Cortázar y Francia o cómo ejercer el oficio de escritor

Llegó a Buenos Aires para empaparse de literatura argentina. Volvió a tierras europeas para traducir una de las pocas obras de Julio Cortázar que no estaban en su lengua. Fascinado entre libros, Mathias de Breyne cuenta su relación con el mundo de las letras y cómo vive el presente de la palabra. En diálogo con Letra P, desde Francia, el escritor demuestra que la barrera del idioma no es un problema para él.

 

Si tuviera que presentarse, ¿cómo lo haría?

 

Como Blaise Cendrars, el escritor francés que escribió “Bourlinguer”: correr el mundo, nunca dejar de ser curioso, así soy. Pero además, ahora me estoy enraizando y me encanta, es otra manera de conocer el mundo. Es decir que también soy como “El hombre que está solo y espera” del argentino Raúl Scalabrini Ortiz.

 

¿Qué significa la escritura en su vida? ¿Y la traducción?

 

La escritura es un elemento natural, como levantarme a la mañana, cocinar, caminar en la naturaleza o en la ciudad, cuidar a mi niño adorado (recién salió mi libro-testimonio “Quotidien heureux d’un père et de son bébé”, Editions Sciences Humaines, en el cual cuento mi vida feliz siendo padre). Todo está vinculado.

 

Y la traducción es como una escritura. Para mí el traductor es un escritor, escribe en su idioma el libro de otro escritor.

 

Tradujo a su lengua “La raíz del ombú” (“La racine de l’ombu”), obra de Julio Cortázar y el artista plástico Alberto Cedrón ¿por qué? ¿Qué representa Cortázar para usted?

 

“La raíz del ombú” es una obra universal, una de la más importante dentro de la literatura argentina. Me parecía pertinente traducirla y darla a conocer a los lectores franceses. Además me impactaron mucho los dibujos de Alberto Cedrón. Este pintor argentino por fin será conocido en Francia -eso le decía al Tata Cedrón (su hermano) con quien celebramos el libro en Toulouse el 26 de marzo pasado-. Leí todo Julio Cortázar cuando viví en Argentina, pero dejé todos sus libros porque no entraban en mi valija. Para volver con cultura argentina (libros, discos, mate) tendría que haber tenido una valija gratis además de la valija de ropa.

 

Descubrí el inédito “La raíz del ombú” y me lo llevé. Cortázar representa la libertad, y la improvisación dentro de la escritura, es decir, que no se tiene que fijar todo en una novela, en un cuento, se puede escribir cómo se toma un camino en un bosque sin saber dónde vamos y al final trazar el proprio camino.

 

Es, además, autor de una antología bilingüe de literatura argentina contemporánea.  ¿Cuál es su interés por la literatura argentina?

 

Se llama “Cross a la mandíbula” (“Direct dans la machoire”, homenaje a Arlt), es bilingüe, salió en la editorial Nuit Myrtide. Son 60 autores, de todas las edades y de todo el país, con poemas, cuentos, microcuentos, microensayos, un popurrí literario. Leí todos los clásicos argentinos, luego leí muchos contemporáneos y un día me desperté con las ganas de compartirlo con los lectores franceses, porque en Francia a parte de Borges, Sábato, Cortázar y unos más, no se conoce la literatura argentina actual (tampoco los clásicos).

 

¿Cómo ve a la literatura en la actualidad?

 

Creo que está más viva que nunca y los seres humanos la necesitan. Pero tiene que seguir evolucionando, como nosotros, sino vamos a terminar en una pared.

 

¿Cuál es el rol de la literatura en el mundo?

 

Permite a uno salirse un poquito del mundo y de su barbaridad, tomar tiempo para pensar, y volver al mundo con más entusiasmo, con la posibilidad de ver la belleza y seguir esperando (y creer) en algo mejor.

 

¿Y del escritor?

 

Obrar y jugar con la realidad. No hay solo la realidad del mundo, cada uno tiene su realidad. Pero el papel del escritor no es solo escribir, es vivir, es integrar vida, experiencia, observar, ser (y ser epicúreo).

 

Recientemente se llevó a cabo el Salón del Libro de París y estuvo presente. ¿Cómo fue la experiencia?

 

Hay mucho para decir. Amo los libros así que me parece bien que se den los Salones literarios del mundo, pero también sigue esa mentalidad monetaria nefasta.

 

¿Cómo impactó la participación de la Argentina, como invitada de honor, en el público francés?

 

Así se dio a conocer un poco más la literatura argentina, pero en mi antología (bilingüe) hay muchos más escritores invitados que en el Salón (algunos dentro de la antología fueron invitados). Y más diversos. Por ejemplo, hay 30 mujeres y 30 hombres. Creo que en Salón fueron 5 ó 6 mujeres y 20 ó 25 hombres. En mi antología además hay muchos jóvenes. Hay poetas. Y todos vienen de todas las provincias argentinas y no solo de Buenos Aires. Y hay 6 escritores indígenas (Patagonia, NOA y NOE), con una versión trilingüe, que nunca están en las antologías (menos aun en los salones). Un Salón de este tamaño es un poco vago, y la delegación argentina también fue vaga, no buscan mucho, no sé si saben y aman la literatura argentina. ¡La próxima vez que me dejen cuidar la participación argentina!

 

¿Qué lee en estos momentos?

 

Ensayos sobre ecología, poesía, novelas, libros infantiles. Hay una biblioteca cerca de casa donde voy con mi niño y leemos juntos, elegimos libros para casa. No tengo nada argentino. ¡Si alguien viaja que me traiga libros por favor!

 

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

 

Estoy con una nueva novela que me va a llevar un tiempo largo. Pero hay que pelear cada día para vivir de ese oficio.

 

¿Cómo definiría el mercado del libro en los tiempos que corren?

 

Con cosas buenas y otras no tantas. Es un business. Un mercado con muchos grupos que van comprando muchas editoriales. Con mucho desgastamiento. Pero en Francia, por ejemplo, en los últimos diez años nacieron editoriales muy buenas, con libros muy buenos. Muchas están en provincia, otras en Paris. Un ejemplo es la editorial CDME en Toulouse, de unos jóvenes con mucha pila, ellos aceptaron publicar “La raíz del ombú” en Francia.

 

¿Alguna reflexión final?

 

Escribí dos novelas en Argentina, las historias se ubican en Argentina y Uruguay “L’interview” (“La entrevista”, Editions Sulliver) y “Entretien avec un frigo” (“Charla con una heladera”, Editions Rouge Inside). Ojalá algún día estén traducidos al castellano, ojalá se atreva alguna editorial argentina y algún o alguna traductor/a argentino/a, ¡sería bárbaro!

 

En mi antología hablo de los traductores argentinos que siempre fueron pioneros en el asunto, por ejemplo hay un ensayo sobre el surrealismo argentino, escrito por Juan Carlos Otaño, y cuenta que fueron los argentinos los que tradujeron al castellano a los surrealistas franceses. Hoy en día sigue el vínculo argentino-francés.

 

Las Más Leídas

También te puede interesar