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Como ya había ocurrido con La Niñera (Telefé, 2004) unos años antes, Casados con hijos (Telefé, 2005-2006) logró con mayor éxito la adaptación de un formato internacional a las características de la ficción local. Allí, las pautas generales de la sitcom original de Sony Married with Children (una familia disfuncional y fracasada) se combinan con rasgos identificables para la audiencia local con la presencia de Guillermo Francella, un capo cómico reconocido y aspectos en el guión adaptado que remiten a una larga tradición costumbrista, habitual en la ficción nacional. Durante dos temporadas el programa alcanza los 215 episodios y reposiciones relativamente exitosas que llegan hasta la actualidad, 14 años después.
A lo largo de la última década y media Telefé utilizó la sitcom como un comodín que emitió indistintamente de forma diaria o semanal y con extensión variable, según las necesidades de la programación.
En los últimos ocho años Telefé emitió 1512 episodios de la serie, cubriendo a bajo costo cerca de 40 mil horas de aire. Aunque como se observa en el gráfico, los niveles de audiencia y share, según las mediciones que realiza Kantar-Ibope Media, fueron menguando cada año, el rendimiento está a tono no solo con la caída de la audiencia televisiva en general, sino más particularmente con las mediciones del propio canal: en 2018 la programación total de Telefé midió 7.5 puntos de ráting y 15.7 de share, mientras que Casados con Hijos logró casi 6.0 y 12.5%, respectivamente. Es un producto claramente rentable y largamente amortizado por el que el canal solo abona derechos de repetición a los intérpretes y la casa productora original.
La audiencia de la sitcom se divide en partes iguales entre hombres (50.4%) y mujeres (49.6%), un hecho inusual para la ficción televisiva que, con contadas excepciones, es un producto más consumido por mujeres. Según datos del Observatorio Iberoamericano de la Ficción Televisiva (Obitel), en 2017 las cinco ficciones más vistas tuvieron en promedio un 60% de audiencia femenina y 40% masculina. En cuanto al nivel socioeconómico de los espectadores de Casados con Hijos, el 63% corresponde a los segmentos C3 y D, los de menores ingresos, y apenas el 15.3% al segmento de mayor poder adquisitivo. En este punto no se distancia demasiado de las generales de la ley para la ficción televisiva nacional.
Un dato saliente es la composición etaria de la audiencia de la serie. Más del 70% de los espectadores tienen hasta 24 años. Este dato es relevante por tratarse de un contenido que tiene más de 14 años, por lo que la mayor parte de sus espectadores actuales tenían diez años o menos, o no habían nacido cuando la serie se estrenó en 2005. Los datos muestran que lejos de subsistir gracias a la avidez de una audiencia nostálgica, la serie resiste el recambio generacional y es mayormente adoptada por jóvenes que en muchos casos la descubren en alguna de sus numerosas repeticiones. La juventud de la audiencia, sumada a su relativo éxito en términos de ráting, explica además la insistencia del canal en reponer el contenido, ya que se trata no solamente de un segmento demográfico codiciado por la industria de la publicidad sino, también, el más dispuesto a migrar hacia el consumo audiovisual en otras pantallas, ante una televisión lineal que en términos generales envejece año a año.
La versión teatral de la serie, que se anuncia a altos costos el ticket para las vacaciones de invierno de 2020, se explica en que buena parte de su audiencia se encuentra en edad escolar. Lo significativo, y que hace a Casados con hijos una rara avis en la televisión es su capacidad de envejecer y ser a la vez uno de los productos más jóvenes en la grilla del canal. En líneas generales el humor de la serie envejeció, en particular la representación que allí se hace de la mujer, la homosexualidad, la prostitución, la obesidad, las relaciones intrafamiliares, entre tantos otros. La serie desentona en el coro de ficciones que programa el mismo canal y recogen en clave políticamente correcta temas de la agenda pública como el feminismo, la identidad de género o la violencia y exclusión. En medio de la corrección que la circunda, Casados es un permitido que en su isla de humor (ahora) incorrecto se encamina a integrar el selecto club de los contenidos de culto a los que no se juzga con perspectiva histórica, y que conecta con algo de lo que todavía somos.