La violencia simbólica y fáctica del gobierno de Mauricio Macri

Resulta alarmante que actos violentos como los que se dieron contra diferentes locales partidarios de La Cámpora y Nuevo Encuentro en la provincia de Buenos Aires continúen sucediéndose en nuestro país. No podemos ante semejante amenaza pensar que son hechos aislados o que pertenecen a un orden individual, de rencillas u odio de unos pocos.

No podemos hacerlo por la historia de terror y dolor que nos precede, pero además, porque el discurso generalizado que desde el oficialismo y con total intencionalidad ha instalado, es el discurso del rechazo a la política y la estigmatización de la militancia, especialmente entre los jóvenes, que son quienes componen mayoritariamente estas agrupaciones agredidas.

 

La militancia y la pertenencia de un partido político, a una ideología o a un proyecto tiene que ver con el modo en que miramos la vida. El desprecio hacia esa cosmovisión, tiene un propósito cultural definido y no escatima en generar la suficiente violencia como para que un pueblo esté dividido. Esa es la política que Mauricio Macri lleva adelante y nos lo muestra con pequeños grandes simbolismos, a saber:

 

Desconocer la historia, como lo hizo el ministro de Cultura porteño, Darío Lopérfido, que declaró “en la Argentina no hubo 30 mil desaparecidos"; los intentos por suprimir el nombre de Néstor Kirchner de espacios culturales; el desprecio hacia los habitantes del interior y a los militantes que demuestra con sus dichos el Ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, (“encontramos un Estado lleno de militantes. Queremos que al Estado no le sobre la grasa de los militantes"/ “No vaya a ser que en 2020 estemos hablando fulano de tal, que vino, no sé , de Santiago del Estero, que no lo conocíamos, apareció de la nada y resulta que se quedó con todo el poder"); el intento de frenar la marcha de los jueves de las Madres de Plaza de Mayo; son sólo botones de muestra de toda la violecia simbólica que trae en si mismo este gobierno .

 

Mucho peor aún, existe una violencia declarada, como es el el paupérrimo Protocolo de Seguridad, promovido por la cartera que conduce Patricia Bullrich y que tiene el propósito de legitimar la represión hacia el pueblo cuando quiera reclamar sus derechos.

 

Con todos estos antecedentes, cómo no vamos a alarmarnos y avisorar que pueden volver los tiempos de terror a nuestro país. Sólo siendo concientes de ello podremos prevenirlo.

 

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