Parece mentira que se repita esta escena año tras año en el casco urbano platense y que no se pueda controlar ni evitar el embotellamiento que producen los conductores que llevan y van a buscar a sus hijos diariamente a los respectivos colegios.
Los controles municipales son intermitentes, y ni siquiera cuando los agentes de tránsito se ubican en las puertas de las escuelas los conductores dejan de violar las leyes, ya que estacionan en doble fila -y hasta en triple, por momentos- o dejan el auto con las balizas encendidas sobre las esquinas, ocasionando trastornos importantes para el resto de los coches que circulan también por la zona.
Hoy -a la mañana y sobre todo al mediodía- se volvió a vivir esta situación y muchos de los conductores -y hasta peatones- que transitaban por los distintos colegios reclamaban desde temprano la presencia de control urbano, para ordenar e impedir que los padres de los alumnos obstruyan la libre circulación de los vehículos.