“La progresión sin precedentes de la enfermedad en África Occidental representa una amenaza para la paz y la seguridad internacionales”, aseguró el máximo órgano de decisión de Naciones Unidas.
Numerosos países occidentales, algunos ya afectados directamente por el virus, decidieron reforzar las medidas de control fronterizo.
Según el último balance de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad provocó 4.493 muertos de los 8.997 casos diagnosticados en siete países (Liberia, Sierra Leona, Guinea, Nigeria, Senegal, España y Estados Unidos).
La OMS teme un aumento drástico del número de contaminaciones en África Occidental, del millar actual hasta los 10.000 nuevos casos semanales, entre el momento actual y el 1 de diciembre.
Frente a la situación de emergencia, el presidente estadounidense, Barack Obama, anuló todos los viajes oficiales y prometió una respuesta “mucho más agresiva” para evitar nuevos casos, tras el contagio de dos profesionales en el Hospital de Dallas, Texas.
Las autoridades sanitarias estadounidenses ven con inquietud este segundo contagio y se preparan para la posible aparición de nuevos casos.