Política

De la “coherencia” de Scioli al acto de Córdoba

(*) Por Ezequiel Meler.- Dos hechos marcan la semana que pasó. Por un lado, la declaración del Consejo Nacional del Partido Justicialista que, encabezado por el gobernador Daniel Scioli, decidió apoyar de modo enfático la reforma del sistema judicial que se tramita en el Congreso Nacional. Por el otro, la cumbre del peronismo opositor, signada por presencias notables, pero también por algunas ausencias que le quitan proyección.

En el primer caso, nuevamente los partidarios y voceros autoproclamados de la ruptura del gobernador de Buenos Aires con la presidenta se han visto desautorizados. Pese a la marginación de las listas, a las críticas de los distintos funcionarios y de las principales organizaciones del cristinismo, Scioli se calzó –una vez más- el traje de amianto y decidió firmar un comunicado que tranquilamente podría haber redactado el personal de Carta Abierta. Rica en invocaciones al discurso ultraoficialista, la nota del justicialismo denuncia “la exacerbación de movilizaciones supuestamente espontáneas, inducidas por una cadena de destrucción, odio y desesperanza”, que adjudica a los “grupos concentrados”, en el marco de “una estrategia deliberada para vulnerar la voluntad popular.”

 

Horas después, llegaba la contraprestación de la Rosada. Eso sí, de plata fresca ni hablar. La provincia recibió de Nación luz verde para endeudarse por unos 1.700 millones de pesos –el presupuesto aprobado por la legislatura, como es sabido, autoriza hasta doce mil millones-.

 

Mientras tanto, convencidos de que si es por su jefe duermen afuera, varios referentes de La Juan Domingo, como Isidoro Laso, decidieron entablar negociaciones con Francisco De Narváez. Esto ocurre en el contexto de un entendimiento entre el gobernador y quien fuese su principal adversario en las tres últimas elecciones, para que hombres funcionales a su proyecto se cuelen de algún modo en las listas de candidatos y, quién sabe, tal vez en la Legislatura.

 

De Narváez, por su parte, participó del encuentro peronista disidente de Córdoba, en el que compartió atrio con Hugo Moyano, Roberto Lavagna y el gobernador José Manuel De la Sota. Al encuentro asistieron, asimismo, Luis Barrionuevo, Jorge Busti, José Pepe Scioli y el santafesino Osvaldo Salomón. Aunque se habían cursado invitaciones con los nombres de Daniel Scioli, Sergio Massa y Mauricio Macri, las expectativas en torno a la asistencia de cualquiera de ellos eran cercanas a cero. Scioli, como se ha señalado, no tiene pensado romper con el gobierno –ni ahora, ni más adelante, ni nunca-. Macri tiene su propio emprendimiento político y cree que el peronismo es el que debe ponerse a su servicio, no al revés. Y Massa respiró aliviado cuando vio la foto: saben en su entorno que el perfil del antikirchnerismo duro, con el que Balcarce 50 trató de identificarlo por todos los medios disponibles, no es lo que mejor le va al intendente de Tigre.

 

En efecto, el tono del encuentro cordobés fue de extrema dureza con el gobierno, algo que se entiende por cuanto responde a las mejores necesidades de sus asistentes. De la Sota, enfrentado con el kirchnerismo desde hace tiempo, controla el partido justicialista local y sólo tiene que preocuparse de un eventual repunte radical. Moyano, que hace poco lanzó su pata electoral, sabe de la necesidad de darle sustento para no pasar (demasiados) papelones. Y Lavagna, que tiene virtualmente cerrado el acuerdo con Macri en la Capital, no quería mostrarse como un candidato PRO, y necesitaba para ello de algún respaldo sólido en el seno del peronismo. Todos obtuvieron lo que querían.

 

La clave del encuentro, con todo, estuvo en la presencia de De Narváez, que aparece como referente de ese espacio ideológico de oposición en la provincia de Buenos Aires. El colorado aspira a repetir la experiencia de 2009, cuando virtualmente sin estructura alguna venció a Néstor Kirchner y a Daniel Scioli. A su favor, cuenta con la caída estrepitosa de la intención de voto del oficialismo en la provincia, así como con el discreto apoyo que pueden brindarle el gobernador de Buenos Aires y parte del sindicalismo que responde a Hugo Moyano. En contra, sin embargo, debe computarse el fuerte techo de su performance electoral –en torno a los treinta puntos, que se reducen a quince si juega Massa-, la ausencia de anclajes territoriales en las principales secciones electorales, y la virtualidad de su discurso político: como por razones tácticas no puede disputar votos con el sciolismo, toda su campaña se ha reducido a la lucha contra una inverosímil reforma constitucional que habilite por un nuevo mandato a Cristina Fernández. Y eso es poco para las aspiraciones de los bonaerenses.

 

Como anticipábamos ya en enero en este medio, todos los caminos del laberinto peronista siguen conduciendo a Tigre. De lo que allí se decida en los próximos quince días dependerá la suerte del principal distrito electoral del país.

 

(*)Profesor universitario. Analista político

 

Martín Lousteau, durante el debate de los fondos reservados de la SIDE de Javier Milei. 
Anabel Fernández Sagasti, senadora de Unión por la Patria, durante el debate sobre el presupuesto de universidades. 

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