El costo de vida

¿Hay un plan para frenar la inflación?

Los economistas del Gobierno aseguran que bajará en el segundo semestre. Los números de la administración PRO, que arrojan el mayor vértigo en el alza de precios desde 2002, relativiza ese pronóstico.

La inflación volvió a ser un dolor de cabeza para los argentinos. Pese a que en los últimos años ya convivieron con una suba de precios estimada superior al 20% anual según proyectaban diversas mediciones, el proceso eleccionario y su resultado se convirtieron en un disparador de la tasa inflacionaria, que ya duplica los niveles instalados hasta 2015.

 

Este indicador -uno de los impuestos más regresivos porque ataca en forma directa el poder de compra- suma en este nuevo periodo de gobierno y en su versión PRO una proyección de al menos un  40-50% si se toma en cuenta la última medición de la Ciudad de Buenos Aires (4% para febrero) y del índice Congreso (un promedio de las mediciones de consultoras privadas, que dio 4,8% para el mismo período).

 

Pero cuando se desgrana la composición del impacto de precios en algunos rubros el panorama es aún menos alentador: el impacto en la canasta alimentaria supera el 100% en rubros esenciales como leche, carne y enlatados.

 

Según revela un estudio realizado por economistas del CONICET y las universidades nacionales de Buenos Aires, La Plata y San Martín, desde septiembre de 1015 las expectativas devaluatorias generaron remarcaciones de precios, a lo que se suma la devaluación monetaria por la salida del cepo cambiario, la contracción de la oferta de productos clave de la canasta básica -como la carne y el trigo- por efecto de la eliminación o reducción de derechos de exportación y la liberación de cupos de exportación.

 

Si a esto se les suman las subas de 400% promedio en las tarifas de servicios públicos, el impacto puede ser aún mayor.

 

La tasa inflacionaria venía en ascenso desde enero, cuando se ubicó en 3,8 por ciento, y luego en febrero fue de 4,8 por ciento, lo que totaliza 8,6 puntos porcentuales en los dos primeros meses de 2016, según el índice Congreso antes mencionado.

 

Y, si bien las espadas económicas del Gobierno –Prat Gay, Frigerio, Sturzennegger, Lacunza, etc.- se esfuerzan en repetir una y mil veces que en el segundo semestre la inflación irá declinando, el escenario actual acerca ese pronóstico más al deseo que a la certeza.

 

Para los ortodoxos monetaristas, el problema debería estar resuelto: la contracción del circulante implementada por las autoridades del Banco Central, ahora comandado por Federico Sturzennegger, es una realidad. Sin embargo, los precios no frenan su escalada.

 

Los números marcan que la suba sostenida y generalizada es hoy la más alta desde 2002.

 

La pregunta del millón es si el Gobierno tiene un plan para combatir la inflación.

 

Los precios y las estadísticas, por ahora, son lapidarios.

 

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