Patagonia

Bariloche, dividida: crónica de una tarde de máxima tensión

Retrato de dos sectores de la ciudad que debate sobre las comunidades originarias. Las voces de una sociedad fragmentada el día que liberaron a los únicos detenidos del caso Rafael Nahuel.

BARILOCHE (Enviados especiales) “Lo que hicieron es una chanchada”, reniega una señora de unos 60 años, con el pelo grisáceo y aliento a tabaco. “Esta gente no entiende que el peronismo no está más”, dice mientras le saca una bandera a su hija. Como una buena parte de los que llegan a la plaza, cruza la calle para apostarse debajo del mástil en el que flamea la insignia argentina. De a poco, los espacios se reducen y dividen la plaza del Centro Cívico de San Carlos de Bariloche en dos: quienes habían sido convocados por la CTA para participar de la adhesión local a la protesta nacional contra el proyecto oficial de reforma laboral y quienes dijeron movilizarse espontáneamente para respaldar a las fuerzas de seguridad y repudiar a la comunidad mapuche. Para aquellos críticos de los pueblos originarios, todo se resume en el grupo Resistencia Ancestral Mapuche (RAM). “No queremos guerrilleros”, reprocha un hombre de entrada edad. “No los queremos. Nosotros somos argentinos”, reitera mientras extiende hasta el extremo de sus manos una tela celeste y blanca. 

 

Como ellos, un grupo minoritario se para de espaldas al lago Nahuel Huapi. Abroquelados, y en otra sintonía, comienzan a entonar el himno nacional en rechazo a la otra movilización, que había sido convocada con dos semanas de anterioridad y que encabeza la conducción de la CTA local, acompañada por el vocero del Parlamento Mapuche, Orlando Carriqueo, organizaciones sociales y las comunidades originarias de la región patagónica en el día que el juez Gustavo Villanueva dictó la excarcelación de Fauto Jones Huala y Lautaro Alejandro González, los hasta hoy únicos detenidos en el marco de la investigación por la muerte del joven Rafael Nahuel.

 

De repente, poco después de las 18, mientras una enorme brecha de cemento separaba a los sectores, el lado que representa a los trabajadores comienza a gritar el viejo cántico que las organizaciones de Derechos Humanos entonan cada 24 de marzo: “Como a los nazis, les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”.  Y eso genera un cruce incesante de gritos como “terroristas” -de un lado- y “fascistas” o “nazis” -del otro-.

 

Antes que los pocos efectivos de la Policía de Río Negro intervengan, la columna que se apostó detrás del monumento al general Julio Argentino Roca marcha por la calle Mitre y bordea la Municipalidad. Las miradas amenazantes, y gritos, llegaron al límite, y dejaron la sensación de que estaban a punto de pasar de la violencia verbal a la física. Nada de eso ocurrió y dio lugar a una retirada del ala derecha de la plaza, lenta pero ordenada.

 

 

 

Así fue el momento más crítico, y gráfico, de la fractura social que atraviesa a Bariloche desde hace años y que se profundizó desde el operativo ordenado por el juez federal subrogante Gustavo Villanueva y el posterior asesinato del joven Rafael Nahuel, de 22 años, el sábado pasado. 

 

Mientras la marcha "espontánea" se disipó en medio de los gritos de algunas personas que se acercaron a repudiarlos, el acto de la CTA había arrancado con el discurso de Carriqueo, que insistió con la continuidad de la mesa de diálogo abierta por la Iglesia para "encontrar una solución". 

 

"No queremos que ni un juez, ni la Gendarmería solucionen los problemas del estado. Tienen que reconocer que somos parte de esta sociedad. Esta semana nos pone en la necesidad de unirnos ante el problema del pueblo mapuche. Nuestros detenidos no pueden recibir la atención que necesitan: no es resistencia, es la dignidad. Jamás viviremos de rodillas", dijo el representante indígena.

 

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