Mientras el Presidente de la Nación, Mauricio Macri, daba un último manotazo de ahogado, y anunciaba su pedido al FMI para que adelante los fondos acordados, la gobernadora, María Eugenia Vidal, intentaba encapsular su gestión, y alejarla de los malos pronósticos.
Ese miércoles, instalada con su gabinete en Rojas, un distrito pequeño ubicado en el norte de la Provincia, la gobernadora ordenó su agenda en el interior.
La decisión, aunque no fue necesariamente adrede, le permitió estar lejos de la movilización que protagonizaron en las puertas de la Casa de Gobierno, los gremios estatales, docentes, médicos, judiciales y los Astilleros.
Unidos, los sindicatos buscaron hacer una primera demostración de fuerza, y anunciaron la continuidad de ese plan de lucha.
Acostumbrada a sortear el malestar sindical, a Vidal por primera vez le comienza a pesar la batalla, atravesada por las turbulencias económicas provocadas por el gobierno nacional.
Como si hubiera sacudiendo el vaso para dejar en evidencia que esta medio vació, Macri provocó con su anuncio el fin del optimismo vidalista.
Entre ministros y legisladores de Cambiemos, ya nadie confía en poder sostener las metas impuestas por el FMI, incluso, la gran mayoría ni siquiera sabe cómo lograran aprobar el presupuesto y sostenerlo luego en un año electoral como es 2019.
Acá no ha pasado nada.- La tormenta, que nadie sabe si tendrá un final, no modifica el semblante de Vidal que sostiene su discurso moderado y mantiene distancia de los anuncios de su Presidente.
La gobernadora logro mantener el ritmo de su agenda territorial, aunque con un diagrama cada vez más cuidado.
“La oferta que hicimos es la que podemos pagar, la que podemos cumplir” afirmó la mandataria el pasado miércoles, a pocas horas de haberse concretado la marcha multisectorial donde los gremios de la educación tuvieron un rol protagónico.
Al igual que durante el primer semestre del año, cuando seguía la línea nacional y se amarraba a un aumento del 15% anual aunque se preveía una inflación más potente, Vidal sostiene ahora, a costa de la propia realidad, una oferta que apuesta a la baja salarial.
“Es lo que podemos pagar” repite, y despega el salario de la situación económica del país, como si fueron escenarios diferentes.
Desde su entorno inmediato desacreditan tormentas, aunque ya nadie puede dar certezas de cuando se calmarán los mercados, se aquietará el dólar, y se reactivará la economía.
Ya saben que el ajuste bonaerense calculado en 25 mil millones de pesos, será bastante más importante.
Lejos de la tormenta.- Desde el entorno de la mandataria mantienen un discurso de tensa calma, y apuestan a cubrir a la jefa de cualquier huracán. Pero el paraguas no llega a los ministros, muchos de los cuales padecen la reacción popular.
Gabriel Sánchez Zinny, el titular de Educación, es quien soporta con mayor frecuencia los reclamos de gremios, docentes y hasta padres. La muerte de la vicedirectora y el auxiliar docente, por la explosión de una garrafa en la escuela 49 de Moreno, fue una suerte de límite, que animó hasta a los más cautelosos para el reclamo.
En su última incursión territorial en una escuela de Salto, Sánchez Zinny volvió a toparse con docentes que le reclamaron por la falta de insumos básicos, el mal estado de escuelas, y hasta el escape de gas de uno de los establecimientos. El funcionario, como tantas otras veces, no tuvo respuestas, aunque esto no evitó la suerte de escrache por las redes.
Vidal logró mantener su ritmo de recorridas, visitas sorpresas, y reuniones de gestión, aunque más herméticas que antes. Pero recibe, como fue la causa por aportante truchos, estocadas directas fruto de su excesivo personalismo.
Vidal concentra la gestión en su persona, y son pocos los ministros que ofician de voceros de sus carteras. La gran mayoría sostiene un estricto perfil bajo, casi hasta la exageración.
Esto que sirve para evitar filtraciones, se torna contraproducente cuando sucede algún problema.
“Funciona más como una ministra que tiene secretarios que como una gobernadora que debe sobrevolar todos los temas, pero descentralizando responsabilidades” comenta a este portal un dirigente de Cambiemos, con cierto tono crítico a su jefa política.
Desde la mesa chica de la mandataria, sin embargo, sostienen la continuidad del relato, aún en medio de las turbulencias. “Sensibilidad con la gente, mano dura con las mafias” sería la síntesis de la imagen que se difunde de la mandataria. Una lógica que ahora, en esta nueva coyuntura, ninguno de los oficialistas se animan a pronosticar hasta donde dará resultado.