“Vamos a tomar el toro por las astas. Anuncio que el Estado argentino suspenderá el pago de la deuda externa (y esos fondos) serán utilizados para los planes de creación de fuentes de trabajo y progreso social”. El 23 de diciembre de 2001, la Asamblea Legislativa ovacionó al entonces flamante presidente interino, Adolfo Rodríguez Saá. El puntano anunciaba formalmente que el país entraba en default.
Fue un discurso cargado de épica, en pleno caos institucional por la renuncia de Fernando de la Rúa, con protestas en todo el país y una represión que dejó más de 30 muertos. Ante un Congreso eufórico, ese día Rodríguez Saá anunció el restablecimiento del derecho constitucional de cada trabajador a acceder al salario mínimo, vital y móvil, la indemnización de “todos aquellos que fueron víctimas de la protesta popular”, la instrumentación de un plan social para crear un millón de empleos y la creación de una nueva moneda –llamada Argentino-, además de la venta del parque automotor asignado al Poder Ejecutivo. La enumeración concluyó con la declaración del default, que la Asamblea Legislativa celebró de pie, con un aplauso que duró casi dos minutos, mientras el flamante jefe de Estado asentía con la cabeza y agradecía por el reconocimiento a su acierto.
La parábola que dibuja la carrera política del barón puntano es asombrosa: dieciséis años después de aquel discurso, Rodríguez Saá deberá decidir, desde su banca como senador, si aprueba el endeudamiento promovido por el gobierno de Mauricio Macri para pagar la última parte de la declarada en default por él mismo cuando era presidente. “Estamos estudiando el tema y vamos a hablar en el recinto. No voy a adelantar mi voto”, respondió el ex gobernador ante la consulta de Letra P.
Un día antes, su hermano, el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, había pasado por el plenario de comisiones de Presupuesto y Economía del Senado, donde se pronunció en contra del endeudamiento. Su posición solo fue acompañada por el vicegobernador de Santa Cruz, Pablo González. Los demás mandatarios provinciales instaron a sus senadores a aprobar el proyecto oficialista.
“Mucho mejor que salir corriendo a endeudarse es sentarnos a solucionar el problema de la pobreza de los argentinos”, dijo el gobernador, que se refirió al endeudamiento como “la forma en la que está presente la mayor corrupción” del país. Alberto describió el acuerdo como “un tremendo error” del Gobierno y pidió decir “nunca más” al endeudamiento.
En la Cámara de Diputados, la encargada de criticar el acuerdo por parte de San Luis había sido la legisladora Berta Arenas, que aprovechó el discurso para elogiar la medida tomada por su jefe político en 2001. “El único presidente que tomó la decisión de enviar los expedientes relacionados con la deuda para que el Congreso separara la que era legítima de la que no lo era es el presidente (sic) Adolfo Rodríguez Saá”, dijo Arenas.
La puntana afirmó que “a simple vista” el proyecto enviado por el Ejecutivo “es malo” y puso a San Luis como ejemplo en materia de deuda. “Es un proyecto que tiene como virtud no adquirir deuda ni tener déficit fiscal. Tiene un presupuesto equilibrado”, explicó la diputada. “Por lo tanto me es muy difícil explicar en mi provincia este acuerdo”, cerró. De todos modos, luego votó a favor, junto con el resto del bloque. El Gobierno espera que el ex presidente haga lo mismo en el Senado.