La versión oficial fue transmitida por su vocero, Fernando Pazos, quien advirtió que Gray ya no se referiría más al tema, al que inscribió dentro de una “operación de prensa.” Nada de esto estaría fuera de habituales juegos del poder en tiempos pre electorales si no fuera porque las versiones tienen su origen en despachos oficiales vecinos del intendente de Esteban Echeverría.
La de esta segunda semana de abril que recién comienza coloca a Hilda Granotti de nuevo en la antesala de su salida de la secretaría de Hacienda una vez que el Departamento Legislativo convalide la rendición de cuentas correspondientes a la ejecución presupuestaria del año 2012.
Se trata de un mero trámite administrativo iniciado el mediodía del 5 de abril sin la necesidad de esperar que el Intendente dejase abierto el período de sesiones ordinarias el día 8: el oficialismo tiene 18 de los 20 ediles que conforman ese cuerpo. Se descuenta que para la tercera semana de este mes el expediente ya habrá salido del Departamento Legislativo.
Como confirmaron fuentes irreprochables del Municipio a “Letra P” (ver “Gray limita el alcance de los cambios en su gabinete”) Granotti estuvo fuera del cargo entre el 8 y el 10 de marzo. Ese viernes recibió la comunicación que su renuncia era una de las pocas aceptadas de las pedidas a todos los funcionarios jerárquicos y por eso el domingo concurrió al despacho que abandonaría a retirar efectos personales.
Pero algo cambió y el lunes 11, en la versión oficial del Municipio, y el 14, en un gesto poco habitual en ella, efectuó declaraciones a un portal de noticias sobre la inversión prevista este año en el área de Seguridad.
No tuvo la misma suerte uno de sus más estrechos colaboradores, Juan Galiotta, director de compras, reemplazado esa misma semana por Hernán Fredes, amigo del intendente por propiedad transitiva con una persona de su estrecha confianza que los contactó.
Galiotta era el responsable de esa dependencia, una de las más afectadas por el incendio que el pasado 28 de diciembre se desató en el Cuarto Piso del Palacio Municipal, donde se encuentran ubicados también los despachos de los secretarios de Gobierno y de Hacienda.
Las llamas no solo destruyeron documentación relacionada a la rendición de cuentas, también avivaron el fuego de un verano que los pronósticos anticiparon como caliente: quienes dentro de la gestión de Gray urgen por la salida de Granotti ponen en foco el período de vacaciones en que su firma quedó a cargo de su patrocinador en Echeverría, Alberto Auruccio.
Que algunos papeles se hayan vuelto cenizas no impidió, sin embargo, que sectores de la oposición sin representación legislativa en el Concejo detectasen un notable incremento de proveedores del Estado Municipal con domicilio en el vecino distrito de Almirante Brown, que casi se triplicaron durante la gestión de Granotti: pasaron de 50 a 130. Granotti y Auruccio, quien la recomendó en el 2009 a Gray, viven en Almirante Brown.
La renuncia de Auruccio a la secretaría de Gobierno en febrero (ver “Giustozzi presionó, el Gobierno atendió y Gray cedió”) despertó la contenida algarabía del Intendente con su equipo más íntimo: Pazos, Yanina González, secretaria de Desarrollo Social, y Fabiana Bertino, quien los sustituyó en el cargo.
Bertino, de acuerdo a rumores que circulan en el Palacio Municipal es quien más se vería obligada a insistir con poner en sintonía al Municipio con “cambios estructurales del proyecto nacional” por su pertenencia política a “La Cámpora.” Dirigentes de esa corriente no descartan, incluso, forzarla a convertirse en competidora de su jefe político en el 2015.
Lo que ofrece una lectura más inquietante del plazo que se auto impuso Gray para introducir nuevas modificaciones entre sus colaboradores. Procedimiento que haría con la calma de ver ratificada, como se especula, la holgada mayoría del oficialismo en el Concejo Deliberante.
Lector ávido de encuestas, de seguro aguardará con inquietud las mediciones que esta semana comenzarán a ver la luz con un ánimo que no es el mejor entre intendentes de la Tercera Sección Electoral que no fueron afectados por las inundaciones aunque sí alcanzados por el efecto post traumático que atraviesa ahora a todas las versiones del oficialismo en esa región.
La primacía electoral y la falta de opciones electorales a la vista en las que cimentó su poder no es un cálculo que resulte ajeno a sectores de la Casa Rosada que, tal vez, no objeten, la jugada que viene analizándose en el distrito vecino de Ezeiza donde Alejandro Granados, su intendente, al menos no habría recibió un veto categórico a la intención de establecer algún tipo de competencia política con Gray.
Eso fue lo que se encargaron de hacer circular con discreción entre grupos K sin afinidad con el gobierno municipal algunos de sus operadores más directos. Para otro Intendente del oficialismo, que pidió obvia reserva, no se trata de un imposible en vista de la supuesta poca simpatía que Granados expresaría por Gray en algunos ámbitos políticos.
Las tensas relaciones entre pares de la región no es una novedad pero sí lo es que la intromisión de uno en el distrito de otro no amerite sanción, siquiera moral, de parte del oficialismo quien mantuvo el status quo que caracterizó al sistema de decisiones duhaldista en el Conurbano pese a bañarse cada día desde el 2007 en el eslogan de promover un cambio en la política que no pasó de ser el de elencos propios por otros más ajenos.
Granados es una excepción a esa regla: sobreviviente de aquel viejo régimen pero pronto reconvertido al nuevo, mantiene como constante la aspiración de extender sus dominios hacia Esteban Echeverría, lo que no deja de ser paradójico. el distrito que administra es un desprendimiento de aquel y junto a Presidente Perón, Ituzaingó y Hurlingham, los cuatro nuevos creados bajo el segundo turno de Eduardo Duhalde en la gobernación bonaerense.
El dueño del mítico restorán “El Mangrullo”, quien ya había intentado sin que prosperase el mismo procedimiento en tiempos de Alberto Groppi: la orfandad de una dirigencia política capaz de pensar el desarrollo del distrito fue lo que selló la suerte del viejo y enfermo caudillo vecinalista y propició la instalación de Gray.
Granados apostaría a dejar en evidencia que después de un lustro es un problema que está lejos de resolverse: el efecto búmeran que, como un síndrome, afectaría a Gray podrían servirle de evidencia a sus argumentos. No deja de ser cuanto menos curioso que ahora sea él quien resista la profundización del cambio que, puertas a dentro de su Gobierno, se encargó de promover.