Tres razones (de las millones) para el triunfo de Evo

Aunque faltan aún los datos definitivos, las encuestas boca de urna y el recuento provisorio indican que –tras nueve años de gestión– Evo Morales Ayma obtuvo su re-reelección  con  cerca del 60% de los votos contra aproximadamente 25% de su principal contrincante, el empresario cementero Samuel Doria Medina.

Hay, a mi juicio, tres razones principales, entre las miles posibles, que explican el contundente triunfo del ex líder cocalero.

 

La primera se enmarca en el territorio de lo simbólico. Evo expresa la reivindicación de los pueblos originarios, mayoría absoluta en Bolivia (más del 60% de la población pertenece a alguna etnia originaria) pero sistemáticamente excluidos de los espacios de poder desde el principio mismo de la construcción del Estado boliviano, incluso durante el período “populista” del MNR en los 50` con  Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Suazo que les otorgó beneficios pero no protagonismo.

 

Esa reivindicación se ve en que ahora hay “cholitas” y “coyas” ocupando cargos públicos, en que la hoja de coca ha dejado de ser perseguida y estigmatizada y por el contrario se la ha revalorizado, en que el aymará, el quechua y el guaraní comparten con el castellano las placas conmemoratorias y que la wiphala (bandera de los pueblos originarios andinos) comparte espacio con la bandera nacional del ahora llamado Estado Plurinacional de Bolivia.

 

Pero nada es más simbólico en este sentido que la propia presencia de Morales en el Palacio del Quemado (sede del Poder Ejecutivo). Los niños y jóvenes bolivianos de piel oscura tienen derecho a soñar que pueden ser presidentes cuando hasta pocos años atrás apenas podían imaginarse un destino mejor que llegar a ser asesor de algún criollo poderoso.

 

La segunda razón tiene que ver con las conquistas sociales generadas en el período de gobierno de Evo (2005-2014). Doria Medina reconoció, una vez terminado el comicio, que la inclusión social es el mayor logro de Morales.  Esta inclusión está representada entre otras en planes que a ojos argentinos incluso parecen modestos. El bono Juancito Pinto (U$S 30 anual a cada niño escolarizado) el bono dignidad (U$S 20 mensual a ancianos sin pensión) y el bono Juana Azurduy (U$S 15 mensual a mujeres embarazadas durante los 9 meses de gestación más un plus por parto).

 

Las estadísticas indican que el índice Gini (que mide la distribución del ingreso (siendo 0 el ideal y 1 el peor) cayó de 0,60 en 2005 a 0,47 en 2012;  que la pobreza extrema de 34,7% en 2005 a 18,7% en 2012 (según la ONU la mayor reducción de la región), que el desempleo casi nulo (aunque hay un porcentaje altísimo de trabajo informal) y que en 2008 Bolivia fue declarado país libre de analfabetismo. A esto hay que agregarle que la educación es pública y gratuita y la salud pública es gratuita solo para menores de 5 y mayores de 60 por decisión del gobierno del MAS.

 

De todos modos no hacen falta ver los números. Recorriendo las calles de La Paz y El Alto uno percibe que a la par de todo Sudamérica, los pobres aunque siguen siendo pobres, ahora consumen y se permiten gustos antes imposibles en electrodomésticos, automóviles y ampliación y construcción de inmuebles. También son visibles las instalaciones de gas natural (aunque Bolivia es el mayor exportador de gas de la región el 90% de su población no tenía gas natural)  y agua potable.

 

Pero la tercera razón es la más sorprendente. Detrás de un discurso bolivariano que ataca no solo a EEUU (su embajador fue expulsado del país y nunca remplazado) sino al Capitalismo como sistema, detrás de los monumentos al Che Guevara y los reconocimientos permanentes a Fidel Castro y Hugo Chávez como guías, Evo tiene desde el inicio de su mandato a Luis Arce Catacora como Ministro de Economía y Arce sostiene una gestión tan ortodoxa que ha recibido elogios del FMI, el Banco Mundial (que lo quiere en su equipo cuando termine la gestión) y ascensos en las calificaciones de las temidas calificadoras de riesgo.

 

Los números también aquí son contundentes: Para este año se espera un crecimiento del 5,5% (la segunda mejor previsión de la región, según la Cepal) a tono con el promedio de los años de gestión del MAS que es 5%. Tiene Bolivia un endeudamiento sostenible, reduciendo la deuda pública de 80% en 2005 a menos de 35% en porcentaje del PIB en 2013, superávits fiscales consecutivos en los últimos ocho años, Los depósitos (90% en moneda boliviana pese a que el dólar flota libre) y créditos se han casi cuadruplicado, las reservas Internacionales que de ser algo más de mil millones de dólares en 2005 a más de 15.000 millones de dólares a septiembre de 2014 (un 48% de su PBI, porcentaje que supera a China). La renta petrolera – principal base de la economía boliviana y nacionalizada por el gobierno en 2006-  ha pasado de 300 millones de dólares anuales a los cerca de 6.000 que se esperan para final de este año. Por último la frutilla del

 

 postre, colocó u$s500 millones en el mercado financiero internacional en un título a 10 años con un rendimiento de 4,875% en octubre. La envidia no solo de algunos vecinos sino de muchos países europeos presionados a ordenar sus cuentas para seguir siendo parte del euro.

 

“Arce es ahorrativo porque tiene la cultura aymara”, explica Evo que, hábil, esconde el orden de sus cuentas para sus seguidores de la izquierda latinoamericana. Explicación insuficiente pero motivo más que entendible para que parte de ese 60% se nutra del triunfo con el 50% en la orgullosa Santa Cruz de la Sierra, tierra de los “cambas” que apenas cinco años atrás desafiaba a Evo con pedidos de independencia y rechazos viscerales al “indio” y ahora le llena las plazas en los actos y lo elogia en las revistas de moda como el “mejor presidente de la historia”. No hay en  esto razones mágicas. Juan Perón en Argentina y Bill Clinton en EEUU lo explicaron sencillo con aquello de la visera más sensible y el ya clásico “es la economía estúpido”.

 

Las rutas argentinas de Javier Milei
El dólar y el peso, en una guerra de nervios.

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