-Cristina trazó un programa de trabajo, esencialmente económico, y en lo político definió los actores que tendrían que llevarlo adelante. El programa que planteó es una emergencia sobre los precios de los insumos básicos, alimentos, tarifas y medicamentos. La necesidad de la intervención estatal sobre esos mercados y la necesidad de establecer un freno al endeudamiento público que estamos teniendo. Y, por otro lado, pidió que los legisladores, los que tienen que ingresar a esas cámaras para dar la discusión, sean gente no sensible o que claudique frente a amenazas mediáticas o judiciales. Fue clara en esas dos definiciones.
“Entre 2012 y 2015 sostuvimos el consumo interno pero había dificultades en la inversión y en las ventas al exterior. Eso es cierto y real.”
-¿Cómo sería en la práctica la cuestión legislativa respecto a esas emergencias?
-Planteó una declaración de emergencia sanitaria, tarifaria y alimentaria y una mesa de concertación. El mejor mecanismo para regular mercados de demanda esencial es una mesa de concertación, en la que estén los actores involucrados (sindicatos, empresarios, organizaciones sociales y Estado) y crear así un horizonte que permita restablecer los ingresos populares. Porque uno de los problemas es que los ingresos están siendo erosionados porque el trabajador tiene que destinar crecientes porciones de su ingreso para subsistir. No tiene resto para comprar otras cosas.
-Antes de entrar al tema precios, hay muchas críticas sobre el nivel de toma de deuda del Gobierno de Cambiemos. ¿Es una alerta chica, grande o media?
-Hay economistas por derecha, y esto no es un juicio de valor sino que están parados ahí, como Javier Milei, Miguel Ángel Broda o Carlos Rodríguez (CEMA), que están planteando que nosotros dejamos un déficit primario de $229 mil millones y Cambiemos lo llevó a $359 mil millones en 2016. Y esos mismos economistas dicen que será de 450 mil millones al cierre de 2017. Eso es un desequilibrio complicado y, por otro lado, la relación Deuda PBI pasó del 38% a casi el 53%. En un contexto donde además las economías emergentes más poderosas, como Brasil y México, están complicadas, eso nos deja en una situación en la que no se sabe quién va a financiar esto y de qué manera. Es lógico, entonces, preguntarse si la rebaja que hizo el Gobierno en materia de derechos de exportación, en impuestos internos y en el manejo del impuesto a Bienes Personales no empieza a ser una cuestión complicada. Se ata al IVA como el único impuesto a recaudar y, si no hay crecimiento económico, no hay recaudación de IVA. Es complejo lo que está pasando.
“La economía juega en el voto siempre. Es muy difícil que, en un contexto económico netamente favorable, un gobierno pierda una elección.”
-Por ese lado, entonces, no habría, para usted, una herencia negativa…
-Si tuviéramos que juzgar dos puntos fuertes de la herencia positiva que dejó nuestro gobierno, uno es el desendeudamiento: recibimos 136% Deuda - PBI y dejamos 38%. Lo otro es la baja del desempleo: veníamos de 12 años de desempleo de dos dígitos, recibimos 23% y quedó debajo del 6%, y medido por el Indec de (Jorge) Todesca en 2015. Desendeudamos y creamos un país gobernable bajando el desempleo. Los demás temas podrían ser discutibles,.
-Ya que menciona puntos discutibles del kirchnerismo, uno de ellos es el de los precios. Si se hubiese controlado la inflación, la rebaja de la pobreza hubiese sido más efectiva…
-En general, siempre hay una situación antinómica entre empleo e inflación. En la convertibilidad había menos inflación que en Japón con un desempleo de dos dígitos a partir del año 94. Pero volviendo al escenario nuestro, a partir de 2012, la economía empieza a padecer debilidades del sector externo. Las exportaciones que financiaban nuestra capacidad de crecimiento -que llegaron a un pico de 83 mil millones de dólares en 2011- terminaron en 57 mil millones cuando nos fuimos. Las exportaciones ya no eran capaces de producir un ciclo de crecimiento alto. A eso se suma que perdimos en 2011 el autoabastecimiento de energía y en el tema exportaciones, por precios en los productos primarios chinos y por caída de la demanda de los productos industriales en Brasil, perdimos capacidad financiera externa.
De 2012 a 2015 lo que hicimos fue sostener el consumo interno pero había dificultades en la inversión y en las ventas al exterior. Eso es cierto y es real, pero tal vez resolverlo hubiese sido tarea de un nuevo gobierno del Frente para la Victoria. Y, obviamente, la situación de empleo y pobreza hubiera mejorado mucho si hubiéramos logrado sostener las tasas de crecimiento de los primeros ocho años. Medido por Todesca, nosotros tuvimos un crecimiento en ése período del 4,8% promedio y la tasa entre 2012 y 2015 está en 0,8%. Y esa diferencia juega.
-¿La intervención al Indec y la ausencia de estos datos no hicieron que el escenario fuera aún peor?
-Legalmente no hubo intervención del Indec. Si la hubo, fue informal. Creo que la discusión de las mediciones se planteó desde el vamos y el tema de inflación se trató de resolver y en eso estaban de acuerdo tanto Guillermo Moreno como Axel Kicillof. La idea era crear un índice nacional de precios, pero la heterogeneidad en precios era grande. Estaba Precios o Cuidados o baratas que funcionaban bien en las áreas de consumo más básico y estaba más desregulado en las áreas de mejor consumo. Eso nos jugaba en contra a la hora del voto. Por ejemplo, en Quilmes lográbamos que Precios Cuidados o que el asado a 25 pesos fuera una realidad y eso no pasaba en San Isidro. Esas diferencias ocurrieron. Es cierto que al Gobierno, en líneas generales, le funcionaron las medidas de regulación de precios de los alimentos, porque llegamos a tener mucho consumo de leche y carne, pero es cierto que las dicotomías de precios eran grandes. Pero esto ocurrió por el propio imperio del tipo de regulación que habíamos tomado. De hecho, Cristina lo dijo en la entrevista. Dijo que no interveníamos sobre los intermediarios y sí trabajábamos sobre el consumo. Lo dijo como autocrítica.
“Desendeudamos y creamos un país gobernable bajando el desempleo, los demás temas podrían ser discutibles.”
-Ahí coinciden los gobiernos de Cristina y Macri. Los dos, a su manera, se quejaron y no pudieron trabajar en la formación de los precios.
-Lo que ocurre es que si se libera el mercado, se bajan retenciones en consumos esenciales como el trigo, eso explica por qué el precio del pan se fue a 45 pesos en febrero de 2017. Ellos (Cambiemos) exhiben que con nosotros la cosecha era de 13 millones de toneladas y ellos llegaron a 16 millones. Pero de ese total exportan diez y hay que abastecer el mercado con ocho. Eso explica por qué el precio del pan se fue de $25 en noviembre de 2015 a $45 en febrero de 2017. Lo mismo pasó con la carne: a medida que desregulan el mercado, la carne pasa de 70 pesos el kilo a 150. Este gobierno no solo desreguló los mercados de alimentos, sino que, además, puso a controlar al dueño de un supermercado y así es difícil tener otro resultado.
-Convengamos que durante el kirchnerismo esos mismos sectores tenían precios sin control. Sin ir más lejos, en lácteos, y más allá de las sobreactuaciones de Moreno, los valores siempre actualizaban bien a favor de las empresas.
-Pero ahí garantizábamos el abastecimiento de leche en la góndola para los sectores más humildes al precio regulado. Ahora, es cierto que para atrás en la cadena generábamos una tensión con los productores más chicos y los tambos con los más grandes y eso lo admitió Cristina cuando dijo que no intervinimos en la cadena. Pero comparto que así no desarmábamos los mercados concentrados, sino que presionábamos en la recta final sobre el mercado, pero sin desarmar a los actores que estaban jugando. Eso es cierto.
-El Gobierno señala que el consumo durante la conducción anterior estaba sobre estimulado y que hoy es más racional, más acorde a las posibilidades reales del bolsillo. ¿Es así?
-En 2003 recibimos una economía que estaba sobre ajustada, que había sido un desastre, y en 2015 devolvimos una economía con una demanda sobre expandida. Porque mantuvimos siempre políticas fiscales y monetarias de expansión. Ahora, la promesa que este gobierno no cumplió es la lluvia de inversiones, que es lo que termina de resolver el problema de sobre demanda e insuficiencia de oferta. Con la lluvia de inversiones se tendría que haber logrado eso: abastecer mejor la demanda. Pero allí está la mentira flagrante: lo que ellos hacen es ajustar la demanda y recomponer la tasa de ganancia empresaria. A partir de 2012, la inversión se debilitó y la demanda se sobre expandió, pero la forma de resolver esto era generar un proceso de inversión para mejorar la oferta. Macri lo que hizo fue un bruto ajuste sobre la demanda. Lo único que hizo fue generarles más ganancias a los empresarios.
“La situación de empleo y pobreza hubiera mejorado mucho si hubiéramos logrado sostener las tasas de crecimiento de los primeros ocho años.”
ELECCIONES, POLÍTICA Y CRISIS.
-Ante el contexto de una economía que no arranca, empezó a instalarse la cuestión de que lo que jugará fuerte en esta elección es la política y no la economía. ¿Lo ve así?
-La economía juega en el voto siempre. Es muy difícil que en un contexto económico netamente favorable un gobierno pierda una elección. Pero estamos en los márgenes. En 2015 a nosotros tampoco nos fue muy mal, porque la política juega. Pero hoy, salvo que el Gobierno tenga éxito en la venta de futuro, en vender el 'estamos mal pero vamos a ir bien', este año la economía va a jugar un rol importante en el voto. Cuando el individuo pierde su trabajo y el empresario ve cerrar su negocio, la economía está jugando, no hay cuestión política. En Brasil, ante la situación política grave que hay, el sector económico hace todo para bloquear la llegada de nuevo de Lula al Gobierno.
Lo que pasó durante nuestro gobierno es una mezcla de cuestiones, pero, personalmente, creo que la economía juega en la intención de voto. Nosotros teníamos los medios en contra en 2011, brutalmente en contra como en 2015, y, sin embargo, la elección se ganó con comodidad porque la economía crecía a tasas muy altas. También es real que la candidata era Cristina, además de que la economía crecía. En 2015, tenía a los medios en contra pero la economía llevaba varios años de un crecimiento muy bajo, y eso incide en el votante. Pero también es cierto que Macri mintió e hizo un ajuste.
-¿Cómo describe la situación social y económica en los municipios? Hay algunos distritos, como Moreno, que ya armaron mesas sociales para contener los pedidos de alimentos.
-Desde el punto de vista fiscal, a fines de 2016, según informó el propio ministro (de Economía bonaerense, Hernán) Lacunza, de 135 municipios, 109 estaban pidiendo adelantos de coparticipación, tenían problemas fiscales importantes. Y los municipios más industriales, con barriadas informales muy importantes, son los que más están sufriendo los impactos de las políticas de este gobierno. La Matanza es un municipio que contiene desde una zona residencial en Ramos Mejía a un fuerte componente industrial en San Justo, Villa Luzuriaga y González Catán, y allí se empiezan a sufrir los impactos a medida que suben los precios.
Todo el circuito del mercado interno empieza a perderse: las changas, la gastronomía. Vemos cada día una mayor demanda alimentaria. El año pasado tuvimos que bajar los niveles de inversión pública para favorecer la inversión social. Hoy estamos llegando con libros, kits escolares, viandas a escuelas técnicas, los centros de jubilados, comedores... esa situación es complicada. Por suerte, por la administración prudente de Fernando Espinoza y antes de Alberto Ballestrini, tenemos superávit fiscal. Matanza se desenvuelve sin deuda y sin déficit, pero tenemos reservas. Por eso, cerramos paritarias del 30%, que rompieron el techo de la Provincia.
“En 2003 recibimos una economía que estaba sobre-ajustada, que había sido un desastre, y devolvimos un economía con un demanda sobre expandida.”
-Algunos jefes comunales no alineados a Cambiemos denuncian discrecionalidad o demoras en los envíos de fondos desde la Gobernación. ¿Cómo es su caso?
-Hay una gran discriminación de recursos que no sean legales. La coparticipación que llega desde la Provincia llega en tiempo y forma, igual que los fondos afectados pautados por ley. En todo lo que es inversión y hacerse cargo de programas específicos, la Provincia no se está haciendo cargo. Nosotros estamos adelantando fondos para las guardias del Hospital Favaloro y no nos han reintegrado; hace dos meses mandamos fondos a las cooperativas del Acumar y tampoco nos han reintegrado. Entonces, lo que padecemos es una caída fuerte en inversiones pendientes y fondos que nos debieran reintegrar. Con los del PRO la situación es distinta: hay más asistencia y disponibilidad de obras. Lo que le pasa a (el intendente de Moreno, Walter) Festa es porque no le llega reparación social de la Provincia.
En el caso concreto de La Matanza, en 2016, de fondos por ley que tendrían que estar girados, le faltaron $2.000 millones: $900 millones de la Nación y $1.100 millones de la Provincia. Eso da la pauta de fondos constantes y sonantes que no llegaron, lo cual es delicado.
PERONISMO, ENTRE LA INTERNA Y LA LISTA DE UNIDAD.
-¿El peronismo afronta una crisis?
-Siempre una derrota electoral abre un debate interno, porque, si no, sería tapar el sol con las manos. Ahora bien, el peronismo no está en crisis, está gobernando los distritos que tiene que gobernar, está ejerciendo su rol de oposición y, si tiene que dirimir representatividades en una interna, lo hará. Como lo hizo en el 85-88, como lo hizo en 2003, cuando hubo tres candidatos peronistas. Hay bastante consenso en que éste es un gobierno que está transfiriendo recursos a gente que pertenece al núcleo más poderoso... lo que se llama un gobierno de los ricos. Y hay una necesidad de darle al pueblo una oferta nueva, porque está reclamando alternativas. Pero crisis sería que el peronismo se hubiera atomizado, que hubieran quebrado algunas de las provincias que gobierna y eso no está pasando.
“Lo mejor es que haya una lista de unidad. Hay una necesidad de construir un frente anti-liberal, no anti-Macri.”
-Hay algo de atomización. Incluso Cristina parece no querer ir a una PASO para no generar una sangría mayor.
-Pienso que lo mejor es que haya una lista de unidad. Hay una necesidad de construir un frente anti liberal, no anti Macri. Siempre una elección interna dirime responsabilidades, pero también es cierto que puede dejar algún lastimado. De todos modos, si hay una decisión de algún compañero que decide ser candidato, tendrá que ir a buscar los votos que lo legitimen, pero no es lo ideal. Hay una voluntad de poder insertar a todo el mundo.
-En la parte más dura del kirchnerismo hay rechazo a Florencio Randazzo, al que algunos tildan de traidor. Cristina pareció alejada de esa posición. ¿Usted cómo se para ante este tema?
-Yo adhiero a lo que dijo CFK: no hay que hablar de personas, hay que buscar coincidencias. Un programa de trabajo. La economía juega en el voto. Si tenemos una situación de emergencia, no se puede estar señalando con el dedo a nadie. El término traición es un término fuerte, duro. Cristina fijó un plan de trabajo, fijó quiénes son los actores políticos para llevarlo adelante y se puso a disposición en lo que sirva para armar eso. Ella misma dijo que, si se lo preguntan, no tiene la voluntad porque ha recorrido un enorme espacio institucional porque fue diputada, senadora y condujo los destinos de la Nación ocho años. Me parece que no es su finalidad. Es una conductora, una líder y no se puede soslayar su presencia, pero me parece que lo que trata de decir es "armen un programa de trabajo y tengamos actores que no arruguen ante la corporación me