Aunque los días previos tiraban cifras cercanas a las 50 voluntades, la realidad es que los radicales bonaerenses oficialistas sabían que con fuerza llegaban a 40. Aunque rasguñado, el número prometía en una contienda donde la capital nacional ofrecía un total de 73 congresales.
Pero el diablo metió la cola o los radicales que operaban la alianza con el PRO, con Fredy Storani a la cabeza junto al hábil diseñador de acuerdos como es el macrista Emilio Monzó, hicieron su trabajo. Entonces, los 40 se redujeron a 29 y hasta se podrían suponer un número mayor de deserciones o mudanzas. En los hechos, el alfonsinismo, un sector del Modeso y el cobismo, perdió la partida que tuvo a Buenos Aires como uno de los ejes de mayor pérdida.
Hubo redefiniciones en muchos intendentes, como David Hirtz de Adolfo Alsina y Facundo Castelli de Puan, que en las últimas internas había jugado con el Morena y esta vez se acoplaron a la lógica de la tracción por ambas puntas de la boleta. O el caso de Luis Celillo de General Alvear, un alfonsinista que a última hora se escurrió del bonito teatro de Gualeguaychú y no votó.
También el caso de Esteban Hernando, de Daireaux, a quien los alfonsinistas creían que no iba a participar por ningún bando, pero terminó votando por el Sí. Vale recordar que Hernando ingresó como congresal por el sector de Posse. Por lo cual, puede estar eximido de la crítica.
También, la promesa de Cecilia Moreau (cercana al massismo) de aportar el voto No de Vilma Baraggiola, no tuvo éxito. El ex intendente de Mar del Plata, Daniel Katz, también desilusionó a los oficialistas. El jefe comunal de Chascomús, no tuvo mayor suerte con sus convencionales, ya que Mabel González de Mar Chiquita, y Santiago Uranda, equivocaron la consigna y se volcaron al macrismo.
Al platense Luis Colro, del Modeso, lo buscaron por cielo y tierra pero nunca apareció para la votación final. La frase “lo contábamos, pero no” se repitió en los casos de Miguel Ángel Pacheco y Oscar Maúregui.
Juan José Vila, del Modeso, y Marcela Vega, del alfonsinismo, que dieron el Sí al PRO, tuvieron mayores críticas, porque su voto no tuvo justificativo razonable.
También hubo imponderables, como el caso de Roberto Maccio, amigo personal de Miguel Bazze, que por motivos personales no pudo estar presente.