Un gesto puede valer más que mil palabras. El presidente de la Cámara Federal en lo Criminal Correccional Martín Irúrzun es el único juez de Comodoro Py que respaldó por escrito a Carlos Rosenkrantz, uno de los candidatos de Mauricio Macri para cubrir las vacantes que ofrece la Corte Suprema.
Irúrzun fue históricamente cercano al radicalismo y ahora es uno de los hombres del Gobierno en el siempre caliente fuero federal. En tribunales ya lo señalan como autor intelectual de la embestida de operadores del macrismo contra los camaristas Eduardo Freiler y Jorge Ballestero. A este último Irúrzun siempre lo detestó.
De carácter irascible, cuidadoso de su imagen al punto de visitar la manicura con frecuencia, durante años tejió vínculos poco conocidos con estructuras de la SIDE e incluso con el espía Jaime Stiuso. Esas amistades quedaron en evidencia en algún punto con el caso de la triple fuga. La Sala de Irúrzun es la que liberó a Ibar Pérez Corradi, que sigue prófugo en un caso en el cual apareció también Sandra Arroyo Salgado, ex esposa de Alberto Nisman y muy cercana a los servicios durante la era Stiuso.
Otro punto que explica estas complicidades es que el camarista nunca tenga nada que decir sobre el hecho de que Eduardo Farah subroga hace años en las dos salas de la Cámara. En estos asuntos siempre es respaldado por Horacio Cattani que se refiere a él con el moto de “el jefe”.
El camarista es muy cercano a la Corte y es uno de los jueces que tiene pase directo a Ricardo Lorenzetti. No es para menos. Controla los sorteos que definen a qué juzgado corresponde cada causa y arbitra cualquier conflicto de competencia entre los jueces federales.
Es tal su grado de influencia que por eso no debería sorprender que su gran ambición sea llegar a la Corte en un escenario de eventual ampliación del máximo tribunal. El macrismo siempre tiene en carpeta llevar la Corte a siete y ese horizonte lo entusiasma.