Ballotage 2015

Al final, la diferencia entre Macri y Scioli fue de 2,8 puntos

El candidato por Cambiemos ganó el ballotage presidencial por una diferencia ajustada. Gobernará el país desde el 10 de diciembre después de 12 años de kirchnerismo. El PRO, con la triple corona.

El candidato presidencial de Cambiemos obtuvo, pasadas las 00:30 horas, el 51,42 por ciento de los votos y logró imponerse por 3 puntos a Daniel Scioli. La mayoría de los sondeos ya anticipaban el resultado y lo daban como ganador del ballotage. Mauricio Macri es el primer presidente de la Nación electo mediante el sistema de ballotage y su fuerza política conducirá los destinos del país, de la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma hasta 2019.

 

De menor a mayor. Así fue el camino de Mauricio Macri a la presidencia. En las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), el frente que encabeza hombre del PRO obtuvo el 30,12 por ciento de los votos, incluyendo los cosechados por sus adversarios en la interna, el radical Ernesto Sanz y Elisa Carrió.

 

El batacazo amarillo fue en las elecciones generales del 25 de octubre, donde el jefe de Gobierno porteño logró recortar la distancia sobre Daniel Scioli de ocho a tres puntos. Además, su fuerza desterró al peronismo nada menos que en la provincia de Buenos Aires  de la mano de María Eugenia Vidal y se hizo fuerte en su territorio, conservando la Capital Federal en manos de su hombre de máxima confianza: Horacio Rodríguez Larreta.

 

También fue de menor a mayor su trayectoria política. En 2003 fundó el partido vecinalista Compromiso para el Cambio y decidió lanzarse como candidato a gobernar la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A pesar de haberse impuesto en primera vuelta por cuatro puntos a la fórmula Ibarra-Telerman, en el ballotage la ciudadanía le dio la espalda. En 2005 fundó Propuesta Republicana (PRO), y accedió a su primer cargo electivo como diputado nacional. En 2007 volvió a candidatearse para gobernar la ciudad, y ganó tanto en primera vuelta como en el ballotage. Sería el comienzo de su ascenso a la primera magistratura nacional.

 

Las aspiraciones presidenciales de Mauricio Macri no son nuevas. Ya en 2007 había llegado a un acuerdo con el entonces gobernador de Neuquén, Jorge Sobisch, para lograr “una real alternativa de poder”, que no prosperó. En 2011 volvió a amagar con lanzarse a la pelea por el Ejecutivo nacional. La falta posibilidad de establecer acuerdos con otros espacios que le garantizaran un despliegue territorial nacional a su fuerza, y la decisión estratégica de consolidarse en la Capital Federal durante un período más  lo llevaron a volver a desistir de la competencia. Había entendido que todavía no era su momento.

 

En marzo de 2015 concurrieron, en la provincia de Entre Ríos, las necesidades de un candidato sin estructura nacional, con el despliegue territorial de un partido centenario sin un hombre fuerte que presentar a la presidencia de la Nación. La Convención de Gualeguaychú, en la que la UCR selló su alianza con el PRO y la Coalición Cívica, fue la piedra basal del frente Cambiemos, a través del cual Macri llegó a la Casa Rosada. La alianza, motorizada por el presidente del partido, Ernesto Sanz, fue un negocio perfecto: sacó al radicalismo del pozo electoral en que lo había dejado Fernando De La Rúa, y le permitió al PRO apoyarse y tomar el impulso necesario para alcanzar la presidencia.

 

El escenario era propicio: el oficialismo llegó al 2015 sin posibilidad de reelección para la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y sin un heredero genuino luego de 12 años de gestión. La cancha de inclinó a favor de Daniel Scioli, un hombre altamente vapuleado por su origen político y su presunta falta de adn K, pero cuya alta imagen positiva y fama de incombustible lo convertían en la apuesta más segura. No resultó. Scioli nunca logró ir más allá del voto consolidado kirchnerista. Sin apoyos en la “ancha avenida del medio”, los números cerraron pero con él afuera.

 

Mauricio Macri recibe un país funcionando, con baja desocupación y sin una crisis social acuciante. El kirchnerismo instaló, durante la campaña, la idea de que él era el candidato del ajuste y la devaluación, de lo que el hombre del PRO buscó desmarcarse permanentemente. Ahora tiene la obligación de desarmar esa imagen, y a la vez proponer un modelo económico que permita comprender a qué se refiere cuando pide un “sinceramiento de la economía”. Por lo pronto, prometió un país sin confrontación, con nuevos y mejores modales, y sin cadenas nacionales ni extensas ni repetitivas.

 

Tiene cuatro años para hacerlo.

 

El bloque del PJ en el Senado de Entre Ríos, sin diálogo con sus pares de la cámara baja.
Guillermo Francos y Victoria Villarruel, durante el debate con jefe de bloque por  las PASO 

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