El destino del Frente Renovador, el espacio político creado por Sergio Massa, no está definido. La última derrota electoral, que dejó a Massa fuera del senado nacional, erosionó las bases, y achicó los bloques parlamentarios de la legislatura bonaerense.
Consciente de este proceso, el ex parlamentario reunió, el lunes pasado, en Tigre, a su tropa de diputados.
La prioridad fue acordar, con el menor daño posible, un nuevo jefe de bloque, ya que el actual, Jorge Sarghini, deja su banca.
Aunque en las previas hubo forcejeos, finalmente Rubén Eslaiman, actual vice, quedó al frente del grupo.
En la vicepresidencia fue designada la diputada Valeria Arata, ex radical oriunda de Junín, que cubre de esta manera la paridad de género en el reparto de cargos, que pregona el massismo.
La resolución de las autoridades, en el marco de la unidad, le permite al Frente Renovador poder sostenerse en lo inmediato como un interlocutor válido con la gobernadora, María Eugenia Vidal.
El rol de aliado legislativo que supo construir Massa con la gobernadora, durante los dos primeros años de mandato de Cambiemos, había quedado desdibujado a partir de la derrota del tigrense.
La división del peronismo y el kirchnerismo, que tendrá cuatro bloques en diputados, ayudó un poco.
Massa ahora podrá exhibir un bloque de 13, integrado además de los mencionados Eslaiman y Arata, por Lisandro Bonelli, Juan Andreotti, Jorge D´Onofrio, Blanca Cantero, Fabio Britos, Javier Mignaguy, Ramiro Gutiérrez, Javier Faroni, Ricardo Lissalde y Fernanda Bevilacquia.
En un escenario donde habrá un bloque de Unidad Ciudadana, compuesto por 23 integrantes; uno regenteado por los intendentes peronistas, de ocho voluntades; el unibloque del ex camporista, José Ottavis, y el bloque de dos diputadas que jugaron en el Frente Cumplir, Alejandra Martínez y Patricia Cubría.
El desafío para Massa y su espacio será entonces contener cualquier mudanza, y sostenerse en su rol de negociador. Esa es al menos la apuesta inmediata.