SANTA TERESITA. La primera foto familiar de la cumbre que se desarrolló en este balneario alcanzó para mostrar la grieta que atraviesa al peronsimo bonaerense desde hace ya bastante tiempo, que empezó a verse a simple vista en la votación del endeudamiento provincial en la Legislatura, donde el bloque del Frente para la Victoria votó dividido, y que, en rigor, recorre toda la geografía nacional del justicialismo y se profundiza con este encuentro de la dirigencia peronista de la provincia de Buenos Aires: en el Golf Club de esta localidad del Partido de la Costa no estuvo el kirchnerismo duro, que venía amenazando con romper y, virtualmente, rompió.
El faltazo de La Cámpora y de los intendentes que reclaman la ratificación de Cristina Fernández de Kirchner como conductora del peronismo es el dato central que ofreció el cónclave, que arrancó en el mediodía de este sábado presidido por el jefe formal del partido, el matancero Fernando Espinoza.
Los intendentes que llegaron hasta estas playas son aquellos que empujaron y presionaron para que la gobernadora, María Eugenia Vidal, tuviera presupuesto, que incluyó una autorización para endeudar a la provincia por 60 mil millones de pesos, cifra que representa un récord histórico. Estuvieron, además del anfitrión, Juan Pablo De Jesús, los jefes comunales de Merlo, Gustavo Menéndez; Ituzaingó, Alberto Descalzo; Almirante Brown, Mariano Cascallares; Tapalqué, Gustavo Cocconi; San Martín Gabriel Katopodis; Cañuelas, Gustavo Arrieta, y La Matanza, Verónica Magario, entre otros.
El ex gobernador Daniel Scioli no puso su cuerpo a este encuentro, pero, en línea con su íntensa prédica de las últimas horas en favor de la unidad -o quizá sea más acertado en contra de la ruptura-, mandó una robusta delegación de indiscutible representatividad, encabezada por su ex jefe de gabinete, Alberto Pérez, y nutrida por su ex ministra de Gobierno, Cristina Álvarez Rodríguez, y los ex dputados provinciales Guido Lorenzino y Martín Cosentino.
También volvió al ruedo el ex diputado nacional y precandidato a la gobernación Julián Domínugez. El chacabuquense, a la vez, tuvo representantes legislativos que llegaron a Santa Teresita: el vicepresidente del bloque del FpV en la Cámara de Diputados de la provincia, Walter Abarca, sus pares Evangelina Ramírez y Manuel Elías y el senador Patricio García.
También hubo algunos ex. El platense Pablo Bruera es uno de ellos, a quien se suman el ex intendente de Olavarría José María Eseverri y el de Balcarce, José Enrique Echeverría. Como también el ex jefe comunal de Mar Chiquita Jorge "Pitingo" Paredi.
Para darle volumen nacional, Espinoza mandó parte del gabinete matancero que integran Alejandro "Topo" Rodríguez, Débora Giorgi y el ex diputado nacional Roberto Feletti.
Si bien Martín Insaurralde - que encabezó la delegación de intendentes que se plantó ante La Cámpora para destrabar el Presupuesto y el endeudamiento que incluían el reparto de jugosos fondos para los municipios- tampoco asistió, el intendente de Lomas de Zamora mandó como representante al concejal Santiago Carrastore. Además, se anotaron los intendentes de San Martín, Gabriel Katopodis, y el de Esteban Echeverría, Fernando Grey, siempre cercanos al lomense en el esquema de referentes territoriales.
La grieta que divide al peronismo no es nueva: se abrió cuando CFK decidió ungir a La Cámpora, la agrupacion fundada por su hijo, Máximo Kirchner, como su soporte para gobernar, una decision que supuso relegar a los sectores más ortodoxos del PJ. Pero esa falla se mantuvo más o menos subterránea mientras el justicialismo ejerció el poder.
La derrota electoral del año pasado, como era de esperar, puso los trapitos al sol. Y, urgido por reconvertirse en el rol opositor que sus bases le demandan y por encontrar al conductor del que, por tradición y ADN, no puede prescindir, el peronismo se zambulló en un áspero proceso interno de lucha por el poder: un fuego cruzado de facturas, cuestionamientos de liderazgos y maniobras de posicionamiento que incluyen un puñado de rencillas clásicas, como la pelea por los contratos y despachos.
La batalla se libra principalmente en los ámbitos institucionales donde el peronismo retiene algo de poder, principalmente en las cámaras de Diputados de la Nación (donde caciques provinciales pejotistas tensan la cuerda con el robusto bloque de La Cámpora) y de la provincia (donde el bloque está astillado de muerte).
Este sábado, en dos cumbres simultáneas, se envían señales contradictorias: en este balneario de la costa bonaerense, la foto, como se dijo, muestra la grieta en HD. En San Juan, en cambio, los gobernadores del PJ cierran filas para reprocharle al presidente, Mauricio Macri, el trato preferencial que tuvo con la Ciudad de Buenos Aires al aumentarle el flujo de recursos federales y, acaso, para advertirle, después del lanzamiento de Sergio Massa como candidato a conducir el peronismo, que saque los pies de este plato, que no es el suyo.