Desde China hasta casi todos los mandatarios de América Latina, las reacciones al discurso del presidente estadounidense, Barack Obama, y al del su par cubano, Raúl Castro, fueron eufóricas.
En un discurso que dejó atrás uno de los últimos lastres de la Guerra Fría, el estadounidense anunció el inicio “de discusiones con Cuba para restablecer relaciones diplomáticas interrumpidas desde enero de 1961″.
Eso implica que “Estados Unidos va a restablecer una embajada en La Habana y altos funcionarios visitarán Cuba”, anunció.
Simultáneamente, el presidente cubano afirmó haber “acordado el restablecimiento de las relaciones diplomáticas” con Washington.
“El aislamiento sometido a la isla no ha funcionado; es hora de cambiar de política”, dijo Obama en su alocución, en la que se comprometió a suavizar el embargo comercial que impuso Estados Unidos a Cuba.
China señaló que “celebra y apoya la normalización de las relaciones bilaterales” y exhortó a Estados Unidos a levantar el embargo contra Cuba.
Pero ambos países deben resolver varios asuntos internos antes de celebrar el levantamiento del embargo que pesa sobre la isla.
Los anuncios ocurrieron pocas horas después de la decisión de Cuba de liberar al estadounidense Alan Gross, quien había sido condenado a 15 años de prisión por espionaje. Washington había insistido en que su detención desde 2009 era un obstáculo al acercamiento diplomático.
Cuba y Estados Unidos acordaron un intercambio de prisioneros, que permitió la liberación de tres agentes cubanos, de un grupo original de cinco, que cumplían pena por espionaje en cárceles estadounidenses. Todos ellos se encuentran ya en La Habana.
Obama también anunció que Cuba “liberó a uno de los más importantes agentes de inteligencia que Estados Unidos haya tenido en Cuba y quien ha estado en prisión por casi dos décadas”.