Es que, en la provincia en particular, la paritaria docente es la que marca la pauta de negociación para los gremios estatales que nuclean a los trabajadores de la administración pública.
Según apuntan desde el arco opositor, las peleas internas del oficialismo K deberían arreglarse puertas adentro, para no terminar involucrando a los más de 4,5 millones de alumnos bonaerenses que probablemente se queden sin clases el lunes próximo, a raíz del preocupante conflicto entre los sindicalistas del sector docente y los funcionarios de la Provincia, por la indefinición de la pauta salarial.
En el denominado “minuto a minuto”, Scioli espera poder charlar con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. “En líneas generales, la relación actual con el gobierno nacional es fría. El problema es la ausencia de diálogo, y encima algunos trasnochados parecen querer empujar a Daniel a una reacción rupturista”, comentan en calle 6.
Claramente, la Provincia no tiene “recursos propios” para poder afrontar la suba del 22 por ciento, con la que decidió unilateralmente cerrar la paritaria nacional el ministro de Educación, Alberto Sileoni. De acuerdo a los números que manejan en la tesorería bonaerense, la oferta salarial posible para los docentes llegaría a un 7 u 8 por ciento. Eso justificaría la no convocatoria de la administración sciolista a una nueva discusión paritaria, sin antes no tener el compromiso de ayuda del Estado nacional para hacer una propuesta seria.
En la gobernación sostienen que los interlocutores de la Rosada hacen silencio de radio también a la espera de la decisión presidencial de manifestar voluntad de colaboración financiera con la Provincia, antes de que quede sentenciado el paro docente por falta de diálogo con el Ejecutivo.
El posible no inicio de clases que podría disponer el Frente Gremial Docente dentro del sciolismo se lo atribuyen al “puntero del kircherismo” y líder sindical del SUTEBA, Roberto Baradel, quien además estaría forzando una protesta para revalidarse internamente en la CTA oficialista. En una línea de crítica férrea a la Provincia, el barbado dirigente –alineado al gremio nacional que encabeza Hugo Yasky– le pasó toda la responsabilidad del inicio del ciclo lectivo 2013 a Scioli.
El Frente Gremial Docente ya advirtió que la vuelta a las aulas aparece cada vez más lejana. De hecho, el gremio de la CGT, Udocba, convocó a un paro de 72 horas para la semana que viene. Incluso, y aun sin números concretos sobre los cuales discutir, la jefa sindical de la FEB, Mirta Petrocini, afirmó que si la propuesta que acerca la Provincia estaba en consonancia con lo decidido por el gobierno nacional — incremento, en tres tramos, del 22 por ciento–, esa oferta también será rechazada de plano.
En el trazado de estrategias gubernamentales, en el entorno de Scioli evalúan que, inicialmente, ese costo político podría ser absorbido por aquellos “docentes” que se terminen sumando a un paro de actividades desplegado por protesta sindical. Ahora bien, ante una posible extensión del conflicto, el gobernador también puede resultar afectado en términos de “imagen positiva”.
En La Plata, algunos sostienen que la discusión que la Provincia instaló en enero pasado –cuando, en búsqueda de fondos para paliar la estructural crisis financiera, pidió que en el más alto nivel nacional se revean los porcentajes coparticipables que se transfieren y el tope que fija un techo al Fondo del Conurbano– puede terminar “victimizando” a Scioli y dañar aún más la imagen presidencial.
Independientemente del inicio o no de las clases sobre el mapa bonaerense, Scioli parece haber ingresado en un resbaladizo laberinto con dos salidas posibles. Optar, aun sin convicción, por el camino de la subordinación política ante la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, para obtener gobernabilidad en la Provincia, o transitar hacia un escenario de ruptura antes de que puedan debilitarse sus aspiraciones presidenciales.
Hoy por hoy, la primera opción se impondría en la mayoría de las apuestas. Se sabe, el terreno del enfrentamiento político no está en el ADN de Scioli. Ello, además, pondría en riesgo la salud institucional de la Provincia.
El dato tal vez más relevante aportado desde la jerga política es aquel que no pocos olfatean. “Scioli se prepara para hociquear ante la Rosada, en procura de obtener mayor gobernabilidad en la Provincia”, dicen.
En los últimos días, diversos actores del sciolismo disminuyeron las señales de que el sector podría participar con listas propias de candidatos en las elecciones legislativas de este año. El gobernador pretendía un acuerdo con la Casa Rosada en el armado de las nóminas de postulantes a la Legislatura bonaerense por el oficialista Frente para la Victoria K, que le asegurase “gobernabilidad”.
Está claro que detrás de ese concepto sobrevuela el paisaje platense la desconfianza interna de que sectores del ultrakirchnerismo “salvaje” generen movidas para intentar desplazar a Scioli de su cargo en la Provincia.
La recientemente difundida “reunión en secreto” que el gobernador mantuvo en su casa de Villa La Ñata con el exvicepresidente Julio Cobos sacudió todavía más el avispero oficialista. “La cena a solas fue un acto de torpeza o de audacia política, según el cristal con que se mire la película”, diagnostican.
“No hay dudas que la información la filtraron con picardía los Rosados, para endilgarle un gesto de infidelidad a Daniel”, señalan desde calle 6, pese a que la primera reacción del sciolismo fue negar dicho encuentro con el mendocino Cobos. Un par de horas más tarde, el jefe de Gabinete provincial, Alberto Pérez, les contestó a los funcionales nacionales que querían saber de qué se habló en esa cena, que sólo tenían que leer los cables de Wikileaks “para darse cuenta que Scioli tiene el mismo discurso público y privado”.
En la lógica política K, los gestos de lealtad del gobernador son “superficiales”. Por eso, prematuramente concluyen que definitivamente Scioli no va a ser la “continuidad” del proyecto nacional que conduce la presidenta Cristina.
Voceros gubernamentales platenses calificaron de “insólito papelón” que el ministro Julio De Vido haya utilizado el aparato de comunicación institucional del ministerio de Planificación Federal para exigirles a dos exvicepresidentes que dijeran de qué hablaron en la cena “privada”, ya que Cobos había hecho público su encuentro con Scioli.
“No era el momento de cenar con Cobos”, señaló el senador bonaerense Emilio “Taca” López Muntaner –Frente para la Victoria– antes de señalar que Scioli busca mostrarse “como un hombre de consenso”. Horas antes, también se había sumado a la “ola de repercusiones” el vicegobernador K, Gabriel Mariotto, aunque en las últimas horas se entretuvo con una polémica. La posible reelección del exteniente coronel del Ejército, Sergio Berni –actual número 2 de la ministra Nilda Garré en la cartera de Seguridad nacional– en la vicepresidencia primera del Senado bonaerense despertó una ola de rumores políticas. Las autoridades quedarán definidas mañana, durante una sesión preparatoria donde se ratificarán las autoridades de la Cámara Alta en medio de la interna del bloque oficialista K. De confirmarse la movida por la continuidad de Berni –aún en licencia en su cargo como legislador provincial–, seguirá siendo el tercero en la línea de sucesión gubernamental.
La disputa por la “lealtad” de los intendentes bonaerenses sigue sumando capítulos. Así es como el ministro nacional De Vido ofrece fondos frescos a municipios. Por ejemplo, el intendente bahiense Gustavo Bevilacqua firmó un acuerdo para avanzar en las obras del Plan Más Cerca, donde en una primera etapa se invertirán 24 millones de pesos en agua potable, cloacas y mejoras de unidades sanitarias.
Días atrás, un polo de alcaldes municipales, legisladores nacionales y provinciales y dirigentes del peronismo alineados a la Casa Rosada protagonizaron una masiva reunión en La Matanza para reafirmar su respaldo a la conducción política de la presidenta Cristina de K, y de paso avanzar con el armado de este nuevo sector de la vida interna partidaria que, por ahora, no contiene al sector del gobernador Scioli ni al Frente Peronista Renovador del tigrense Sergio Massa.
Encabezados por el diputado nacional Julián Domínguez, y con el matancero Fernando Espinoza como anfitrión, el “grupo Santa Teresita” resolvió que el 9 de marzo próximo volverán a verse las caras para empezar a hilvanar la expresión distrital a la hora del armado de las listas legislativas del oficialismo K en la provincia. Las dos caras visibles de la Sexta fueron el dirigente bahiense Dámaso Larraburu y el jefe comunal de Tornquist, Gustavo Trankels.
(*) Periodista, columnista de La Nueva Provincia