Iba a ser la semana que viene pero finalmente la Cámara federal de Casación Penal reabrió hoy la causa por enriquecimiento ilícito que investiga a Julio De Vido. El ministro de Planificación Federal operó hasta este viernes a la mañana para conseguir que se confirme su sobreseimiento, e incluso habría tendido puentes a la Corte Suprema para que desde allí les bajen línea a los jueces Mariano Borinsky, Gustavo Hornos y Juan Carlos Gemignani. No alcanzó y ahora vuelve a ser investigado.
El caso es un juego de conspiraciones porque hay integrantes del sciolismo más que interesados en que De Vido no termine en calma su gestión para que, en caso de ser Daniel Scioli presidente, el veterano ministro no tenga incidencia en el futuro de la cartera. El estallido rimbombante en este caso, dicen, dejaría fuera de carrera a Roberto Baratta, mano derecha de DeVido y que ya se prueba el traje de ministro.
Florencio Randazzo es otro interesado en este caso pero no por un motivo tan planificado como los primeros. El ministro del Interior detesta a De Vido y cada vez que puede lo tilda de actos poco transparentes. Igual es mutuo porque durante años De Vido le decía a la presidenta que algunos fines de semana Randazzo compartía un café en Chivilcoy con Héctor Magnetto. Nadie hubiera imaginado que Randazzo pasaría de esas puestas a ser un talibán “nac and pop” reverenciado por Carta Abierta.
De Vido no sabe que pensar porque le enviaron mensajes contradictorios. Por un lado le explicaron que era casi imposible un fallo favorable en la Casación pero también lo esperanzaban con el aprendizaje y los contactos que estaría logrando José María Olazagasti, que dejo la cartera de Planificación para comenzar a reportar en la AFI de Oscar Parrilli. Olazagasti quiere crear vinculaciones con jueces históricamente vinculados a los servicios de inteligencia y Borinsky es un caso directamente paradigmático, a pesar de que ahora lo desimule mejor mientras pública libros que más tarde son presentados por el animador Alejandro Fantino.
De Vido fue sobreseído en este caso en 2009 gracias a un fallo del entonces juez Octavio Aráoz de Lamadrid. El magistrado terminó renunciando. Su historia merece un breve repaso.
En poco más de cuatro años como juez Aráoz de Lamadrid se vinculó al Gobierno para luego distanciarse, obtuvo lapaupérrima nota de diez sobre cien en un concurso para magistrado titular, se enfrentó a la Cámara Federal y terminó dando el portazo mientras alegaba que era victima de una persecución política. La frutilla del postre llegó en 2010 cuando comenzara a ser señalado por “trafico de influencias” en la causa de Mariano Ferreyra.
Araoz utilizó la causa de DeVido para presionar al Gobierno para apurar su designación oficial y dejar de ser subrgante. Seis años más tarde el caso sigue siendo apetitoso para la política. Esta vez, para lastimar al ministro.