La carga impositiva elevada que tiene Argentina es, sin dudas, uno de los temas más comentados en casi todos los ámbitos, sobre todo en los núcleos empresarios. En paralelo, y haciéndole una bajada a la realidad al tema, el Frente Renovador puso el asunto de bajar el IVA a los alimentos como una bandera de campaña de cara a octubre. Ante escenario, el Gobierno Nacional se ha plantado como un espectador de los hechos mientras termina de elaborar un proyecto propio de reforma tributaria que se aprobará en 2018. Según confirmaron a Letra P fuentes del ministerio de Hacienda, la semana próxima el titular de la cartera, Nicolás Dujovne, le llevará al presidente de la Nación, Mauricio Macri, el borrador terminado para considerar cambios a introducir. Una de las particularidades que tiene es que, en el marco de la revisión integral que se trabajó, hay un punto específico que considera una corrección del IVA.
El tándem Sergio Massa-Margarita Stolbizer ideó hace unos meses un programa de reducción de ese impuesto al consumo direccionado a 11 productos de la canasta básica. Lo volvió a presentar en público en las últimas horas, incluso mostrando un esquema de marcas que concentran precios, un gesto que no cayó bien sobre todo entre los productores de alimentos. Por su parte, el del Gobierno es menos específico, y busca moderar el impacto del IVA de una manera más general. “Tenemos mucha demanda de bajar los impuestos y tenemos que balancear la reducción de la carga impositiva con la producción del déficit, y vamos trabajando en ambos déficits”, contó Dujovne en una entrevista exclusiva con el diario El Cronista, dando la pauta de un esquema amplio de cambios. Y agregó que “el año pasado la Argentina bajó la presión impositiva casi dos puntos del PBI, casi cuando eliminó las retenciones a las exportaciones, sin eso el déficit de este año sería de 2,5, y no de 4,2”. Ese punto en particular es el que le cuestionan las fuerzas opositoras, el haber reducido impuestos al agro y a la minería mientras se aumentaron tarifas y la inflación siguió golpeando fuerte el bolsillo.
La reforma de impuestos empezó con una presión fuerte de algunos sectores corporativos que le hicieron llegar al Gobierno sugerencias de modificaciones a Ingresos Brutos y otros tributos. Y que le pidieron al oficialismo que haga un esfuerzo no sólo por morigerar los impuestos nacionales, sino también los que imponen provincia de Buenos Aires y los municipios. Desde el lado de los industriales, el más activo en esas gestiones fue el titular de la cámara alimenticia Copal, Daniel Funes de Rioja. Tenía el visto bueno de la Unión Industrial Argentina (UIA) para avanzar en ese sentido. Pero, a decir verdad, hay unanimidad de pymes y grandes empresas respecto a la influencia de la carga tributaria, sobre todo en momentos donde la actividad minorista continúa con una contracción fuerte y están en riesgo puestos de trabajo.
La iniciativa de Massa y Stolbizer, al igual que la del Gobierno, dependen de los tiempos políticos del Congreso Nacional. Ninguna de las dos iniciativas puede salir sin acompañamiento opositor, pero hay diferencias. Hace unos meses, en una charla informal, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, reconoció que la elección de tratar ese proyecto en 2018 no es caprichosa: luego de octubre, Cambiemos espera tener una conformación Parlamentaria y de alianzas que le permita algo más de margen para aprobar la reforma tributaria. Hoy, sólo con votos propios, no podría conseguirlo. En Economía lo ven diferente. Aseguran que el problema no son los votos sino la posición de la oposición sobre el tema a meses de que se defina una elección. “En 2018 nos va a acompañar la oposición”, detallaron a Letra P.
Para el Frente Renovador, que pretenden tratar el tema este año, es casi una misión imposible. No tiene votos propios y algunos aliados, como otrora podrían ser los partidos de izquierda o una parte del filo kirchnerismo. En paralelo, en el Gobierno creen que el equipo económico de Massa que conduce Marco Lavagna tiene mal hechos los números de cómo cubrir el dinero que se quita por la baja del IVA a los alimentos.
La quita de impuestos ha sido, en los últimos años, casi un slogan de campaña para casi todos los partidos que alguna vez fueron oposición. Sin ir más lejos, en el massismo recuerdan la promesa de Macri de reducir a cero el Impuesto a las Ganancias, una idea que lanzó en 2014 y que no se terminó cristalizando una vez consumado el ascenso al poder. En este contexto, el IVA parece intocable: es un impuesto regresivo, que alcanza a todos los sectores por igual, y es un tributo que le ha permitido a AFIP recaudar en grande cuando el consumo mantenía nivele interesantes. Asimismo, a las empresas tampoco les inquieta en demasía ese tema, por lo cual tiene un poder de lobby escaso, que depende de la voluntad política más que de una cuestión de necesidad. Ver para creer.