Aunque tras la detención de los tres prófugos del triple crimen de General Rodríguez, el Gobierno nacional y la provincia de Santa Fe habían intentado bajar el tono a la confrontación haciendo referencia a un supuesto trabajo “conjunto”, las diferencias quedaron al descubierto. Las acusaciones del macrismo – encarnadas por Cristian Ritondo - al ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro, y a la policía santafesina generaron la reacción del gobernador Miguel Lifschitz, que salió a respaldar a sus funcionarios, mientras Patricia Bullrich tiene en la mira a las fuerzas federales.
“No se puede desconfiar de la policía que atrapó a los tres prófugos”, perdió la paciencia el ministro Pullaro este martes, luego de que su par bonaerense, Ritondo, culpara a las fuerzas santafesinas por el anuncio fallido de la captura, en una entrevista con radio Mitre. “El relato llega de la fuerza de seguridad de Santa Fe, que es transmitido a Gendarmería”, dijo Ritondo. Y agregó que ni el gobernador Lifschitz ni el propio Pullaro, que estaba con los funcionarios del PRO en el edificio de la calle Gelly y Obes al momento de conocerse la noticia, habían desmentido la información.
Así, Ritondo abonaba la versión que el diario Clarín había publicado el lunes, en la que relataba cómo había sido el momento en el que supuestamente, el sábado 9, tras el anuncio de la detenciones, Pullaro le había “confesado” al jefe de la Gendarmería, durante el viaje en helicóptero hacia Santa Fe, que el gobierno provincial solo había detenido a uno solo de los prófugos, Martín Lanatta, mientras su hermano, Christian, y Víctor Schillaci seguían libres. También alimentaba la teoría de que los tres habían sido apresados al mismo tiempo pero dos habían sido “liberados” por fuerzas de seguridad.
“Nosotros tenemos un solo detenido y está en la comisaría de Cayastá: es Martín Lanatta”, confirmaron dos fuentes de la provincia de Santa Fe a Letra P pasado el mediodía, cuando se conoció la noticia del arresto. Para entonces, pocos minutos antes de las 13, la vicepresidenta Gabriela Michetti había anunciado en su cuenta de Twitter que se había comunicado con la gobernador María Eugenia Vidal para transmitirle sus felicitaciones “por haber capturado a los prófugos”. Una hora y media más tarde había hecho lo mismo el gobernador Lifschitz. En el mismo error había caído el presidente Mauricio Macri. Hasta el propio juez federal Sergio Torres le había remitido una carta a la ministra para pedirle que arbitrara los medios para el traslado de los detenidos.
“Lo que se comunicó oficial y extraoficialmente por parte de Santa Fe fue la detención de Martín Lanatta. En ningún momento hablamos de los otros dos”, insistieron desde el Ministerio de Seguridad provincial en medio de la confusión que se generó cuando, una vez llegados a la provincia, los funcionarios nacionales constataron que solo había un detenido. Golpeada por la situación, la ministra Bullrich puso renuncia a disposición del Presidente, que se negó rotundamente a la posibilidad de tener una baja en el Gabinete nacional en medio de un escándalo y la conminó a volver de Santa Fe con los tres detenidos.
La relación entre las administraciones por el caso de los prófugos había arrancado mal. El jueves por la mañana, la policía de Santa Fe se enteró casi de casualidad de la presencia de los prófugos en su territorio.
Fue luego de que los hermanos Lanatta y Schillaci se tirotearan con gendarmes en la ruta 11, que une Sauce Viejo con Coronda. Gendarmería tuvo que llamar a una ambulancia para que auxiliara, con urgencia, a uno de los agentes, herido de gravedad tras el tiroteo con los prófugos. El otro fue llevado por la propia fuerza al hospital de la zona. Así llegó la noticia de la presencia de los prófugos en la provincia.
Según explicaron después la ministra Bullrich y el secretario del Consejo de Seguridad Interior, Gerardo Milman, la falta de aviso no había tenido que ver con la desconfianza hacia la policía local, sino que tampoco las otras fuerzas federales estaban al tanto de los detalles del operativo.
“Se podía haber armado un operativo cerrojo. Nadie conoce esta zona como las fuerzas locales. La policía de Santa Fe podría haber dado precisiones sobre los campos por donde se escaparon o sobre las rutas de la zona y el estado de los caminos. O se podría haber llamado al intendente para conocer datos sobre las propiedades”, se quejaban en la provincia. Tras el tiroteo, la situación no se modificó.
Lifschitz dio instrucciones a la policía provincial para que se pusiera a disposición del requerimiento de las fuerzas federales. El operativo siguió bajo la conducción de la Gendarmería, que relegó a los santafesinos a tareas de patrullaje. El trabajo fue coordinado pero no “conjunto”. “La provincia de Santa Fe fue siempre relegada en los operativos", declaró después el vicegobernador Carlos Fascendini. Y aseguró que "quizá los resultados hubieran sido distintas si los operativos se hubieran coordinado".
Pese a la subordinación formal, la policía local se trazó el objetivo de atrapar a los prófugos, sobre todo para desbaratar las sospechas que recaían sobre ella. “Los tenemos que agarrar nosotros”, repetían en la provincia, con bronca por la desconfianza de las autoridades nacionales y, más aún, de las bonaerenses, máxime teniendo en cuenta que los criminales habían escapado sin ninguna dificultad de una cárcel de la provincia de Buenos Aires, habían ridiculizado a la policía local y dejado en orsai al ministro Ritondo, que el 31 de diciembre anunció en los medios que estaban “cercados” en la localidad de Ranchos.
El lunes, mientras Gendarmería buscaba a los prófugos en el río, lejos de la zona donde había sido capturado Lanatta, los santafesinos dieron con ellos en las cercanías de Cayastá. El vicegobernador Carlos Fascendini dio la primicia en diálogo con Radio del Plata, antes de que las autoridades nacionales se apuraran en volver a atribuirle el logro a los esfuerzos de las fuerzas federales o bonaerenses.
Horas después, Lifschitz, Pullaro, Bullrich, Ritondo y los jefes policiales, dieron una conferencia de prensa conjunta y trataron de calmar las aguas. La tensión parecía sepultada luego de que ambos gobierno atribuyeran el éxito de las capturas a un trabajo “conjunto” que nunca existió. Pero el socialismo masticaba la bronca por las acusaciones que Ritondo se encargó de reflotar el martes.
Fue entonces Pullaro el encargado de responderle al bonaerense, aunque mantuvo a la Nación al margen del cortocircuito. “Me extraña que Ritondo cargue las tintas contra la fuerza que hizo las detenciones en dos operativos distintos”, dijo el ministro santafesino. El gobernador Lifschitz también quiso dejar en claro que “fueron las fuerzas de las provincias las que condujeron a la detención de los tres prófugos”.
El martes por la tarde, funcionarios nacionales intentaban tender un puente entre los dos ministros, al tiempo que evaluaban el accionar de las fuerzas federales en el operativo. La propia Bullrich había se había referido a los errores. “Fue alguien de nuestro propio equipo pero, digamos, fue de varios lugares”, dijo la ministra en entrevista con C5N, cuando intentó explicar de dónde surgió el dato sobre las falsas detenciones. “Reconocemos que le pasamos mal el dato al Presidente. Fue una pista falsa”, explicó.
“El Presidente nos pidió que elaboremos un informe sobre lo ocurrido. Estamos trabajando en eso y seguramente va a ser público”, afirmó Milman. El secretario coincidió con la ministra en que la información errónea “fue deliberadamente plantada” y que “no provino de una sola fuente”.
Por ahora, las miradas de desconfianza están puestas sobre la Gendarmería: pese a que la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) había indicado el lugar donde se encontraban los prófugos, en San Carlos Sur, la fuerza no llegó a detenerlos, luego protagonizó un extraño tiroteo y finalmente, buscó a los delincuentes en la zona equivocada. En Santa Fe, bajo la custodia de la policía provincial, Lanatta y Schillaci hicieron un pedido: no ser entregados en custodia a esa fuerza.