La secretaria general de la Presidencia tuvo una nueva escala del Sello Propio Tour y la militancia deliró. Día de hotel, seguridad extrema, infiltrados y modo rockstar.
Romina Diez esperando a Karina Milei en el Aeropuerto de Rosario junto a la militancia del "karinismo".
El paso de Karina Milei por Rosario este sábado dejó -además de avanzado el trámite de inscripción de La Libertad Avanza en Santa Fe- la oficialización de una tribu interna que busca destacarse en el oficialismo que lidera Javier Milei: el “karinismo”, impulsado por Romina Diez, titular de la franquicia libertaria en la provincia.
El nuevo ismo salió a la cancha por la mañana, cuando debutó en las banderas que agitaban el centenar de militantes que esperaban a El Jefe -como la bautizó su hermano- en el Aeropuerto de Rosario. “Santa Fe es del Jefe” y “Karinismo Santa Fe” decían los estandartes libertarios de la tropa que se mostró bajo la conducción de Diez, la diputada que hace y habla en nombre de los hermanos Milei en la provincia.
“Y ya lo ve, El Jefe y Romi en Santa Fe”, la mimaron sus soldados en la previa, un canto que mutó a “llegó el Jefe a Santa Fe” cuando apareció Karina Milei, no sea cosa de hacer una de más.
El plato fuerte del día, sin embargo, fue a la tarde, en el evento organizado por la flamante tribu karinista, al que asistieron unas mil personas. El objetivo, en lo formal, fue sumar adhesiones para completar los requisitos exigidos por la justicia electoral en el trámite de inscripción del sello partidario. Pero el cónclave, que continuaba al cierre de esta nota, tuvo un trasfondo en el que la hermana presidencial avaló el armado que lleva su nombre y renovó el vínculo con la militancia, “que es muy emocional”, según describen en la tropa libertaria.
Desde temprano, la cola de gente que quería acceder al primer gran acto del oficialismo en Rosario desde que Milei llegó a a la presidencia ocupó varias cuadras. Por la zona se veía una fauna integrada, ya no dominada por los jóvenes en los que el relato anticasta caló hondo durante la campaña, sino que estaba matizada por la presencia de adultos, algunos de la tercera edad, interesados en prestar su adhesión al sello libertario. “Le están comiendo el voto al PRO”, fue el comentario que se repitió y que el equipo de Diez escuchaba con una sonrisa.
La secretaria general de la Presidencia llegó en un vuelo de línea y se alojó desde el mediodía en el Hotel Savoy. Fiel a su estilo, no habló con la prensa ni al llegar, tampoco durante la tarde y ni siquiera en el acto nocturno. El que sí lo hizo fue el presidente de la Cámara de Diputados Martín Menem, quien llegó por la tarde y le dio una entrevista exclusiva al mismo canal con el que había hablado Diez el día anterior. El dueño de ese multimedio fue uno de los que accedió al vip del salón donde se realizó el acto, donde se encontró con la hermana presidencial.
Quienes hacían la cola desde temprano comenzaron a ingresar a partir de las 17. Para entrar debían atravesar un control de seguridad con escáneres. Los alrededores del salón estuvieron fuertemente custodiados en todo momento, con un operativo compartido por la Policía Federal y personal de seguridad privada. Al ingresar, un grupo de referentes derivaba a la militancia karinista a las distintas mesas donde había personal encargado de llenar las fichas de afiliación. Quienes estampaban su firma y adherían, se llevaban un carnet y un pin de un león.
La espera se hizo larga. Hasta la batucada, que incluyó trompetas, se cansó y frenó varias veces para dejarle el ambiente al rock indie británico que sonaba por los parlantes. Algunos incluso decidieron irse tras completar el trámite de adhesión, otros apostaron por el estoicismo. Lo que se mantuvo incesante fue el ritmo de afiliación: las mesitas -seis en todo el lugar- estuvieron siempre llenas. En La Libertad Avanza no quisieron adelantar un número final, pero estaban exultantes: “Capacitamos durante sólo una semana y fue un éxito”. ¿El objetivo? Llegar a cinco mil adhesiones, mil más que las necesarias para la formalidad, “por las dudas”.
El ritmo de adhesión resultó llamativo para algunos infiltrados de otros partidos políticos, cercanos al peronismo, quienes se mezclaron entre la multitud para conocer el fenómeno de cerca. Los sorprendió la facilidad que tuvieron los libertarios de organizar un operativo de afiliación tan exitoso, de seducir transversalmente a jóvenes y adultos, pudientes y humildes, y de lograr que se comprometan con la batalla cultural e ideológica. “Y eso que vienen con cuatro meses de ajuste”, se sorprendían en voz baja.
Dos horas después de lo previsto, cuando “Panic Show” de La Renga -el himno de los libertarios- ya había sonado en loop por más de 15 minutos, aparecieron los protagonistas: El Jefe y Menem subieron al pequeño escenario acompañados por Romina Diez y Nicolás Mayoraz -un dato importante para la interna minarquista santafesina-. La tropa estalló entre cantitos y pedidos de selfies, desbordando a la organización.
Fiel a su estilo, Karina eligió no hablar. Sonrió, saludó, se prestó a cada foto solicitada, pero no regaló ni una frase. Apenas dijo que tenía “mucha expectativa” ante la prensa que la esperaba antes de ingresar. El acto consistió, nada más y nada menos, que en mostrarse. Tras unos minutos en el escenario, la hermana presidencial se lanzó a recorrer todo el salón, como una rockstar haciendo una zambullida ante su público y regalándole un momento de fascinación a cada uno que lograba imponerse entre la marea humana y acercarse. Su custodia, maletín de kevlar mediante, le franqueó el paso con dificultad en todo momento.
Fue toda la participación de la secretaria presidencial en el evento. El trayecto terminó en el acceso al VIP, donde se refugió un buen rato antes de retirarse. Ahí se reunió con las figuras de su espacio y recibió la visita de algunos empresarios. Afuera, en las mesitas, los referentes habían comenzado el recuento de fichas. Solo con su presencia, El Jefe logró que el operativo de adhesión fuera un éxito. Solo con su presencia, un sábado de mayo en Rosario, la secretaria general de la presidencia aprobó el nacimiento del karinismo.