Poco a poco, casi a cuenta gotas, el resto de los casilleros fueron llenando y transformándose lentamente: Arlía como mega ministro de economía e infraestructura para luego sólo ser Ministro de infraestructura (y delegar la cartera económica a alguien cercano a él).
El rumor de la testimonialidad del intendente bahiense Cristian Breitenstein se confirmó y ocupará un cargo en el Ministerio de Producción. Por otro lado, la ratificación de Ricardo Casal al frente de Justicia y Seguridad -con la venia del gobierno nacional- fue tal vez el plato más fuerte de aquellas primeras informaciones para pintar el panorama a futuro.
El caso de Martín Ferré es uno de los ejemplos del accionar de Scioli para con sus hombres de confianza, el cual muchos se atrevieron a cuestionar. “¿Vale la pena jugársela por Scioli?”, se preguntaron varios. Ferré sonaba como vicepresidente de la HCD, y producto de la política de compensaciones y del pedido de la presidente por José Ottavis, para ese cargo específico quedaba como diputado raso. Scioli se preocupó por el destino de su delfín, y cuentan que en un momento habría dicho “conténganlo a Martín, le va a doler en el corazón”. Lo que quedaba claro es que la no defensa de su hombre comenzaba a abrir aquel interrogante de si el gobernador bonaerense cuidaba o no a sus hombres de confianza.
“Daniel nos trajo a todos hasta acá: hemos sido diputados, senadores y/o ministros gracias a él. Tenemos que entenderlo y acompañarlo”, habrían dicho algunos de los más sciolistas. Pero este argumento no colmaba las expectativas ni era suficiente para Ferré, quien ya empezaba a exteriorizar su creciente malhumor.
Aquel malestar encendió luces de alerta y el operativo contención tuvo un daño colateral, ya que al cuidar a Ferré, paralelamente se descuidaba a Eduardo Aparicio, quien a su vez ya había sido mencionado por más de uno como posible Ministro de Desarrollo Social y hasta había mantenido reuniones con referentes del gobierno nacional en esa área específica. Todo se encaminaba a una confirmación en ese cargo, hasta que luego de una reunión en La Ñata el domingo pasado, de la cual participó el mismísimo gobernador, el rumor se diluyó. En aquel encuentro, Aparicio le presentó a Scioli un relevamiento de las áreas que dependerían de él, y obtuvo el visto bueno de los presentes. El juego de palabras sería el siguiente: el casi ministro se enteró al día siguiente a través de los medios que no sería ministro. El malestar fue mayor, y al igual que Ferré en el episodio de la cámara, Aparicio amenazó nada más y nada menos que con abandonar el gobierno provincial.
Tanto Ferré como Aparicio, cada uno a su estilo y a su manera, han sido piezas claves en el desarrollo y crecimiento del gobernador como tal en los últimos tiempos. Tan es así, que el final de esta historia se inclina a favor de estos dos dirigentes, quienes no se quedaron callados y a la larga se hicieron valer. Hoy, Daniel Osvaldo Scioli se vio obligado a reestructurar el armado y no le quedó otra que realizar los enroques para premiar a sus dos alfiles: primero Ferré, y luego Aparicio.