Conquistas y cacerías en la gestión Bullrich

A un mes de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. La autora es militante de la agrupación H.I.J.O.S. Provincia de Buenos Aires.

Santiago Maldonado está desaparecido desde el 1 de agosto. No era solo un artesano. Era una persona que sentía la injusticia y sufría por la violencia que a la vez sufría el pueblo mapuche. Por eso, el día de su desaparición, acompañaba a la comunidad Pu Lof en Resistencia de Cushamen del Pueblo Mapuche en la provincia de Chubut. Esa comunidad viene realizando demandas desde el año 2015 por su derecho al territorio, que viene siendo sistemáticamente comprado/usurpado/apropiado por grandes grupos económicos, en este caso por la firma multinacional Benetton, aquella que perversamente se muestra diversa y multiétnica en sus publicidades, pero que hace sus fortunas, con las cuales paga sus publicidades, a fuerza de explotación de “mano de obra barata”, de trabajo infantil y de la usurpación de tierras a esas gentes diversas que tanto le gusta exhibir como algo “exótico” y simpático en sus avisos.

 

El día que desapareció Santiago, esa comunidad estaba reclamando también por la liberación de su lonko (líder) Facundo Jones Huala, que ha sido acusado de muchas cosas, todas relacionadas con actos de defensa frente a la violencia patronal y estatal. También fue acusado de pertenecer a una organización denominada RAM (Resistencia Ancestral Mapuche), caracterizada por el gobierno como “terrorista” con vínculos internacionales. Esto fue desmentido y, desde lo que sus abogados caratulan como una aberración jurídica, Facundo se encuentra detenido ilegalmente desde junio. Facundo está detenido ilegalmente al igual que lo está Milagro Sala, desde más de 500 días, a la que, si bien le otorgaron la prisión domiciliaria, lo hicieron en una propiedad que no cuenta con las condiciones mínimas de habitabilidad, profundizando la perversión que los caracteriza en ese estado de excepción jujeño.

 

Una semana antes de la desaparición de Santiago, Facundo había afirmado, en una entrevista desde la cárcel, que “la conquista del desierto aún no ha terminado” y había advertido: “No dejaremos de luchar por la tierra y aumentará la represión”. Una semana después, no sólo continuó la represión, sino que comenzó más fuertemente el operativo que viene sosteniendo paso a paso la Alianza Cambiemos desde que llegó al gobierno: el operativo de instalación del miedo y la desmovilización a partir de casos ejemplificadores.

 

Tras el “despeje” violento de la ruta por parte de Gendarmería (realizado bajo orden judicial), pocas horas después, el 1 de agosto, de madrugada y sin orden judicial, un operativo entró en la comunidad violando alambrados, abriéndose paso con balas de plomo, a escopetazos, quemando y destruyendo las pertenencias de la comunidad Pu Lof, donde habitan unas treinta personas. Este operativo estuvo a cargo de Pablo Noceti, abogado de genocidas de la última dictadura y hoy jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, quien, con todos sus apellidos, forma parte de aquella minoría de familias beneficiadas por el reparto de tierras de la Conquista del Desierto (1878-1885) a cargo del general Roca, quien, junto a otros militares, llevó a cabo lo que muchos consideramos el primer genocidio de nuestra historia. En una entrevista dada de manera anónima, quienes estaban presentes esa noche afirman: “Nos estaban cazando. Alumbraban para dentro del campo y donde nos veían, nos tiraban”. Es decir, la cacería vuelve a ser, como en los años de la conquista, la palabra más acertada para definir la experiencia corporal que vivieron esa noche. Santiago Maldonado estaba con ellos y fue cazado. Vivo. Fue cazado vivo. Uno de los testigos cuenta que se escuchó: “'Agarren a uno, agarren a uno'. Y el jefe del operativo gritaba: 'Tirales, tirales'”. Muchos lograron escaparse. Santiago no. Fue el momento en que varios escucharon “tenemos a uno” y Santiago era golpeado y subido a un unimog, luego trasladado en medio de un cordón de gendarmes a una camioneta con el logo de Gendarmería y llevado quién sabe a dónde.

 

Así los hechos y Santiago continúa desaparecido. Continúa desaparecido porque ése era el objetivo de quienes conducían el operativo: “Agarren a uno”. Claro, con uno alcanzaba. Una desaparición. El terror nuevamente. La angustia nuevamente. La desesperación nuevamente. Las voces nuevamente: “No están”, “no existen”, “está extraviado”, “recorriendo la Argentina”, “dicen que alguien lo vio”. La perversión nuevamente.

 

El Estado se ha expresado a través de sus representantes: Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos, dijo que Santiago “está extraviado”. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, habla de que no van a permitir que exista una nación –mapuche- dentro de otra –Argentina (creada gracias al exterminio de los pueblos originarios). Finalmente, ante el Senado defiende a los gendarmes, dice que no los va a tirar por la ventana, que necesita a esa “fuerza” para continuar con el proyecto de Cambiemos. Claro. Por supuesto. Más que claro. A Mauricio Macri, presidente de la Nación, se le pregunta por Santiago y describe a los mapuches: “Son poco democráticos y bastante violentos”. Claro. Está claro. Nuevamente la hipótesis del enemigo interno.

 

Negaron la desaparición forzada hasta que ya no les fue posible. El cambio de carátula realizado por la fiscal a cargo, Silvina Avila, los incrimina hasta que se demuestre lo contrario. El Estado es responsable del secuestro y la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Exigimos aparición con vida de Santiago Maldonado.

 

Armando Traferri y Rubén Pirola en el centro, referentes del bloque peronista del Senado santafesino. A su derecha, Osvaldo Sosa y Alcides Calvo.
Rosario Romero, en el concurso de cebadores de mate, junto al gobernador Rogelio Frigerio.

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