Con Scioli sólo habrá victoria para el ajuste y la represión

Este último martes 28 de julio por la mañana asistimos a un nuevo hecho de represión por parte de la gendarmería nacional sobre la autopista Panamericana. Los trabajadores combativos de la línea 60 estaban manifestándose para exigir la reincorporación de 53 despedidos y fueron brutalmente desalojados por los uniformados verde oliva, bajo las directivas del ex carapintada y actual candidato del FpV Sergio Berni, quien justificó la represión.

 

La escena no es nueva, nos recuerda las batallas protagonizadas por los trabajadores de Lear que durante más de 9 meses lucharon contra los despidos y las suspensiones, convirtiéndose en blanco del accionar represivo tanto de la gendarmería nacional al mando de la presidenta Cristina Fernández, como de la policía bonaerense que responde al gobernador Daniel Scioli.

 

Hoy vemos nuevamente al Estado actuar en defensa de los intereses patronales, esta vez del Grupo Dota, quienes además reciben por parte del Gobierno subsidios millonarios por día. El jueves 25 de junio los choferes decidieron no cobrar boleto en reclamo de la reincorporación de uno de sus compañeros despedido injustamente. Al día siguiente el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria y ordenó su reincorporación, sin embargo lejos de esto, la empresa envió 50 telegramas más de despido.

 

Finalmente, ante la decisión de los trabajadores de seguir peleando, la empresa puso en marcha un lock out que priva a 250 mil pasajeros de su transporte, y pone en riesgo los puestos de trabajo de 1200 trabajadores. Hasta ahora, el Ministerio de Trabajo ha permitido todas las maniobras de la empresa. La justicia, con el auxilio de la Policía Federal, mantiene militarizada la cabecera de Constitución, con 22 trabajadores encerrados.

 

La represión que dejó como saldo 5 detenidos, 33 heridos y 2 de ellos en terapia intensiva luego de recibir una fuerte golpiza, reafirma este apoyo estatal contra el legítimo reclamo de los choferes.

 

La característica del kichnerismo de sostener un discurso de izquierda pero aplicar medidas como la represión, no podía decantar en otra cosa más que en la coronación de un representante del peronismo más conservador en la candidatura presidencial: Daniel Scioli.

 

Nadie puede creer que un noventista, que reivindicó recientemente el padrinazgo político de Carlos Menem y que defendió el accionar de la dictadura en reportajes mediáticos, venga a gobernar en defensa de los derechos humanos y de los intereses del pueblo pobre y trabajador. La represión a los choferes de la 60, así como la militarización que enfrentaron por parte de la Bonaerense los trabajadores de Cresta Roja también en conflicto, son sólo un adelanto de lo que vendrá.   

 

Mientras tanto, las promesas de un relato kirchnerista degradado esconde un programa de ajuste que postula a Scioli para administrarlo. Esa es la “victoria” que no se anuncia en los spots ni en el discurso de campaña.

 

Renovar para fortalecer el Frente de Izquierda y multiplicar su presencia en el Congreso y las legislaturas locales no es un eslogan de campaña, sino una necesidad para fortalecer la lucha de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Con mis compañeros Nicolás del Caño y Myriam Bregman, quienes componen la fórmula presidencial de la Lista 1A Renovar y Fortalecer el Frente de Izquierda, estuvimos junto a los trabajadores en lucha, acompañando su reclamo.

 

Fuimos a acercarles nuestro apoyo y lo hicimos concreto con un aporte económico de 30 mil pesos para su fondo de lucha, aporte con el que intentamos evitar que su lucha sea quebrada por hambre. Continuamos así con una práctica habitual que desarrollamos con el dinero de las dietas de los parlamentarios del PTS y demostramos nuevamente, así como hicimos con la lucha de Gestamp, Lear, Donnelley y muchas más, quiénes están del lado de los trabajadores y quiénes son sus enemigos.

 

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