Política

Bonicatto se garantizó tener paralizada la Defensoría del Pueblo un año más

Por Carlos Marino.- Sin Bicameral ni propuestas de candidatos, la oposición y el oficialismo decidieron “planchar” la Defensoría del Pueblo bonaerense y dejarán a Carlos Bonicatto al frente del organismo.

Con el vencimiento de su mandato y en la previa a un año electoral, todos prefieren que la Defensoría siga sin funcionar al no proponer nombres para un nuevo Defensor, ni una Comisión Bicameral que defina, por lo menos, si se le renueva el mandato al actual por otros cinco años.

 

El año legislativo termina y la figura establecida en el artículo 55 de la Constitución Provincial parece que seguirá al servicio del silencio domesticado por un oficialismo para que poco haga, frente a una oposición callada.

 

La Ley Nº 13.834 establece la constitución de una Comisión Bicameral en el ámbito de la Legislatura, integrada por 7 senadores y 7 diputados, para que evalúe los nombres propuestos por los distintos sectores políticos y el voto de las dos terceras partes de los miembros de cada Cámara elija el nuevo mandato.

 

Sin señales, Bonicatto tendrá un segundo mandato por cinco años, en un cargo en el que puede ser reelegido por segunda vez pero en el marco regulado por la legislación y frente a un “órgano estatal, independiente paradojal, protector y articulador con cercanía territorial, no jurisdiccional y no coercitivo”, como explica la misma.

 

Con pocas intenciones de una convocatoria formal en las dos Cámaras para saber quiénes estarán al frente, con un Senado que ya formalizó las sesiones ordinarias, el actual Defensor seguirá en su puesto hasta nuevo aviso en una figura provincial cuestionada.

 

El cargo creado con la reforma constitucional de 1994 no fue ocupado hasta el 2009, cuando un año antes la ley que regula su funcionamiento se sancionó. Bonicatto cumple sus 5 años luego de ser durante 16 diputado por el peronismo, primero menemista, luego duhaldista y, por último, kirchnerista.

 

Además, en su haber, cuenta con una impugnación de parte del juez platense Luis Federico Arias, que cuestionó la manera en la que se quedó con el cargo.

 

La institución creada para el contrapeso del poder político bonaerense, jugó a favor de él, como cuando presentó el amparo judicial para que los docentes regresen a sus lugares de trabajo y garanticen las clases en las escuelas públicas bonaerenses en medio del conflicto salarial con el Gobierno de Daniel Scioli.

 

El Defensor del Pueblo tiene a su cargo “la defensa de los derechos individuales y colectivos de los habitantes” y “ejerce su misión frente a los hechos u omisiones de la Administración pública, fuerzas de seguridad, entes descentralizados o empresas del Estado que impliquen el ejercicio ilegítimo, defectuoso, irregular, abusivo, arbitrario o negligente de sus funciones”. También, “supervisa la eficacia de los servicios públicos que tenga a su cargo la Provincia o sus empresas concesionarias”, según el artículo 55.

 

Por otro lado, debe tener “plena autonomía funcional y política”, algo que se le cuestionó a Bonicatto cuando asumió, ya que estaba afiliado al Partido Justicialista, renunció, pero no formalmente. Muchos se quejaron por la participación activa del Defensor en la política, en plenarios que desvirtuaban su rol, con un organismo bajo su mando que se transformó en una dependencia más del Gobierno provincial.

 

Al mismo tiempo,  supo receptar en su estructura a diputados de la oposición, como el caso del “lilito” Oscar Negrelli, o el ahora massista Walter Martello, o el dirigente de Libres del Sur Jorge Ceballos, y los contrató para mantenerse en el cargo sin que se preocupen por la inactividad del organismo.

 

Mientras el oficialismo quiere a un Defensor callado e inactivo, desde la verada de enfrente no cierran los números y las propuestas para un reemplazo son nulas.

 

A días de un nuevo año donde las elecciones ocuparán la mayor preocupación política, un organismo que defiende y promueve los derechos del Pueblo, continúa por la línea recta de la inactividad sin resultados ni propuestas que definan una solución efectiva.

 

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