que tratar de ver cómo esto se vuelve cada vez más complejo y cómo la calificación de los gobernantes es cada vez más baja. Todo eso hay que leerlo con los grises que tiene y no con los blancos y negros. A veces tendemos a leerlos de manera muy radical, viendo el negro y el blanco, pero sin alcanzar a ver la diversidad de grises que hay, donde podemos encontrar una gran riqueza. Allí podemos encontrar las respuestas.
-¿Hay una disociación en América Latina y en Costa Rica respecto a los avances en materias de derechos y el empeoramiento de las condiciones sociales?
-En Costa Rica, el 60% votó por un candidato que está a favor de avanzar tanto en los derechos como en la calidad de vida de los ciudadanos. Un candidato que defiende el matrimonio igualitario, que está de acuerdo con el aborto terapéutico, que está de acuerdo con la diversidad y que defiende la pluralidad, los derechos de las minorías. Ese 60% representa a la mayoría de los costarricenses y no creo que, para defender, por ejemplo, el matrimonio igualitario, haya que hacerlo en detrimento de otras cosas. Creo que el deterioro del bienestar de la ciudadanía en cuestiones de vivienda, salud, educación, etcétera, responde a otros factores que habría que analizar con más detalle.
-Es como si los derechos sociales fueran por un camino y el desarrollo, por otro.
-Hay que romper esas dicotomías, el 60% que respaldo al presidente representa a costarricenses que creen que no debe mezclarse política con religión, que está a favor del matrimonio igualitario, que está a favor de defender los derechos de las minorías y eso no quita que no tenga que avanzar en otros reclamos que la ciudadanía está esperando. También hay que saber donde está el punto, porque Costa Rica no puede seguir aumentando el déficit fiscal, hay que revisar la estructura del gasto en el país, hay que abordar eso para poder solucionar otros temas que están pendientes.