El primer vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, se convertirá, si la Asamblea Nacional cubana cumple con todos los pronósticos y lo nombra este miércoles sucesor de Raúl Castro, en el primer gobernante de la isla nacido después de la Revolución de 1959.
Según analistas, los primeros retos del nuevo presidente serán la postergada unificación monetaria (fundir en una sola la moneda convertible, equiparable al dólar, y la nacional, de uso únicamente doméstico) y relanzar la concesión de licencias a pequeñas y medianas empresas, dándoles más garantías y solidez jurídica con una ley de pymes.
Raúl Castro inició el sendero reformista, habilitando el trabajo por cuenta propia, la contratación de personal a pequeña escala, destrabando los viajes al exterior y facilitando las conexiones a Internet y la compra de computadoras y electrodomésticos, pero ese ímpetu inicial parece haber naufragado en medio de la tradicional burocracia del régimen.
Hay, con todo, menos confianza de que intente el camino de una apertura política en un régimen de partido único.
Quien parece destinado a continuar esa obra, Díaz-Canel, es un ingeniero electrónico oriundo de Placetas, provincia de Villa Clara, realizó una paciente y discreta escalada burocrática con Raúl como su mentor.
A punto de cumplir los 58 años, pasó por todos los niveles de dirección del Partido Comunista de Cuba (PCC) y del Gobierno.
Aunque no se formó en un ambiente militar como la inmensa mayoría de la cúpula del poder, sí se ha vestido de verde olivo alguna vez. Fue al término de sus estudios en la Universidad Marta Abreu, en 1982, cuando pasó a desempeñarse profesionalmente en las filas de una unidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en las que estuvo tres años.
Luego regresó a las aulas universitarias como profesor, desde donde comenzó a gestar su ascenso político.
A fines de la década del 80, alternó las aulas con la militancia y se convirtió en uno de los rostros de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) de su provincia natal.
Ejerció como secretario del Partido Comunista en dos de las provincias más importantes de Cuba: en Villa Clara, de 1994 a 2003, y a partir de allí en Holguín, donde nacieron Raúl y Fidel Castro.
Raúl lo llamó en 2009 para ponerlo al mando del Ministerio de Educación y en 2012 lo hizo vicepresidente del Consejo de Ministros.
En 2013, cuando formó su último gobierno, el menor de los Castro le añadió el cargo de vicepresidente del Consejo de Estado y dio un discurso en el que lo apuntó como sucesor.
"El compañero Díaz-Canel no es un novato ni un improvisado", afirmó entonces. Además, completando el cuadro, anunció que su mandato terminaría en 2018 y que no optaría por la reelección, por lo que todos los ojos se posaron sobre Díaz-Canel.
Como vicepresidente, su presencia a nivel internacional se reforzó con la participación en tomas de posesión presidenciales, con la recepción de personalidades en La Habana y con visitas a Rusia y Venezuela, los grandes aliados políticos y económicos del régimen de La Habana.
En sus viajes al exterior, con frecuencia se lo vio acompañado de su segunda esposa, Lis Cuesta, algo a lo que no estaban acostumbrados los cubanos, porque en la isla no existe oficialmente la figura de la primera dama.
Por un límite legal establecido por Raúl Castro, Díaz-Canel podría gobernar un máximo de dos mandatos, o sea 10 años.
Para ello cuenta con el respaldo de Raúl, quien se mantendrá como primer secretario del PCC por lo menos hasta 2021, asegurando su influencia tras las sombras.