Elecciones en Venezuela: la sucesión y la sombra del “Caracazo”

Destacando que a diferencia de los líderes del poder económico, los políticos deben refrendar su poder cada dos años en elecciones libres, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner – fuerte aliada del Presidente venezolano Hugo Chávez Frías – no se privó de señalarle en la reciente cumbre del Mercosur realizada en Brasilia, en ese tono tan femenino que mezcla ironía con seducción que “Dieciséis elecciones ya eran muchas”. Las risas del auditorio, ocultaron lo obvio. Dieciséis elecciones son demasiadas aún cuando sean inapelable referencia de legitimidad popular.

Pero el Coronel bolivariano no supo, no pudo o no quiso generar su propia sucesión y en esto no se distingue de otros líderes políticos inclusive de la propia CFK que, entre otros, afronta graves problemas políticos por la ausencia de un heredero claro.

 

Ni siquiera es un fenómeno moderno. Francisco Pizarro conquistó con relativa facilidad el Tahuantinsuyo (comúnmente conocido como Imperio Inca) no solo por sus méritos propios (que los tuvo) sino porque arribó a lo que hoy es Perú en momentos en que el Imperio se desangraba por la pelea por la sucesión del trono de Huayna Capac.

 

Es probable que pese a este abuso de su poder Chávez igualmente triunfe en las elecciones que se están desarrollando en estos momentos. “La aristocracia venezolana ha sido tenebrosa” me explica una experimentada periodista internacional y la Revolución Bolivariana (como en su momento le paso en estas tierras a la Revolución Peronista, de tantas similitudes y diferencias con la de Chávez) juega con esa ventaja, durante años con viento económico a favor (como en los dorados 70`de los petrodólares) o en contra (como en la caída del precio del oro negro en los 80`) el grueso de la población venezolana, de la cual el 74% está en la pobreza, solo obtuvo palos, desprecio y alguna que otra limosna de parte de sus gobernantes.

 

Entonces el Comandante, con sus misiones sociales, su reducción de la pobreza extrema y sobre todo su empatía social y cultural con el venezolano promedio es, a pesar de las graves fallas de gestión que son evidentes, infinitamente superior al pasado (cada vez menos) reciente.

 

No es casual entonces que Enrique Capriles Radonsky, candidato de la amontanada oposición que aglutina bajo el amplio manto del hartazgo a Chávez tanto a ex aliados izquierdistas del bolivariano como a sus eternos enemigos conservadores y derechistas, haya destacado que dará continuidad a las políticas sociales de Chávez, sabe que las esperanzas de muchos venezolanos es que si hay cambios sea para modificar lo malo y mantener lo bueno. Justamente lo que nunca o escasas veces sucede en escenarios políticos tan polarizados.

 

Predecimos entonces que ganará, una vez más, el carismático Coronel que como otro Coronel tiempo atrás en Argentina supo por convicción o conveniencia o por ambas motivaciones, ponerle atención a los que nunca nadie lo había hecho. La sombra del “Caracazo”,  la feroz y nunca investigada represión a los marginados caraqueños que hambrientos y desesperados bajaron en febrero de 1989 de los cerros a saquear supermercados, todavía es más fuerte para muchos venezolanos que las promesas de la oposición.

 

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