Por Matías Moscoso
tw @matomosco
- Temas del día
- Javier Milei
- Edgardo Kueider
- Presupuesto
- Ficha limpia
- Congreso
Por Matías Moscoso
tw @matomosco
Usted, como dirigente con mucha trayectoria, si hoy tiene que cerrar los ojos y recordar su historia en la militancia ¿Qué recuerdos se le vienen a la memoria? ¿Qué momentos claves?
Algunos episodios, como por ejemplo cuando Alfonsín me metió preso en la Casa de Gobierno, en el año 1989. Fue un verdadero escándalo nacional: prácticamente logré que hablaran de mí durante una semana todos los diarios y que hasta tuviera editoriales de La Nación. Ese fue un acontecimiento espectacular, porque además tuvo impacto internacional. Yo pienso que probablemente la prensa internacional pensaba que el hecho reflejaba una crisis política mayor de la que en principio se estaba viendo, porque era un hecho inusitado ordenar la detención de un candidato a presidente de la República en la Casa de Gobierno cuando yo terminaba de discutir con un Ministro.
Ese puede ser un hecho. Naturalmente que siempre va a dominar en cualquier recuerdo los años de la Dictadura: primero por los compañeros que desaparecieron –algunos de los cuales estaban en contacto conmigo permanentemente, conviviendo con ellos, compartiendo vivienda en distintas circunstancias-; eso es indudable, lo más fuerte. Yo por ejemplo pasé en vela toda una noche para sacar a Pablo Rieznik de un secuestro, lo habían secuestrado y estaba desaparecido. Como había una diferencia horaria con Europa, caminé toda la noche hasta que fuera de día allá; me comuniqué con todas las organizaciones populares para que salieran a la calle, y bueno, esto no se puede asegurar, pero estimo que todas esas movilizaciones determinaron que ellos lo soltaran después de haberlo torturado de forma brutal en un descampado, siete días más tarde. Por ejemplo, la Unión de Estudiantes de Francia amenazó con ocupar la embajada del país, y eso era pesado porque era la central estudiantil y no una fracción. Hoy, Pablo Rieznik es un dirigente nuestro. Ese tipo de hechos fueron muy importantes.
Otro recuerdo es anterior y de una característica diferente, que fue el Cordobazo. ¿Por qué? Porque yo estuve en Córdoba dos semanas antes; hasta ese momento el país era un cementerio -nunca fue una represión como la de Videla, pero era un cementerio- porque no pasaba aparentemente nada; cuando llegué a Córdoba había una huelga general fulminante, no volaban ni las moscas, porque la policía había reprimido una asamblea de trabajadores del Smata y la respuesta había sido la huelga. Ese fue el anticipo del Cordobazo. Yo trabajaba en una revista y aproveché la oportunidad para asegurar que iba a haber un levantamiento popular. Esas movilizaciones que se sucedieron a partir de ahí en Córdoba y en otras provincias, más allá de la imagen de la movilización que tenía la gente, se veía que era el telón de fondo de un estado de ánimo popular alegre, vigoroso, creativo, algo fantástico. Yo pasé mi juventud en una etapa en la que yo sé cómo va a ser Argentina cuando retomemos ese gran hilo.
De todos modos, creo que la experiencia más fuerte que tuve es anterior a militar. Hasta el día de hoy siempre he dicho que lo más fuerte y no tiene vuelta atrás: el derrocamiento de Perón en 1955. Esa fue la experiencia más fuerte porque tuve la impresión por un momento que se derrumbaba el mundo. Me resultaba completamente inimaginable que de golpe Perón se fuera. Y en cierto modo eso me marcó políticamente, porque ahí empieza a desarrollarse mi diferencia con el peronismo, al que de entrada no le reprocho por ejemplo la justicia social y demás, pero sí le reprocho en ese momento, instintivamente, la cobardía política, la incapacidad para movilizar a un pueblo hasta las últimas consecuencias para defender cosas. Me vacunó de todo eso, es muy importante; me vacunó sobre lo que es capaz el nacionalismo, la demagogia y los que bla bla bla, y cuando vienen los bifes y los momentos claves… (hace un gesto de quietud, de inacción). Eso es algo que ocurrió también inclusive con Isabelita, porque cuando creó la Triple A con Perón y todo lo demás, nosotros en el mes de febrero emprendimos muchas luchas para evitar que fuera derrocada, porque lo que venía era peor.
Tal vez hay alguna también muy importante que por alguna circunstancia se me escapa, pero bueno, ahí te di una pincelada de las cuestiones militantes que se me vienen a la memoria.
¿Cómo está posicionada la izquierda hoy en la Argentina? ¿Cómo define a la izquierda argentina hoy en día?
Bastante mejor. Está posicionada mejor porque en primer lugar evidentemente hay un crecimiento. En una experiencia reciente, me indicó que posiblemente sea algo más que un crecimiento; creo que ya comienza un enraizamiento popular. Estuve en un hospital de Ramos Mejía, y allí la actitud de los pacientes, médicos, enfermeras, maestranzas, que son gente muy humilde, me saludaron y me desearon lo mejor: ´Altamira que Dios lo bendiga´, ´Altamira mucha suerte´, y más. Si Ramos Mejía fuese la Argentina, primero el Frente de Izquierda, segundo lejos Massa y así. Me llevó tres horas hablar e intercambiar ideas con todos. O sea, primero noto un crecimiento, y segundo, hay un cambio en la estructura de la izquierda. Antes la izquierda estaba dominada por el Partido Comunista; el PC hoy voló, es un aparato dentro del kirchnerismo. Y en cambio, la izquierda independiente, autónoma y combativa aparece al frente y eso es muy importante, lo que quiere decir que este crecimiento lleva a algo; lo otro no llevaba a nada, llevó al apoyo al kirchnerismo. Ahora bien, dentro de esta izquierda ¿cuál es el desafío? Cuando se produce un cambio tan importante como el que estamos sufriendo, el desafío consiste en entender lo que está pasando, porque cuando las cosas cambian mucho se ponen a prueba las premisas con las que uno estuvo actuando hasta ese momento, que por mejores hayan sido, ya no valen. Porque uno estuvo haciendo un trabajo hombre a hombre procurando defender pequeñas posiciones para después avanzar, y ahora se tiene que preocupar por desarrollar el apoyo de sectores bastos. Naturalmente, cuando viene un desafío de esta envergadura, no se lo supera si no es a través de una crisis, en el sentido de que sos igual que antes y te das cuenta que chocás, entonces vas cambiando tropezando. Y yo le tengo mucha confianza al Partido Obrero en la transición, porque creo que nos avivamos a tiempo que ingresábamos en esa etapa. La concepción de esta transición la tuve cuando asesinaron a Mariano Ferreyra, porque nunca hubiera pensado que el asesinato de un militante del Partido Obrero suscitara semejante apoyo popular. Esta vez nos las jugamos como hacemos siempre; pero esta vez al otro día había decenas de miles de personas. ¿Por un compañero del Partido Obrero tanta gente? Independientemente de que implicaba tantas cosas para el país, como por ejemplo los trabajadores tercerizados, y bueno, esta mafia que ahora se ve con Jaime; fijate que cada cosa podrida que se destapa siempre tiene que ver con los ferrocarriles. Yo sentí un apoyo popular que revelaba que algo estaba pasando en la Argentina; un indicador de la evolución del país y del cansancio con lo que estaba ocurriendo. Esas expresiones con el tiempo se fueron afirmando; no se debilitaron prácticamente en ningún momento.
La izquierda creció. Yo comprobé que era mucho más popular que antes cuando el otro día en Caballito, una pareja en vez de decirme “vamos con el Frente de Izquierda”, me dijo “aguante El Globo”.
¿Y cómo es en otros países? ¿Cómo ve a la izquierda afuera realizando una comparación?
Me animo a decir que esta crisis capitalista en el mundo va a revolucionar a la izquierda. Lo que no admito en esta crisis es que por ejemplo en Francia, como en otros lugares, la izquierda sigue colaborando con los partidos existentes. Porque esos partidos existentes, que pudieron haber tenido alguna vez un factor positivo, son los responsables de esta crisis, y de eso no se vuelve. Entonces hay una izquierda en Europa pegada a eso. El otro tema, comparativamente, es que veo a la izquierda de América Latina –que es la que más, ciertamente, me interesa- no sabiendo actuar frente a fenómenos como el chavismo, el kirchnerismo, Correa y todo lo demás. Oscilan entre un seguimiento total, y ahora se han pasado del otro lado de forma completa, cuando nunca debieron seguir al chavismo. Un hombre de izquierda, un socialista, ante el gobierno más progresista del mundo pero que no es socialista debe marcar los límites que tiene y ayudar a entender que se va a agotar –como me pasó a mí en el 55 cuando era chico y me traumatizó aquello-… nos van a terminar cagando. ¿Y de ese modo qué hay que hacer? Vas preparando el futuro. Luego nunca pegar el viraje brusco como fue alguien desilusionado, porque no implica nada. La gran parte de las masas siguen a esos movimientos, y hay que ver si han comprendido que esos movimientos no van más. Si no han comprendido que esos movimientos no van más, no se puede pasar de la adhesión incondicional a la crítica frontal; hay que seguir ese trabajo, demostrar todos sus límites, sus carencias, sobre esa base organizar al sector más lúcido, organizar un partido de izquierda, hacerlo avanzar, y entonces –como ocurre en Argentina-, cuando se cae todo, tenés un frente de izquierda que por ejemplo, yo cuando escucho radio, escucho a los periodistas mencionarlo cinco veces al día, por un motivo u otro. Está, y todo el mundo sabe a qué atenerse; entonces ya ahí es un problema nuestro. Pero hay países en donde todavía la izquierda no logró convertir la crisis en un problema propio.
¿Cómo define la realidad actual de la Argentina? ¿Cómo está el país hoy?
Acá se habla del fin del ciclo del kirchnerismo y no, es el fin del ciclo de todos, ése es el error. Este país tiene una ventaja fantástica de la cual nadie se dio cuenta, entre otras cosas, porque tal vez no han vivido lo suficiente. ¿Cuál era la principal traba para el desarrollo de la izquierda en el pasado? Fueron muchas, pero una que probablemente sea la principal, y es que ningún gobierno democrático o constitucional concluía su mandato. Entonces, la experiencia que iniciaba no se agotaba. Cuando después se iban los militares y volvían de nuevo, querían volver a hacer lo que no habían terminado de hacer. Es como salir con una novia y nunca consumar nada; si uno la vuelve a ver dice “hoy no la dejes pasar”. Ahora, hace 30 años que no hay golpe, no cayó ningún gobierno. Alfonsín dijo que con la democracia se come, se educa y demás; se tuvo que ir, se demostró que no. Menem dijo que íbamos al primer mundo, y no; se llegó a la crisis del 2001 por él, que De la Rúa la continuó. Entonces vos tenés a los radicales y a los peronistas, con un Alfonsín centroizquierdista, un De la Rúa derechista, un Menem privatista, después un Kirchner… estamos en la lona. La gente ya sabe. La gente no tiene ninguna frustración que cobrarse, quiso a este gobierno, lo tuvo, lo vio, listo. Entonces, hay una crisis estructural del régimen político, tanto de la oposición como del oficialismo. El oficialismo no es lo que era; todos los que estaban con Néstor Kirchner se fueron, los demás tienen rejuntes. El Frepaso, lo más izquierdista que tuvo este régimen, este establishment, desapareció, con gente que está en la oposición y otros con el gobierno.
Entonces, se da una situación maravillosa, era lo que siempre soñábamos desde la izquierda, la dictadura interrumpida. En los sindicatos se manifiesta fuertemente, porque cada golpe liquidaba a la generación de luchadores que estaba a punto de derribar a la burocracia. Sin los golpes militares no hay burocracia sindical, eso se lo discuto a cualquier historiador. Hoy en los sindicatos pasan cosas, oficiadas por la experiencia, mirá lo de Pedraza, los ferrocarriles, lo de Zanola. Antes robaban, venía un golpe, el tipo adhería al golpe y entonces zafaba.
Hoy vivimos un momento excepcional; todo el mundo mostró lo que tiene, la gente está descontenta y el país está mal. Y ahí viene la izquierda. Por eso yo reivindico para el Partido Obrero ser la unidad de tres generaciones. Hay gente que dice “soy joven” y yo digo “¡qué cagada!”, porque está bien sentirse joven pero como vos querés empezar de nuevo no podés transmitir las lecciones de la experiencia recibida y te jactás de esa ignorancia. Nosotros, en cambio, tenemos una juventud fenomenal que conserva lazos con las generaciones que militaron, actuaron, sacaron conclusiones, escribieron e hicieron propaganda de etapas anteriores. Entonces ahora se produce la fusión. El otro día, hablando con dos chicos de 24 y 28 años, ellos estaban deslumbrados por todo lo que había hecho y dicho el Partido Obrero en los años ochenta, y yo me impacté muchísimo, porque yo los hice, pero hoy, verlo reflejado en el 2013 en ellos, es fuerte. Ellos se sienten respaldados por la historia.
Y bueno, hoy la oposición dice que “hay que ponerle un freno al gobierno K”, “vayamos por la ampliación de derechos”, responden los K, después aparece un “ella o vos”; y parece que esa fuera la agenda. Todo esto no se va a poner totalmente de manifiesto en las Primarias, pero sí en octubre. Yo estuve en la feria de Mataderos y la oposición más brutal al gobierno la vi reflejada en obreros, no en la clase media, y el gobierno vende que la clase media de acá está opuesta. Estaban enloquecidos por el impuesto al salario, muy enojados. Sin embargo se hace un relato muy diferente, de que el gobierno es fuerte en los sectores más empobrecidos. De ninguna manera es así, nadie quiere vivir con el Plan Trabajar, te lo puedo asegurar.
En los últimos años se habla mucho en la región de una unidad latinoamericana, fundamentalmente protagonizada por gobiernos afines como Argentina, Bolivia y Venezuela. ¿Esa unidad en América Latina es tal? ¿Cómo analiza este panorama?
En primer lugar no es tal y en segundo lugar no estoy de acuerdo. Yo esto lo discutí inclusive con el embajador de Venezuela en Montevideo, en una mesa redonda y con la izquierda. Esta es una integración de los regímenes sociales que existen; no es la integración de un nuevo régimen social. Un ejemplo concreto: el Mercosur. El Mercosur es la integración de los sojeros de Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay. Y en todos hay expulsión de campesinos; en Paraguay fue el pretexto para echar a Lugo, en Brasil ocurre sistemáticamente y acá tenemos los Qom, el Mocase en Santiago del Estero, los criollos y aborígenes en el departamento de Anta en Salta. Es la integración de los expulsores de los campesinos, de los sojeros, etc. La integración debe ser la integración de las estructuras revolucionadas, con una reforma agraria y demás; y esas naciones que han roto con los regímenes sociales previos o existentes ahora son las que sí se tienen que unir. A ver, hay una cosa que ocurre ahora con la firma del contrato con Chevrón: para firmar el contrato con Chevrón, la Corte Suprema Argentina liberó a Chevrón de un juicio que tenía en Ecuador por una contaminación masiva del medio ambiente, y Correa no protesta ni dice “rompo con Cristina”, no; porque hay un entendimiento recíproco. Ecuador es una economía cuya moneda es el dólar, no pasa nada absolutamente extraordinario. Y si tiene pinta de que más o menos está estable es porque es exportador de petróleo, así como nosotros exportamos soja con precios muy altos; ellos lo mismo. Y así ingresan dólares.
Entonces, la “integración latinoamericana” es la integración de estructuras negativas; de estructuras sociales que están trabando el desarrollo de América Latina y fundamentalmente de los trabajadores. Lo que hay que hacer es una integración de América Latina sobre la base de una revolución social.
El kirchnerismo publicitó fuertemente la militancia juvenil, y se ha generado una idea de que los jóvenes hoy volvieron a meterse en política como hacía mucho no pasaba. ¿Cuál es su análisis al respecto?
Los jóvenes no dejaron de militar nunca en la Argentina, desde que yo recuerdo, digamos, desde cuando yo iba a la primaria. El problema es el signo político de la militancia. Por ejemplo, en los setenta ese signo político se repartía entre la izquierda, montoneros, en donde había una participación juvenil fenomenal. Inclusive cualitativamente superior a la actual, en un punto: los jóvenes de ahora siguen direcciones políticas formadas en períodos anteriores. Los jóvenes en los años sesenta formamos las direcciones políticas a las cuales hoy siguen los jóvenes. La juventud peronista creía que Perón a la liberación nacional y Perón venía a romperles la cabeza y a defender el sistema político. Yo y la corriente política nuestra, cuando se anunció que venía Perón, dijimos que venía para hacer la contrarrevolución. Fuimos los únicos, y desafío a cualquiera. Nadie tenía la bola para decir que Perón venía al poder, aunque lo creyeran. Como todo el mundo era peronista, había que hablar para congraciarse con la gente. Nosotros dijimos “esto es demasiado grave”; Perón abre la ruta al golpe militar. Hablemos claro. Del mismo modo que hablamos claro con esta gente (por los K); cuando esta gente estatizó YPF parcialmente en realidad quería reprivatizarla; ahora está Chevrón. Lo importante de hablar claro es que vos en algún momento podés capitalizar. Podés decir: mirá, cuando todo venía mal yo te lo dije.
¡En la dictadura militar por supuesto que éramos todos jóvenes los que militábamos! Y no sólo eso, sino que cuando se empieza a ver todo ese proceso, los radicales también descubren que tenían una juventud, y se forma esta coordinadora radical de la cual salieron todos los corruptos posteriores, formándose una camarilla. La UCR con Alfonsín y la Franja Morada no sólo fue una expansión tremenda de la juventud, sino que fue la anticipación de que una juventud integrada al régimen burgués se pudre en la corrupción. En la Facultad de Económicas se morfaron los Planes Trabajar, los cobraban ellos. Shuberoff tuvo que ir a juicio por lo que robaba, y él en aquel momento (dictadura) él pertenecía a la juventud. Fueron tan corruptos al final que después del 2001 la juventud del Partido Obrero los sacó de la FUBA y no volvieron hasta ahora. Luego cuando viene Menem, hay una tremenda irrupción de juventud: la juventud neoliberal de Alsogaray. Como todo el mundo decía que íbamos al primer mundo, se entusiasmaron detrás de eso y dijeron “vamos”; y terminaron como María Julia Alsogaray y demás, todos tránfugas. Ahora los tenemos a Massa y a Boudou, los dos de ahí. Este país ha sido vivo, ha sido vivaz permanentemente.
El kirchnerismo demoró un tiempo fenomenal en tener un seguimiento de la juventud. En los primeros cinco años no pasó absolutamente nada; lo empezó a armar en la decadencia y lo hizo a fuerza de reclutarlos para puestos públicos. Entonces, en toda la historia de estas juventudes, las del kirchnerismo es la más decadente. Porque aquella juventud radical se comenzó a formar cuando estaba Bignone; no es que la apoyo, pero se formó en ese período. La de Alsogaray fue diferente porque ya estaban arriba; eran todos antiperonistas y cuando Menem les dijo “che, podemos robar todos: peronistas y no peronistas”, listo, se subieron todos al vagón. Ésta (por los K) es muy tardía, porque el kirchnerismo es un movimiento conservador: vino a que el país no se venga abajo después de la crisis, vino a constituir el viejo sistema, con modalidades diferentes pero el sistema es el mismo. Acá siguen dominando los grupos económicos que dominaron toda la vida; ni uno desapareció, y ahora además vamos a tener la compañía de Chevrón.
Y nosotros, que somos los que menos recursos tenemos desde el punto de vista del poder –los más alejados, los más criticados-, tenemos un desarrollo implacable en la juventud que es absolutamente militante. Hace dos o tres semanas, al inaugurar un local un sábado a la noche, ¿cómo empecé mi discurso?: “bienvenidos los adultos”, ¡por fin venían adultos! Para que veas el grado extremo que tenemos en el desarrollo de la juventud obrera, estudiantil, etc. Ahora se están acercando los adultos. Hace dos años, en la campaña del 2011 me paraba la gente en la calle y si bien me apalabraban diciendo que no iban a votar al Frente de Izquierda, les llamaba la atención que sus hijos sí. Eso fue una constante. Ahora, me dicen que en el 2011 no nos votaron pero que esta vez lo van a hacer porque sus hijos ya lo hicieron. Es decir que hay una conquista de adultos hecha por parte de los hijos, y esto es muy significativo. Y para mí, que soy el principal candidato del Frente y no soy un adolescente, es interesante la inspiración política que suscitamos en la juventud, con la inspiración de ideales, de honestidad, de apego a una idea.
¿Alguna opinión del Fútbol Para Todos?
El Fútbol Para Todos es un aparato de propaganda impresionante. Yo no estoy en contra de que se pueda televisar; e inclusive cuando se discute el tema de prioridades. Algunos piensan que para la izquierda, un sándwich de jamón y queso es más importante que un espectáculo. No saben lo que es la clase obrera. Los que hablan desde las otras clases sociales tienen esa visión, pero el que ha vivido en esta clase social sabe muy bien que no es así: a nosotros toda la vida nos gustó más ir a ver algo que a lo mejor un poco más de comida. Entonces, no digo que no sea prioritario, pero hay que hacer una crítica: a la gente que le gusta el fútbol quiere ir a la cancha, no quiere verlo por televisión. Así que esto también es una farsa, porque los equipos de fútbol también están dominados por mafias ligados a intereses capitalistas; siempre hay una especulación en que se conviertan en sociedades anónimas. En Huracán, por ejemplo, lo que quieren es quedarse con la cancha; para los grandes grupos económicos, que esa cancha esté en manos del club, ¡es un crimen! Entonces, vamos más lejos con el fútbol. La gente tiene que ir a la cancha y tiene que jugar más a la pelota; y eso significa clubes en los barrios, que hoy están asfixiados todos.
Remitiéndonos de nuevo en la historia ¿Cómo fue vivir los años de la dictadura del 76 para usted? ¿Cómo hizo para militar y continuar difundiendo sus ideas en el marco del golpe?
En la voluntad militante hay una dosis de inconsciencia. Es decir, uno ve los peligros pero no quiere renunciar porque es una cobardía que lo va a perseguir por el resto de la vida. Uno va; toma sus cuidados y demás, pero lo que está claro es que como uno no sabe lo que tiene planeado el otro, el enemigo, la dictadura, no puede decir que todas las medidas que tomó hayan sido suficientes. Uno indudablemente va, con un grado de inconsciencia militante, que es una forma de decir lo siguiente: me puede pasar algo, pero lo contrario es peor. Y renunciar a todo significa vivir con cobardía.
Nosotros éramos una generación acostumbrada a dictaduras. Y en esta que venía (la del 76), yo ya había anunciado que iba a ser así. Porque pocas en la Argentina se había desarrollado un cuadro militante en el movimiento obrero tan importante; entonces yo dije: estos vienen a barrer todo. Yo en ese tiempo cargaba las tintas; una vez en el Sindicato de Municipales hice hasta una descripción de cómo iba a ser Buenos Aires si los militares venían. Buenos Aires, antes de los militares, tenía una euforia ciudadana los sábados a la noche con los bares de tango, picadas, que creo que ni era comparabale a Hollywood y Soho, porque aunque puedan haber muchas cosas ahora, es mucho más burgués; vos tenés que tener la guita para ir. Allá no, íbamos todos, la pasábamos bien hasta altas horas de la noche, y vos veías que todo el mundo era más o menos de izquierda, en el sentido de ideales progresistas. Entonces, ya teníamos una preparación independientemente de la envergadura de lo que se venía; éramos gente acostumbrada. Había un trajín. Y de antes también, cuando en la época de Frondizi se militarizó el país con el Plan Conintes; yo tenía veinte años y ya me movía clandestinamente. Acá lo sorprendente es cómo nos hemos readaptado después del 83. Yo empecé a moverme con absoluta libertad y tranquilidad por el 86. Es decir que yo psicológicamente no me la creía mucho.
En la época de la dictadura nosotros teníamos un periódico que nunca dejó de salir. El golpe fue un día de semana, y nosotros a los pocos días sacamos nuestro periódico como siempre. El tema fue que nosotros comprendimos que teníamos que tener un pequeño aparato en el exterior cercano a la Argentina, porque teníamos problemas de información acerca de lo que ocurría aquí, con muchas dificultades en materia de agitación. Si vos agarrás el periódico nuestro Política Obrera, una cosa que me impacta a mí cuando lo veo es la cantidad de consultas fabriles que relata el periódico bajo la dictadura. Entonces, nosotros armamos un pequeño aparatito en donde nosotros escribíamos, armábamos y lo mandábamos todo desde Brasil hacia acá. Pero en Brasil también había una dictadura, entonces tuvimos dos allanamientos, y como consecuencia de esto, dos compañeros tuvieron que irse para Venezuela. Cuento esto porque hay gente que cree que nos fuimos por un período de vacaciones. No, no, fue un gran trabajo. Allá nos vinculamos con gente y yo fui el primero que lanzó la consigna por la formación de un PT (Partido de los Trabajadores); me involucré en la fundación del Partido de los Trabajadores de Lula contra el cual estaba la izquierda –porque Lula tenía el perfil de un burócrata sindical-. Yo tenía una relación muy estrecha con los obreros de la fábrica Scania y no creo haberlos convencido de que teníamos que impulsar lo del PT, porque en la vida de todos los días de la fábrica, Lula era como Moyano. Yo tomé la iniciativa porque veía que había una maniobra para vincular a los sindicatos a lo que era el partido tolerado de oposición de la dictadura bajo la batuta de Henrique Cardoso, y había un movimiento a rechazar eso. Lula percibió toda esta situación y cambió el perfil, entonces cuando se produjo una huelga en la fábrica Ford él fue y llamó a ocuparla –él no la llama a ocupar porque él cambió; la llama a ocupar porque hay un movimiento real del obrero que empuja a una determinada dirección-. En ese PT podíamos actuar, podíamos dar una pelea. Había en Brasil una enorme efervescencia, porque el movimiento estudiantil había salido abiertamente a las calles, con columnas y columnas de estudiantes, cuando esa dictadura históricamente había sido muy represiva. Todo en un contexto de crisis económica, en donde la dictadura no podía estar mucho más tiempo. Entonces nos habíamos involucrado y eso hizo que todavía tengamos una enorme influencia en Brasil. Al mismo tiempo de todo aquello, nosotros mandábamos el periódico a la Argentina, y lo que nadie sabe es que nosotros también veníamos acá al país. Lo que ocurre es que muchas veces uno no tiene que decir ciertas cosas para guardárselas por si en el futuro tiene que recurrir a ellas. Nosotros veníamos a reuniones, íbamos y volvíamos; y esa es la parte más difícil de la militancia: cruzar una frontera. Es mejor estar adentro del país en vez de ir cruzando fronteras. Es más seguro quedarse bajo la dictadura acá que ir, trabajar afuera y volver. Luego, con lo de Malvinas vine, tampoco esperé al 83. Vine y armamos un congreso de partidos para lanzar la propuesta del Partido Obrero, en lo que ya preveíamos que iban a ser las elecciones del 83. Durante la Guerra de Malvinas armamos una campaña en Brasil y ganamos la adhesión de la mitad del gabinete brasileño; y esto es muy importante porque a través de una actividad, demostramos que aquel gobierno estaba dividido: había un sector minoritario pero numeroso que llamaba a apoyar a Argentina y enviar ayuda material; mientras que el otro sector prefería el triunfo de Inglaterra. Esto me llevó a un debate con Fernando Henrique Cardoso en un instituto muy importante de Brasil, en el que participó además el gran economista –que murió- Celso Furtado. Cardoso se pronunció contra Argentina; Furtado y yo por la Argentina. Claro, el argumento de ellos es que teníamos una dictadura; el argumento nuestro es que la dictadura había sido puesta por Thatcher: si derrotamos a Thatcher, nos cargamos a la dictadura; en cambio si ganaba Thatcher, la dictadura podía irse o no, pero todo lo que ella le había impuesto al país iba a mantenerse: deuda externa, ocupación de Malvinas, y mucho más.
Vos agarrá Política Obrera y otro periódico que sacábamos que se llamaba Libertad Democrática, y vas a poder leer ahí lo que hoy descubren los juicios de la ESMA. Nosotros desde Brasil organizamos el boicot al Mundial, mientras aquí Montoneros y la Izquierda lo apoyaba.
Todo aquello fue una actividad muy fructífera.
¿Cómo analiza la oferta electoral de cara a estas Elecciones Legislativas? ¿Con qué se encuentra el electorado?
La gente no tiene nada para elegir. Desde el punto de vista político todo el mundo tiene planteado cómo se sale del impasse del kirchnerismo. Después de hablar tanto de nacionalismo ahora traen a Chevrón; después de hablar tanto de pesificación editan un cedín dolarizado; o sea, esto no va más. Y todos los partidos discuten eso. Y no es que hablan boludeces eh, tienen sus asesores económicos, pero no pueden decir las cosas, por eso parece que boludean. No lo hacen por boludos, sino porque son piolas. Esto una vez lo admitió Menem, ya electo presidente: “si hubiera dicho lo que iba a hacer no me votaba nadie”. Y lo que van a hacer es la devaluación de la moneda, que es el gran incentivo para volver a un ingreso de capitales del exterior, o que ellos creen que es el gran incentivo. Acá se ve de nuevo que es una crisis de conjunto, no sólo del kirchnernismo. Y ofertas electorales no hay porque son todos agrupamientos hechos de retazos. En cambio nosotros vamos bien a fondo, porque partimos de la crisis mundial del capitalismo, de la quiebra de un sistema. Te dicen “si no pagás la deuda externa te van a sancionar”, ¿quién me va a sancionar? ¿Los bancos a los que les pagamos la deuda externa que son rescatados por sus países porque están en quiebra? ¿Es una salida para la Argentina seguir desangrándose para mantener un sistema internacional que está quebrado? Por eso tampoco creo en la inversión de capitales; los capitales que van a venir acá van a ser especulativos. No va a haber una inversión de capitales para añadir a la sobreproducción mundial que hay, más sobreproducción. Hay un achique a nivel mundial, un ajuste.
Por eso la elección es muy importante. Y para el Frente de Izquierda significa entrar en ese campo explosivo en condiciones que no había desarrollado en el 2001. En aquel año, nadie sabía qué quería, para dónde iba y qué autoridad tenía la izquierda. Hoy se tiene una noción –algunos en mayor o menor medida- de lo que nosotros estamos planteando y desarrollando. Eso es lo que estamos preparando. Nosotros hemos preparado el campo de ideas. El tejido fino nuestro es aprovechar la campaña electoral para desarrollar alternativas, programas y perspectivas que cuando hagan falta van a estar presentes. Tomá el caso de Egipto: voltean un gobierno pero ¿hacia dónde va? No se ve una fuerza. Bueno, obviamente que acá no sea lo de Egipto, eso desde ya. Pero me refiero a que haya una orientación. Y ese lugar lo estamos ganando.
¿Cuáles son las principales propuestas de la izquierda?
Nosotros vamos derecho viejo al Congreso con el planteo de abolir el impuesto al salario. Y acá aprovecho para hacer una denuncia: están empezando a hablar de que va a haber una ley de impuesto a la renta financiera, se trata de una miserable maniobra porque dicen lo siguiente: el dinero que dejamos de recaudar por el impuesto al salario se lo vamos a cobrar a la renta financiera. ¿Qué significa? Bueno, primero están las primarias, entonces el Congreso no se puede reunir para discutir la renta financiera, sí el impuesto al salario. Después viene octubre, y tampoco se puede. Luego viene el verano, el receso hasta marzo. Es decir que es una maniobra para que los obreros sigan pagando el impuesto a las ganancias hasta finales de 2014, con el cuento de que van a aprobar una ley de renta financiera. Nosotros decimos que no; el impuesto al salario se elimina hoy mismo. Y ahí empezamos a discutir la renta financiera.
Más propuestas: salario mínimo igual a la canasta familiar; reducción de la jornada laboral a seis horas sin tocar en absoluto el salario de bolsillo para choferes, enfermeras y otros que estén en situación de insalubridad; el 82% móvil; y después todo el tema urbano, con una ley de reserva en cada barrio para la construcción de vivienda social, un impuesto del 90% a la especulación inmobiliaria. Por ley, la Ansés tiene que estar dirigida por los que aportan y los jubilados, y eso no ocurre, está intervenida. En realidad desde hace 40 años. Puntos fundamentales. Creo que son propuestas importantes. Con todos esos temas lo que nosotros queremos es provocar un debate sobre la organización social del país. Después te van a decir que eso no se puede por esto y por esto otro; bueno, vamos a ver: no paguen la deuda externa, por ejemplo.
¿Cómo se imagina el momento inmediato después de las elecciones?
Y… espero que a la noche de ese domingo hagamos una conferencia de prensa y que todo el mundo me pregunte por qué la izquierda avanzó tanto…