

Si se analizan los números de encendido de radio durante los últimos diez años, se encontrará un fuerte descenso en los niveles de audiencia. Desde comienzos de 2014 a octubre de 2017, la radio perdió 2,62 puntos de encendido (de 18,36 a 15,74). Pero la caída se vuelve mucho más fuerte si se miran números de hace 15 años, cuando el rating total era de 28,3 puntos. Esto marca que, en el último quinquenio, la radio perdió el 45% de la audiencia.
Los cambios también se registran en las formas y dispositivos de escucha. Mientras el aparato tradicional, el estéreo del auto y el chip de FM del teléfono del celular (todas redes analógicas) son las plataformas más populares, el consumo online vía smartphone es el único que registra un crecimiento considerable y dobló su incidencia en los últimos cuatro años.
Fuente: Datos de Kantar Ibope
A octubre de 2017, los ratings de la radio porteña ponen a las emisoras del Grupo Clarín (Mitre y La 100) como las más escuchadas en cada banda. En AM hubo grandes cambios en las preferencias de las audiencias en los últimos cinco años. Radio 10 perdió el trono tras el traspaso de Hadad a Indalo en 2013 a manos de Mitre, que pasó de ser doblada a duplicar la audiencia de su competidora. Continental es otra de las emisoras que perdió mucho público y pasó del tercer puesto a pelear el quinto con Del Plata.
En FM, las transformaciones también fueron bruscas. La Rock & Pop bajó del primer puesto en 2009 al décimo en 2017. En el medio hubo cinco cambios de dueños: de los mexicanos de CIE a Moneta (2010), a Grupo Veintitrés (2013), a Fénix Entertainment Group (2016), a Rubinstein (2017) para volver a FEG en la actualidad. Los 40 Principales también perdió su lugar. En 2009 era la quinta FM más escuchada y superaba a Mega, Disney y Aspen. Hoy está octava, muy lejos de las mencionadas. Pop mantiene su pelea con La 100 por el liderazgo, mientras que las que más crecieron fueron Aspen y Disney (con públicos objetivos opuestos de la escala etaria).
¿Qué mueve a una empresa a desprenderse de sus principales conductores como hicieron Continental con Morales y Ruíz Guiñazú; Radio 10 con Longobardi; Pop con Del Moro; Del Plata con Sylvestre, Villarruel, Zlotogwiazda y Dolina o Rock & Pop con Di Natale y Vernaci, entre otros casos? ¿Mala gestión? ¿Adiestramiento político? ¿Dificultades comerciales?
Los oyentes se mudan y siguen a figuras; las emisoras rompen los contratos de escucha y renegocian la línea editorial de acuerdo a intereses propios y de terceros; la radio es tironeada y precarizada. Como medio de cercanía, costumbre y compañía, las audiencias se resienten ante lo abrupto de los cambios.
Longobardi-Lanata, líderes a la mañana.
LA TORTA. El mercado publicitario parece dar señales distintas a las de las audiencias para la radio. Si bien a finales de los 90´s su participación alcanzó el 8%, 2015 –último año con datos publicados por la Cámara Argentina de Agencias de Medios (CAAM)- muestra el punto más alto desde 2001, con el 4,9%. La consultora PWC Argentina estimó que el mercado de la radio tuvo ingresos por US$83 millones en 2016. Eso significó un crecimiento del 9% en relación a 2015.
Fuente: Datos de la A.A.P y la C.A.A.M.
Al analizar la incidencia de la publicidad oficial (PO), se encuentra que en 2015 no llega al 4% del total de la torta. Desagregada por medios, muestra que la radio es la que más sufre si esos fondos se retraen. Del total de sus ingresos, el dinero público aporta el 14,4% frente al 4,3 % en gráfica y el 1,8 % en TV abierta. Resta sumar los presupuestos bonaerenses, porteño y municipales, además del de otras dependencias estatales como, por ejemplo, YPF y Aerolíneas Argentinas.
Mientras el mercado privado coloca el 4% de su presupuesto en la radio, Presidencia de la Nación destinó un 16,5% en 2014, un 18,5% en 2015, un 19,14% en 2016 y un 17,8% en 2017. ¿Por qué tanto interés un publicitar en la radio?
Fuente: Datos de la Jefatura de Gabinete de Ministros en https://www.argentina.gob.ar/jefatura/pautaoficial
Si se tiene en cuenta que un 14% es una participación significativa para un anunciante dentro del mercado de radios, se puede entender la importancia y las implicancias del cambio de gobierno y, por ende, de los destinos de publicidad oficial en las emisoras. Si se comparan los últimos cuatro años de distribución, se puede encontrar una mejor relación con los niveles de audiencia en los últimos dos años. Sin embargo, también existe una gran preferencia a favor de los medios de Clarín si se tiene en cuenta que no reúnen más audiencia (en total) que los de Indalo, pero sí mayor pauta. Del cuadro, resta destacar que casi la totalidad de la pauta recibida por Del Plata y Rivadavia es dinero canjeado por deudas, mientras que la AM 750 es fuertemente discriminada en 2017, así como lo fueron La 100 y Mitre en 2014-2015.
Ignacio Rosner, cabeza del grupo comprador del Grupo Indalo.
LOS EMPRESARIOS. Los dueños de las radios son la principal parte responsable del problema de la radio. Hay pérdida de audiencia, hay crecimiento de la incidencia estatal en el mercado publicitario pero, por sobre todas las cosas, hay empresarios sin conocimientos e inescrupulosos.
Desde el cambio de gobierno de diciembre de 2015, hubo acelerados cambios en el esquema de propiedad de la radio porteña. Los españoles de Prisa y los mexicanos de Albavisión se fusionaron. El Grupo Veintitrés fue vaciado por Garfunkel y Szpolski. De allí, Rock & Pop y Splendid siguieron el derrotero descripto; Vorterix, donde el G23 tenía el 50% de las acciones, se asoció con el Grupo Indalo; mientras Radio América fue reconcursada. Su licencia se adjudicó a la editorial Perfil hace nueve meses, pero aún no se emitió la resolución y la frecuencia sigue en silencio.
Radio Rivadavia y su FM (Uno 103.1) fueron compradas por los hermanos Whpei –empresarios rosarinos que, entre otras cosas, tienen una empresa de emergencias médicas. En octubre de este año, un juez decretó la quiebra de las emisoras por una deuda de $1.7 millón con SADAIC. En noviembre, los nuevos dueños se retiraron de la emisora. La programación completa se cayó. Según la versión de los Whpei, el juez de la quiebra los obligó a devolver la licencia al Estado para que éste la vuelva a concursar.
Más. En octubre de este año, se confirmó la tan anunciada venta del Grupo Indalo a un grupo de inversores financieros (OP Investments) representado por Ignacio Rosner –ex directivo de Clarín y de SOCMA, entre otras empresas.
Ni los que entran ni los que salen ni los que se quedan parecen estar exentos de sospechas sobre del origen de los fondos o de los intereses que se encuentran detrás del desembarco en radiodifusión. Vale la pena recordar, entre otras cosas, que Moneta (Metro y Blue) y Brito (Belgrano) fueron citados por la justicia en el marco de la causa Ciccone. O que el continuador de las empresas de Alfredo Yabrán, Héctor Colella, reconoció el aporte de US$5 millones a Daniel Hadad cuando éste era propietario de las ex radios de Indalo.
Todos estos traspasos afectaron la estabilidad laboral de los trabajadores de estas empresas. En Rivadavia, Splendid y Rock & Pop hubo despidos, mientras que los trabajadores de las radios de Indalo protestaron por incumplimientos en el pago de salarios de octubre. Si a eso se le suma el abandono patronal en Radio Del Plata (de los empresarios de obra pública, Electroingeniería) el panorama se vuelve complejo.
Hadad-Vila-Belocopitt-Fontevecchia.
SIN AIRE. La falta de rentabilidad no es una de las razones por las cuales Cristóbal López se desprende de sus emisoras. Así lo muestran los números de audiencia y lo manifiestan sus trabajadores. El rating también pone trabas para explicar decisiones artísticas como los despidos de ciertos conductores.
La radio tiene un grave problema: a buena parte de sus dueños no le interesa generar modelos de negocios genuinos y sustentables a partir de mejores propuestas artísticas. No era el interés de Cristóbal López. Tampoco el de Garfunkel y Szpolski o Acosta y Ferreyra cuando compraron medios. ¿Cuál es el interés de Rosner, de Whpei, de Rubinstein? ¿Para qué usa el Fantasma González su cada vez más extensa red de emisoras? ¿Para qué entró Claudio Belocopitt al accionariado de Radio La Red, entre otros medios? ¿Con qué financia Santa María a la 750? ¿Cómo va a pagar Fontevecchia los sueldos de los trabajadores de las radios que se quedó?
Estos movimientos se producen ante la ¿atenta? mirada del Estado. No sólo no controla quiénes, cómo y para qué se compran las radios, sino que tampoco castiga a los que incumplen con sus deberes como licenciatarios de una licencia pública, de todos. Además, lejos está de esclarecer los criterios a través de los cuales se tejen las relaciones económicas (no sólo con la PO) y políticas con los empresarios de medios. Sería bueno que lo haga para que el aire no se ponga cada día más espeso.