El escándalo de corrupción que vio la luz en la Federación Internacional de Fútbol Asociado –FIFA- demostró que el mundo deportivo está ante una oportunidad histórica de reconstruir sus sistemas de competencias de un modo más integral, democrático y equitativo.
Habrá que respetar el tiempo de la justicia y abstenerse con mucho respeto a sus procesos para no adherir a hipótesis temerarias y sin fundamento. Sin embargo, luego de que la justicia se expida será tiempo entonces de que se propicie el alumbramiento de una nueva clase de dirigentes vinculados al mundo de la administración de los entes de organización del deporte.
El caso FIFA expone un ‘secreto a voces’, en donde la corrupción y la falta de transparencia conspiran directamente en contra del verdadero espíritu deportivo y de los valores que se desprenden de las competencias vinculadas al deporte.
Quienes tenemos la responsabilidad de ejercer cargos en el poder ejecutivo cada día nos encontramos con problemáticas tan complejas como diversas. No resulta fácil y en oportunidades nos hemos sentido frustrados, cuando la corrupción, la desidia, y la violencia son quienes deliberan el resultado de los acontecimientos y terminan por triunfar en este tipo de batallas.
En honor a la honestidad, tiempo atrás, difícilmente era imaginable un escenario en donde la cúpula de una corporación tan poderosa como la FIFA se encuentre ante una situación semejante. Ahora estamos viviendo jornadas llenas de entusiasmo y expectativas.
Este escenario refuerza la convicción de seguir adelante. Es una maravillosa oportunidad para aquellos escépticos que con razón han perdido la fe en la política. Es nuestra tarea y es a través de los hechos que sentimos que podemos recuperar la credibilidad institucional. La política es una herramienta de transformación, así la entendemos junto al gobernador Daniel Scioli y trabajamos a destajo para desarrollar y potenciar la realidad deportiva de la provincia.
Ejemplo de esta situación es la presentación hace más de 15 meses de un proyecto de ley que ataque el fondo de la cuestión respecto a la violencia que ejercen los barrabravas. Daniel Scioli fue quien me instruyó para que se ataque a la jefatura de estas mafias que se aprovechan del deporte para hacer sus negociados.El desmantelamiento de los barrabravas parece ser al momento tan utópico como parecía ser, hace unos días, la intervención de la justicia en la FIFA.
En efecto, queremos tipificar el delito de barrabravas y de reventa de entradas, una de las fuentes de financiamiento más sólidas que tienen estos delincuentes. Estamos convencidos que esto es posible y que con la ayuda de la justicia vamos a terminar viendo a los barras tras las rejas.
El caso FIFA significa que se puede. Que la justicia finalmente llega e interviene. Este hito nos tiene que servir para que la justicia argentina, el parlamento, los dirigentes, los periodistas; es decir, la sociedad toda, incorpore la necesidad de una nueva ley contra los barras y acompañar la decisión política que hemos tomado desde el gobierno de Daniel Scioli.
Por supuesto, que sometemos a debate nuestra iniciativa. No somos obcecados y creemos que todo proyecto es perfectible. Máxime si se toma en cuenta la complejidad que tiene un tema tan amplio como la violencia de los barrabravas.
Los que amamos y trabajamos permanentemente en políticas públicas que mejoren las actividades deportivas soñamos con un nuevo punto de partida, en donde el deporte sea una política de Estado prioritaria que incluya cada vez a más jóvenes y abuelos, buscando mejorar la calidad de vida de toda la sociedad.
Avancemos hacia la etapa del desarrollo, con decisión y con la convicción de que a través de la política es cuando se puede ser protagonista de la transformación de la realidad.
Estamos ante una oportunidad histórica. No la dejemos pasar.