El gobierno de Mauricio Macri quiere aprovechar las internas peronistas y la delicada situación financiera de muchas provincias para pescar voluntades en los bloques del Frente para la Victoria (FPV) en el Congreso y, con eso, conseguir votos extra a la hora de voltear la ley que impide ofrecerle a los fondos buitre mejores condiciones de pago que las que aceptaron los bonistas que entraron a los canjes de 2005 y 2010.
Mientras el Poder Ejecutivo ya negocia en Nueva York con los holdouts, en Buenos Aires el oficialismo empieza a preparar el terreno para derogar o suspender la ley 26.984, sancionada en septiembre de 2014, que suspendió la llamada “Ley Cerrojo” y que establece un pago “en condiciones justas, equitativas, legales y sustentables al cien por ciento de los Tenedores de Títulos Públicos de la República Argentina”. Esto es: que en cualquier negociación con los buitres no se puedan ofrecer mejores condiciones que las que se dio a los bonistas que vienen cobrando su deuda, lo que podría iniciar demandas legalas por cientos de miles de millones de dólares contra la Argentina.
En PRO dan por descontado que el radicalismo y la Coalición Cívica, sus socios en Cambiemos, apoyarán cualquier gestión en este sentido. Y que el Frente Renovador de Sergio Massa, ampliado a sus propios acuerdos políticos con los diputados cordobeces que responden al ex gobernador José Manuel de la Sota y y los del Movimiento Popular Neuquino (MPN) también darían el visto bueno. Lo sorprendente es que, a la hora de captar votos para alcanzar las mayorías necesarias, en el oficialismo esperan algunos apoyos en el propio bloque del FPV.
Hay al menos tres formas de explicar el quiebre que los dos bloques parlamentarios del FPV en el Congreso nacional, el de Diputados y el del Senado, ya no pueden esconder. Un es explicarlo en la lógica PJ versus kirchneristas; otra es partirlos entre los que reconocen a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner como su líder y los que ya desconocen esa jefatura; la última, es justificarla entre los legisladores que responden a los gobiernos de provincias en las que el peronismo ejerce el poder y las que no. Esta última lógica es la que motiva al macrismo a meter la cuchara en la sopa peronista.
“Creemos que se pueden encontrar acuerdos con aquellos que tienen responsabilidades con alguna gestión -resumió un importante miembro del bloque PRO en la Cámara baja-, “porque tienen intereses materializados”. “En cambio”, agregó, “si ves los nombres de los que se ubican en la vereda de enfrente en esa pelea interna son, en su gran mayoría, de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires”. Dos distritos donde el macrismo es gobierno.
En Casa Rosada creen que ni siquiera habrá que presionar mucho para hacer mella en esa interna. Desde su óptica, son los mismos gobernadores los que -sin decirlo muy abiertamente- necesitan un acuerdo con los buitres para que se abran los accesos a los mercados internacionales de crédito y salir a tomar deuda en el exterior para regularizar sus cuentas. La negociación política, claro está, deberá incluir un compromiso de Macri de habilitarle a las provincias la toma de deuda, potestad que recae en el Poder Ejecutivo nacional.
La ley 26.984 fue aprobada por el Congreso el 10 de septiembre de 2014, justo antes del vencimiento de la cláusula RUFO -el 1 de enero de 2015-, que prohíbe un pago voluntario a los fondos buitre en mejores condiciones de aquellos bonistas que aceptaron quitas. Entre otras cosas, declara “de interés público” la reestructuración de la Deuda Soberana, denuncia la “ilegítima e ilegal obstrucción de los mecanismos de cobro de los fondos pagados por la Argentina” por parte del juez Thomas Griesa y sostiene que las exigencias del fallo del magistrado de la Corte de Distrito Sur de Nueva York “esultan de imposible cumplimiento, y violatorias tanto de la soberanía e inmunidades de la República Argentina como de los derechos de terceros”. Esta es la causa iniciada por NML Capital, el fondo controlado por Elliott Capital Management, la firma con la que opera en el universo financiero internacional Paul Singer.