Se trata de la central de ciclo combinado “Manuel Belgrano II” que, según los valores de la oferta presentada a fines de 2012, implicará una inversión estatal de casi $ 5.600 millones.
La usina –que quedó en manos de la compañía cordobesa que conducen los empresarios K Osvaldo Acosta y Gerardo Ferreyra– arrastra una larga y compleja historia de tres licitaciones, ofertas defectuosas, demoras, falta de recursos y cortocircuitos internos entre las carteras de Economía y Planificación Federal.
La primera licitación de la central térmica que se asentará en la zona de Campana tuvo lugar en 2007. Ese año, el Gobierno licitó la construcción de cinco usinas “llave en mano” en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, de las cuales llegó a adjudicar sólo dos de ellas: Ensenada de Barragán y Brigadier López. En esa esa ocasión, la única oferta que se había presentado para “Manuel Belgrano II” fue rechazada por “inadmisible”.
Pasaron tres años y en 2010, el Gobierno volvió a licitar la instalación de la usina y otra vez debió dejar la convocatoria sin efecto por las “inconveniencia y defectos de las ofertas” que se habían recibido.
La tercera licitación a cargo de ENARSA arrancó a principios de 2011. En setiembre de ese año, se recibieron tres propuestas para el “suministro, construcción, montaje y puesta en marcha bajo la modalidad de llave en mano de una central de generación eléctrica de ciclo combinado de una potencia de 810 MW”. Una oferta fue del consorcio Duro Felguera-Petersen, Thiele y Cruz. Otra correspondió a la local Electroingeniería. Y la tercera provino de la dupla Iecsa-Isolux.
Más de un año después, en noviembre de 2012, el directorio de ENARSA resolvió declarar “inadmisible” la oferta de Duro Felguera y abrir las otras dos propuestas que quedaron en pie. En el caso de Electroingenería, la cotización final fue de $ 4.589.395.195 más IVA. En tanto, la oferta de Iecsa-Isolux ascendió a $ 5.221.098.005 más IVA.
Cuando todo parecía indicar que se iba a una rápida adjudicación a la oferta más baja y conveniente de Electroingeniería, entró a tallar Kicillof y logró paralizar el trámite con la excusa de que sus hombres que habían desembarcado en ENARSA tenían que analizar a fondo los números y las condiciones de la obra.
La definición se fue postergando con el argumento de que debía expedirse el “comité de auditoría” de ENARSA por el hecho de que la empresa estatal y la ganadora de la licitación son “socias y accionistas” de Citilec, la sociedad controlante de Transener.
Tras tomarse 20 meses para analizar la oferta, el equipo de Kicillof finalmente avaló lo actuado a fines de julio y en la primera semana de agosto apareció el dictamen que faltaba de los auditores aprobando la adjudicación.
Con este proyecto en la bolsa, Electroingeniería –cuyos dueños también controlan Radio del Plata, el canal de televisión digital 360 y la constructora Vialco– ha logrado posicionarse como el mayor contratista nacional de las obras energéticas.
Por el lado del transporte eléctrico, a principios de año logró quedarse con el montaje de la segunda interconexión eléctrica de 270 km. entre las estaciones transformadoras de Rincón Santa María y Resistencia que servirá para trasladar la energía de Yacyretá y fortalecer el suministro entre las regiones del NOA y NEA. Además ha presentado las mejores ofertas para llevarse el tendido de una nueva línea de alta tensión entre Mar del Plata y Bahía Blanca y las obras complementarias de vinculación en media tensión con Villa Gesell.
Pero, sin dudas, su mayor obra en danza es la construcción de las represas santacruceñas “Néstor Kirchner y Jorge Cepernic”, que se adjudicó en sociedad con el grupo chino Gezhouba por un monto total de US$ 4.714 millones. Financiado íntegramente por un pool de bancos chinos, el megaproyecto patagónico arrancaría en el último trimestre del año una vez que el Gobierno nacional concrete el pago del seguro y las comisiones bancarias que disparan el desembolso del crédito.