Tan solo en estas últimas semanas nos shockeamos con la horrorosa decapitación del periodista norteamericano James Foley, por un cínico verdugo de acento británico del recientemente proclamado califato Islámico, en Irak.
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Le siguieron otras numerosas decapitaciones sin tanta difusión, la persecución de miles y masacres de centenares de Yazidis, una milenaria minoría religiosa acusada de “adorar a Satanás” y la publicación de un edicto en la ciudad de Mosul expulsando a los cristianos (unos 80.000) conminándolos a convertirse al islam o morir. Por primera vez, quizás en miles de años, vemos crucifixiones (27 documentadas) y apedreamientos, hasta la muerte para adúlteros.
Pero, los yihadistas del Estado Islámico no están solos ni carecen de antecedentes.
Fuerzas paramilitares shiítas masacraron a sangre fría a más de 70 fieles rezando en una Mezquita Suní (ambas corrientes principales de la fe islámica) y los coches bombas en barrios, mercados y pueblos de cualquier pertenencia, son moneda corriente en esa zona.
Se estiman entre 150.000 y 1.000.000 de muertos en la guerra interna desde la invasión de Irak en 2003, que destituyó al régimen de Sadam Husein, destacándose las sanguinarias matanzas de civiles por parte de Abu Musab Al Zarqaui, líder de la organización Al Qaeda en Irak, de la cual el actual autoproclamado califa Abú Bakr al-Baghdadí,era un secundario matón.
A la vez, la otra guerra que protagoniza el califa en Siria, ya registra oficialmente en los tres años desde su comienzo más de 191.000 muertos, incontables heridos y millones de desplazados completando un cuadro apocalíptico de dimensiones bíblicas.
Todo esto tiene antecedentes tanto o más crueles.
Durante la dictadura de Sadam, se produjo el primer ataque masivo con armas químicas contra civiles, en el pueblo kurdo de Halabja (1988) donde se masacró a más de 5000 mujeres, niños, ancianos, como parte de una campaña de represión ante otra insurgencia de esa nación. También se reprimieron levantamientos shiítas con más de 200.000 muertos y se emprendió una de las guerras más sangrientas del siglo veinte contra la República islámica de Irán, liderada por el ayatolá Khomeini (1980-1988) con un saldo superior al millón de bajas y sin ningún vencedor.
Gran parte del aparato militar de ese régimen actualmente conforma alianzas o directamente participa del fulminante avance de las fuerzas yihadistas del Isis, siglas en inglés del grupo Estado Islámico de Iraq y el levante que acaba de declarar el califato.
La lista de masacres y atrocidades es prácticamente interminable y continúa sucediéndose y sorprendiéndonos día a día.
Déjà vu es la rara sensación psicológica de haber visto o vivido una experiencia o situación anteriormente. Adaptando el concepto a la actualidad en Irak, lamentablemente vemos que es una dolorosa realidad.