De tortuga a liebre

El ascenso frustrado que dejó a Casanello enojado con el kirchnerismo

El juez que metió preso a Lázaro Báez integró una terna de candidatos a camaristas que en 2015 el Gobierno no pudo sacar del Consejo de la Magistratura. Ahora, además, investiga a Macri.

“¿Por qué la tortuga se convirtió en liebre? El kirchnerismo le prometió un ascenso, pero no cumplió”. La fuente, conocedora de las entretelas de los tribunales de Comodoro Py, se refiere, con malicia evidente, al juez federal Sebastián Casanello. Intenta explicar, así, el vértigo que el magistrado le imprimió a la investigación de las presuntas maniobras de lavado de dinero que tiene como principal imputado al empresario patagónico Lázaro Báez, hoy detenido en el penal de Ezeiza.

 

Más allá del asidero de esas especulaciones, hay un dato que pertenece a la más estricta realidad. El magistrado que esta semana metió preso a Báez en medio de un espectacular show televisivo integra, junto a sus colegas Julio César Báez y Javier López Biscayart, la terna de candidatos a cubrir una vacante en la Sala I de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal.

 

La postulación surgió del concurso Nº 212 del Consejo de la Magistratura, que el año pasado llegó a tratarse más de una vez en el plenario de ese cuerpo pero, por cuestionamientos de consejeros enfrentados al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, fundamentalmente de los jueces y, en especial, de Luis María Cabral, miembro de la Cámara de Casación Penal, nunca llegó al Poder Ejecutivo, donde, esperaba Casanello, se le daría luz verde a su ascenso al cargo de camarista.

 

TORTUGA. Báez fue imputado en la causa en la que ya se investigaba a Leonardo Fariña (también actualmente preso en Ezeiza) y Federico Elaskar, dueño de la financiera SGI, bautizada “La Rosadita”, por el fiscal Guillermo Marijuán, el 3 de mayo de 2013. La ampliación de la imputación incluyó en el expediente al hijo de Báez, Martín; al contador del empresario, Daniel Pérez Gadín (apresado también este semana) y al asesor comercial Fabián Rossi. Desde entonces, transcurrieron casi tres años en los que, según los sectores políticos y mediáticos que presionaban por resultados concretos, Casanello planchó la causa. De allí el apodo que le pusieron al magistrado.

 

LIEBRE. La investigación tuvo una notable aceleración en los últimos 20 días. El 18 de marzo, Casanello citó a Báez a declaración indagatoria, inicialmente para el 26 de abril, aunque el pasado 4 de este mes decidió adelantarla para este jueves. Y este martes, cuando la agenda informativa ardía con las repercusiones de la difusión de los Panamá Papers, que incluyó la relevación de que el presidente Mauricio Macri había tenido participación en sociedades offshore creadas en paraísos fiscales, el juez labró la orden de detención que se concretó en el hollywoodense operativo desarrollado por fuerzas federales de seguridad –y transmitido en vivo y en directo por TV- en el aeropuerto de San Fernando.

 

Casanello justificó el cambio de ritmo de sus actuaciones en el video difundido el martes 15 de marzo –en coincidencia con la votación del acuerdo con los fondos buitre en la Cámara de Diputados-, en el que se ve a Martín Báez, a Pérez Gadín y a Rossi contando dólares en la financiera de Elaskar. Dijo que esas imágenes aportaron los elementos necesarios para concretar la citación a indagatoria que se le reclamaba. En cambio, fuentes consultadas por Letra P prefieren presentar los hechos de otra manera: el video de “La Rosadita”, aseguran, le dio al juez los elementos que necesitaba para hacer lo que quería hacer desde que el kirchnerismo, que en 2012 lo había convertido en el magistrado más joven de Comodoro Py –tenía entonces 37 años-, dejó el poder sin haber cumplido la promesa de darle el ascenso para el que había concursado.

 

Este jueves, Casanello se convirtió en el titular del juzgado más caliente de Comodoro Py. En ese despacho de los tribunales de Retiro cayó la investigación impulsada por el fiscal Federico Delgado para determinar si el presidente Macri ocultó “maliciosamente” su participación en sociedades offshore y, en definitiva, si el jefe de Estado podría haber incurrido en delitos de evasión o lavado.

 

Casanello se transformó, así, en una suerte de árbitro del Boca-River de la política nacional. El kirchnerismo y el Gobierno quedaron, en buena medida, a su merced.

 

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