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El Plan de Desarme, vigente desde julio del 2007, consiste en la entrega voluntaria y anónima de armas a cambio de un incentivo económico que varía entre los $200 y $600. Este plan tiene como uno de sus objetivos lograr la reducción del circulante de armas en manos de civiles.
En el momento de la entrega se toma el número de serie del arma, tipo y calibre con el fin de cotejar estos datos con el registro existente. Las armas con procesos judiciales pendientes son separadas y quedan sujetas a los procesos administrativos correspondientes. Una vez entregadas, las armas son inmediatamente inutilizadas, para luego ser destruidas en un acto público. El material resultante de la destrucción se funde y se dona a la Fundación del Hospital Garrahan.
A nivel nacional ya se recuperaron a través del plan más de 147 mil armas y más de 1 millón de municiones. El Estado ya destruyó, en forma definitiva, 135.443 armas provenientes de la entrega voluntaria y de causas judiciales. La política de destrucción tiene como objetivo la eliminación total del arma de fuego y la imposibilidad de que la misma vuelva al circuito y pueda ser utilizada ante situaciones conflictivas y violentas. El método de destrucción de armas utilizado por Argentina es pionero en la región y recibió elogios del Mercosur.
El RENAR se propuso este año lograr la federalización del programa recorriendo todas las provincias. En lo que va de 2013 ya pasó por Tucumán, Córdoba, La Pampa, Chubut, Río Negro, Chaco, San Luis, además de distintos municipios de la provincia de Buenos Aires como Ituzaingó, Campana y Marcos Paz entre otros