La detención por cargos de narcotráfico de Jesús Santrich, uno de los líderes de la ahora reconfigurada guerrilla de las FARC, pone en vilo una vez más el dificultoso proceso de paz en Colombia y agrega incertidumbre a la elección presidencial del 27 de mayo.
Santrich, detenido en Bogotá el lunes a la noche por pedido de Estados Unidos, es señalado como uno de los negociadores del envío de un cargamento de cocaína a ese país . El presidente Juan Manuel Santos señaló que hay “pruebas contundentes y concluyentes” de la participación de Sandrich en el narcotráfico y aseguró que podría extraditarlo si se cumple el debido proceso.
Por su parte, la conducción de la FARC – ahora denominada Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común- denunció en rueda de prensa que la detención de Santrich forma parte de un plan orquestado por el Gobierno de Donald Trump con el concurso de la Fiscalía colombiana y consideró que el proceso de paz “está en su momento más crítico”.
Los candidatos presidenciales salieron rápidamente a posicionarse y mientras que los opositores al acuerdo de paz como el uribista Iván Duque -favorito en las encuestas- ponían el foco en la supuesta permanencia de la ex guerrilla en el negocio del narcotráfico, otros como Humberto de la Calle, candidato liberal y uno de los negociadores del acuerdo, destacaban que el pacto no implicaba impunidad y que el propio Gobierno firmante del mismo sería el que lo extraditaría.
El más complicado es quien va segundo en las encuestas, el progresista Gustavo Petro, a quien por su posicionamiento ideológico y su pasado en la antigua guerrilla M19 lo acusan de estar cerca de la FARC. En una serie de tuitsm el ex alcalde de Bogotá reclamó pruebas de los supuestos delitos de Santrich, pero agregó que si las hubiera y él fuera presidente también lo extraditaría a Estados Unidos.
La detención se produjo cuando se espera la vista del vicepresidente estadounidense, Mike Pence -iba a ir Donald Trump, pero anunció que se quedará en su país para monitorear la crisis en Siria- y cuando se registra una tensión creciente en la frontera colombiano-venezolana por el éxodo masivo de venezolanos, producto de la crisis que afronta ese país, fuertemente enfrentado por Estados Unidos y al que Trump incluso amenazó con invadir para derrocar a Nicolás Maduro.
De acuerdo a la información disponible, la DEA infiltró una operación que preveía exportar 10 toneladas de cocaína a Estados Unidos por valor de 320 millones de dóalres. Santrich era uno de los negociadores y habría grabaciones que lo incriminan.
Un dato central es que la operación habría comenzado a gestarse en junio de 2017, es decir seis meses después de la firma del tratado, por lo que quedaría fuera del alcance de la Justicia Especial para la Paz (JEP), organismo creado por el Gobierno de Santos en ese marco para abordar los delitos cometidos por los guerrilleros durante el período de conflicto.
Santrich, que es no vidente, es uno de los principales líderes de la ex guerrilla. Fue parte de las conversaciones en La Habana que dieron lugar a la firma del acuerdo, esta designado para ocupar una de las diez bancas que el nuevo partido tiene asignadas en el Congreso producto de ese entendimiento y fue jefe territorial durante el conflicto. Últimamente participó de la campaña electoral de la FARC, que tuvo un desempeño muy pobre en las elecciones parlamentarias de marzo.
Con las presidenciales, el conflicto con Venezuela y la visita de Pence de fondo, la pregunta es: ¿qué lectura hará de la noticia la sociedad colombiana y, sobre todo, el alto porcentaje de indecisos? Es aventurado saberlo, pero a priori esto parece fortalecer las chances de Duque, a quien todas las encuestas dan ya en segunda vuelta mientras que Petro, que aparece como el principal contrincante, queda envuelto en el estigma que siempre castiga a los candidatos de izquierda en Colombia: el fantasma de las FARC. Y finalmente, como en el caso Lula, aparece con fuerza el interrogante ya no sobre la culpabilidad sino sobre la oportunidad en que se dan a conocer y se juzgan delitos vinculados a figuras políticas.