Razones para dejar (un poco) la pegatina y pasarse a las redes

Que las redes sociales están revolucionando las relaciones no es novedad. Tampoco es novedad que gran parte de la población le dedica varias horas a “ver” qué pasa ahí pero, sobre todo, a vivir en ellas. En este sentido, si son parte de la cotidianeidad, ¿puede la política quedar fuera de esto? La respuesta es no. Pero, ¿por qué?

 

En primer lugar, permiten una comunicación directa, uno a uno de los gobernantes y candidatos con los ciudadanos. Además posibilitan que se genere un vínculo directo e inmediato. A través de ellas se puede visibilizar la gestión, generar sensación de cercanía pero sobre toda las cosas, ofrecen la posibilidad de segmentar los mensajes que se quieran transmitir y eso hoy es fundamental. Las redes proponen un entorno participativo, con autores y lectores entremezclados; un receptor activo que busca, investiga, enlaza, hiperenlaza, opina, contesta, contrasta y crea contenidos a partir de otros ya existentes, consideró David Caldevilla Domínguez en La política se introduce en las redes sociales.

 

Por esto, la aparición de las redes sociales en la actividad política generó una transformación total en la forma de comunicar. Sin embargo, como señaló Francisco Vacas en Comunicación Gubernamental 360º, este cambio es fácil de entender pero muy difícil de asumir para quienes eran los más favorecidos con el sistema jerárquico de comunicación, en donde a través de un acto de gobierno y medios de comunicación se daban a conocer las noticias. “En internet no hay centro nodal de emisión, como en la radio o la televisión (...). Existen más fuentes de información que nunca y hay más información que nunca”, explicó.

 

Vayamos a las redes. Cada red social tiene un público diferente y diversas maneras de contar. Twitter es la red más politizada, es un canal de comunicación y de intercambio de información que cuenta con un flujo de noticias de renovación constante. Las conversaciones suelen darse a raíz de noticias nacionales e internacionales. La ironía es uno de los rasgos que lo caracterizan.

 

Por otro lado, Facebook es una plataforma más amplia, que funciona como lugar de encuentro donde se intercambia y comparte información. A través de la función “vivo” se pueden transmitir actos de campañas, inauguraciones o eventos sociales. En el caso de Instagram, los usuarios lo prefieren para compartir momentos de la vida cotidiana. Se la considera como la red con contenidos blandos, con mensajes cálidos, fotos de paisajes, de eventos y del entorno familiar.  

 

Entonces, ¿es importante que los dirigentes manejen estas redes sociales? Si, porque un buen desempeño en cada una de ellas permite el acercamiento directo con los ciudadanos, una difusión clara e inmediata y generar vínculos con sus seguidores. Los ciudadanos son, ahora, los mayores productores de datos, debido a que su actividad diaria, sus hábitos de consumo, relaciones y opiniones están en sus cuentas. No escucharlos, no interacturar con ellos es similar a dejar un volante casa por casa sin haber podido hablar con algún vecino.

 

Las nuevas tecnologías de la información permiten que la población receptora de los mensajes políticos sea hoy también emisora de mensajes hacia ellos. Luis Guillermo Babino indicó que uno de los mayores desafíos de los gobiernos es aprovechar las potencialidades que dan estas redes para comunicar el proyecto, los actos y sobre todo escuchar las demandas y expectativas de la sociedad. Entender esta diferencia es fundamental para la comunicación política. Ya no solo se comunica sino, y sobre todo, se escucha. Hay muchos que tienen algo para decir y que quieren ser escuchados. Pensar las redes de la misma manera en que se piensa un acto político es un error. La comunicación es uno a uno.

 

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