Afianzar el gradualismo sin perder capital político

Lo que rescato del discurso del Presidente de la Nación es afianzar el camino del gradualismo fiscal para una economía que tiene que pivotear entre la construcción de capital político y las señales de sostenibilidad al mercado.

 

Por otro lado, el Gobierno está afinando la comunicación y la coordinación de los obstáculos del plan económico frente a la herencia recibida y las tensiones que se generaron en estos dos años: para una economía que tiene que ajustar gradualmente el déficit fiscal, bajar la inflación, subir tarifas, ganar competitividad en inversiones y exportaciones y mantener un ritmo de crecimiento en la zona del 3% para hacer sostenible el endeudamiento en la transición.

 

La gestión de este Gobierno arrancó muy optimista con la baja de la inflación y la “lluvia” de las inversiones. Ahora sabemos que eso va a demorar más tiempo y que requiere, en el corto plazo, de la buena comunicación del Gobierno, para que la sociedad entienda el esfuerzo, legitime el camino y se mantenga el capital político, mientras la deuda ayuda a moderar las tensiones.

 

Es cierto que la inflación bajó al ritmo inercial -en la zona de 25% anual la general y 21% la núcleo- y sin tomar atajos, es decir, corrigiendo el atraso tarifario y cambiario heredado y manteniendo cierta flexibilidad cambiaria. Pero en febrero la inflación va a estar en torno al 2,4% y los primeros cuatro meses del año van a estar complicados en términos de poder adquisitivo, frente a un contexto de “precios nuevos” por la suba de tarifas y el traslado a precios de la suba del dólar, pero con “salarios viejos” porque se van a estar negociando las paritarias en una dura puja política. Por eso es clave que en estos meses, el gobierno y el Banco Central enfríen las expectativas de devaluación, para poder negociar paritarias con expectativas controladas mientras se suben tarifas con impacto directo en el bolsillo de los consumidores.

 

Si bien para este año desde Eco Go proyectamos un crecimiento en torno a 2%, por debajo del consenso, en un año donde pega el impacto de la sequía, las tasas más altas en Estados Unidos y salarios que estarán muy apretados contra la inflación. Pero detrás de esta menor proyección de crecimiento se esconde la buena praxis del plan económico: un déficit fiscal antes de intereses que baja a 3,2% del PIB, una inflación bajando de 24,8% a la zona de 20%, corrección tarifaria, un tipo de cambio real que mantiene buena parte de la competitividad ganada en estos meses, con un gobierno que gana colchón cambiario y de salarios para acelerar la economía del año electoral 2019.

 

Pero el reloj del gradualismo fiscal seguirá corriendo. Y para que el gradualismo llegue a buen puerto y la deuda pública a PIB con el mercado se estabilice por debajo del 40% en 2021, se requiere sostener un ritmo de crecimiento en la zona del 3% anual, bajar el déficit fiscal antes de intereses 1 punto por año, bajar gradualmente la inflación sin tirar de la cuerda del atraso cambiario y mantener el costo financiero promedio de la deuda en dólares en torno al 5% anual mientras la Reserva Federal de USA sube las tasas de interés. Para afianzar este camino del gradualismo, entonces será clave que las exportaciones arranquen frente al crecimiento de las importaciones arrastrado por el salto en la inversión, y que el empleo privado acompañe el crecimiento del producto y de la oferta de trabajo mientras se mejora la productividad y se abre gradualmente la economía…

 

Guillermo Montenegro y Ramón Lanús.
Diego Valenzuela, el intendente que se sumó a LLA.

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