En los primeros días de agosto del año en curso tomando un café con un consultor local del equipo de Bendixen quienes están a cargo de los lineamientos estratégicos de Massa, me comentaba que “la alianza” con el gobierno se terminaría inevitablemente a fin de año.
La estrategia denominada en el fuero intimo: “viajar chupados al gobierno”, tenía una clara fecha de vencimiento: la elección de medio término.
Este plan, le permitía a Massa salir de la mira del fuego del gobierno en relación a los presuntos actos de corrupción en el gobierno de CFK, que no era poca cosa recordando que Sergio había sido nada más ni nada menos quien había reemplazado a Alberto Fernández en la gestión de la señora.
Paralelamente se ponía en marcha la segunda etapa del plan: “legitimidad”.
Para el consultor peruano era fundamental “lavar la cara de Sergio” y ampliar su discurso al centro izquierdo neutralizando la fuerte composición peronista de su fuerza (una mezcla de ex K con la ortodoxia que había quedado afuera).
Ese plan tenía nombre y apellido: Margarita Stolbizer.
Sin muchos votos pero si con prestigio y una conducta en su vida privada para mostrar, algo infrecuente en la política, tenía todo lo que Massa necesitaba para reforzar su imagen, conformando un intento de unión que ampliaba su público electoral de cara al Frente Renovador.
Bendixen aconseja que el rompimiento sea con Macri y no con Vidal en la provincia a la cual aspira colocarla en una especie de “paragua” rememorando a Guido Di Tella.
Simplemente porque Vidal mide mucho mejor en el potencial electorado de Massa que Macri y porque necesita de los acuerdos en la legislatura provincial para financiar su política.
Finalmente, Massa saliendo segundo en la provincia consigue posiblemente un gran triunfo “en la interna peronista”.
El inexplicable quedo del gobierno con el tema impuesto a las ganancias que había sido parte de su propuesta de gobierno y su campaña mediática, le permiten al Sergio peruano el escenario para robarle la agenda y el escenario al gobierno nacional en una alianza que en algún punto pareciera contradictoria a la política de imagen que había pensado para el hombre de Tigre, pero que aparentemente lo coloca a fin de año en el centro de la escena.
Sin duda estamos frente a una victoria táctica, pero la pregunta es: será también una victoria estratégica.
Los analistas políticos de los grandes medios en general castigaron duramente al gobierno.
La pregunta es qué pasa con la gente, fuera del “tradicional círculo rojo”.
En las redes sociales parecen no serle muy favorable a la nueva foto del massismo: Camaño, Bossio, Sola, Kicillof, Máximo, Victoria Donda, etc.
Dos realidades que apenas son un pequeño segmento del pensamiento político de la mayoría de la gente, donde estos temas aún no entran en su agenda de primeros diez temas.
Durán Barba siente que su posición de no mezclarse e identificarse con una política nueva o distinta se ha fortalecido con estos hechos y que han dejado al Presidente de la Cámara de Diputados Emilio Monzó en una situación difícil en cuanto a su tesis de expandirse sobre el peronismo.
El consultor ecuatoriano cree que el peruano se está equivocando en el mediano plazo, las clases medias seguirán fieles a cambiemos por “miedo a Cristina” y con los acuerdos a fuerza de billeteras con los principales movimientos sociales y el carisma de Vidal, derrotarán a Massa en la provincia.
No importa que aún no tengan candidato en esa provincia.
La candidata implícita es Vidal, responde Durán Barba.
Su cuenta es sencilla: Córdoba, Mendoza, algunas provincias del norte, la provincia de Bs As y la Capital, mas allá de lo cuantitativo general del resultado de la elección a nivel nacional, la sensación y la imagen será de un triunfo del gobierno.
Tanto uno como otro desarrollan su estrategia mirando permanentemente a la economía, porque los dos saben por sus focus group, le están marcando que el tema precios y trabajo se colocaron arriba del tema seguridad.
Y esto no es una variable menor para el análisis.
Pero también les marcan que las clases medias siguen teniendo una razonable expectativa positiva con el gobierno de Macri.
Mucho más que los sectores económicos dominantes que están vacilando y especulando todo el tiempo.
Si algo está cambiando en la política argentina todo esto que está pasando debiera pasar, inclusive que Macri fuera un líder contradictorio, pero que pase no es garantía que efectivamente algo este cambiando.