OPINIÓN

El papa Francisco: sin afiliación partidaria, pero con discurso político

Con su mensaje, el pontífice fidelizó, influenció y polemizó. Peronista y populista para unos y otros. La congruencia en el decir y el hacer.

Francisco fue el nombre con el que Jorge Bergoglio, hace 12 años, fue ungido papa y líder espiritual de la Iglesia Católica. Con esa elección, el ex arzobispo de Buenos Aires implantó un fuerte acto de comunicación, sentó las bases de su liderazgo y construyó su "yo discursivo". Además, definió su "otro discursivo" y se constituyó desde la diferenciación.

A partir del famoso "Habemus papam", la frase que resonó en todo el mundo y especialmente en Argentina, el papa abrió una nueva era. La elección franciscana no tuvo nada de azar: fue la marca que eligió para asociar su papado a conceptos como paz, austeridad y servicio a los pobres. Claro que debía llenar de contenido su propio nombre. Fuera de esa trinchera discursiva que armó, posicionó a un otro "negativo": la guerra, la corrupción, el odio y la acumulación desmedida de riqueza.

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El "Yo discursivo" que construyó el papa Francisco

Jorge Bergolgio fue jefe de Estado de la ciudad del Vaticano. Como tal, movilizó estructuras, sentó fuertes posicionamientos y generó contrapuntos. A lo largo de su reinado, Francisco utilizó un lenguaje simple, horizontal, pacifista y entendible, acompañado por un tono de voz calmo y una comunicación no verbal coherente con su discurso.

Francisco fue un actor político sin carnet de afiliación. Algunos sectores partidarios lo llamaron "el papa peronista" tanto para valorarlo positivamente como para denostarlo. Se lo asoció a etiquetas como "justicia social" (el leitmotiv del peronismo) y a la identidad "populista". A pesar de esta dicotomía, en varias entrevistas Bergolgio negó afiliaciones partidarias; sólo mencionó que uno de sus abuelos era radical y que tomaba té con vino al reunirse para hablar de política con Elpidio González, vicepresidente de Hipólito Yrigoyen (1922-1928).

Lo más parecido que el papa hizo a una afiliación fue sumarse a las filas de San Lorenzo de Almagro, el club de sus amores. En su vida, tomó lo mejor del justicialismo y del radicalismo: la sensibilidad social, la apertura indiscutible al diálogo y la cercanía con los problemas de la gente. Recibió a todos los presidentes durante su papado y construyó una relación de tires y aflojes con Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei. No le escapó al debate público de algunos de los problemas de la Argentina: inflación, justicia social, corrupción, grieta y odio.

No fue fruto de la casualidad que el papa haya escogido el nombre Francisco. De Asís fue el fundador de la Orden Francicana en la Edad Media y representante de una vida austera, simple y despojada de bienes materiales. Bergoglio, para ser concordante con ese nombre, tuvo una vida con menos privilegios que sus antecesores.

Esta forma de ejercer el papado lo acompañó desde que fue ungido y hasta su muerte. De hecho, en su testamento final, conocido unas horas después de su deceso, Bergoglio solicitó un funeral "en la tierra, sencillo y sin decoración particular". En el estudio titulado El discurso del papa Francisco en Twitter de Martín Astigueta, se destaca que entre las palabras más utilizadas en sus redes aparecen “Dios”, “vida”, “Jesús”, “amor”, “señor” y “fe”.

Las tres entidades discursivas a las que le habló Francisco

Desde la comunicación, Francisco fue coherente son su discurso y su acción. Como su palabra no pasó desapercibida en el ámbito de las luchas de poder, Francisco terminó siendo el sujeto comunicante que construyó Bergoglio a través del discurso. Desde esa entidad materializó a tres destinatarios distintos con quienes se vinculó de manera diferente. Con las personas creyentes lo unió el lazo de la fidelización; con las personas desconfiadas, lo unió su búsqueda de influir positivamente y, con las personas no creyentes eligió el camino de la polemización.

Cada tema del que habló Francisco generó adhesiones, dudas y rechazos. Por eso es que a lo largo de su papado apagó algunos tabúes y encendió polémicas. Denunció la pedofilia dentro de la Iglesia; pidió "hacer lío" en ámbitos sumamente estructurados; sentó firmes posiciones a favor de la migración; habló de homosexualidad frente a unos 30 países que condenan y hasta empujan a la muerte a personas; y hasta se unió a la joven activista Greta Thunberg contra el cambio climático.

Si bien Francisco, como jefe de la Iglesia, le habló a los seguidores del catolicismo para fidelizar el vínculo, más bien se ocupó de convencer a quienes tienen la creencia en suspenso. A ese grupo, Bergoglio les mostró una iglesia receptiva, abierta y transparente en sus cuentas, frente a todas las miradas de reojo. Así, gran parte de su reinado lo destinó a "evangelizar", dando entidad a sectores históricamente invisibilizados. Si bien la mujer no participa de la elección papal, se ocupó de jerarquizar algunas de sus funciones dentro del Vaticano. Francisco hizo ruido dentro de una institución arraigada a estructuras tradicionales.

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Mientras tanto, desde las posiciones fuertes que materializó en sus discursos e intervenciones, Francisco polemizó con el ala más conservadora de la Iglesia, de la política y de la sociedad. A varios jefes de Estado les pidió una mirada más humanitaria de la política y mayor inclusión de los sectores desprotegidos y vulnerables. Le puso voz a los reclamos que tienen que ver con la contaminación frente a empresarios y dirigentes políticos. Desde lo comunicacional, Francisco levantó las banderas de una iglesia reformista.

Francisco, el papa disruptivo

Jorge Bergoglio le habló al mundo desde una posición dual. Por una parte, se vinculó a partir de la distancia y, por otra, a partir de la cercanía. La primera, de manera pedagógica; lo hizo como un evangelizador que tiene el monopolio de la verdad, del saber para llevar la palabra de Dios. La segunda, de manera cómplice. Es decir, de igual a igual, mostrando un valor compartido y rompiendo todo tipo de distancias.

Parafraseando categorías de análisis del semiólogo argentino Eliseo Verón, se puede decir que Francisco fue un comunicador didáctico (que exhibió verdades universales vinculadas con la fe); descriptivo (que hizo balances de situación del pasado y el presente); prescriptivo (en el orden del deber) y programático (cuando habló de futuro, de las acciones a implementar y de su compromiso hacia adelante).

A través de sus posicionamientos públicos y de sus discursos, "el papa del fin del mundo" fue un líder que promovió el diálogo interreligioso; trabajó para devolverle una mirada más humanitaria a la religión y al sector público; y eligió el camino de las respuestas pacíficas frente a los conflictos.

Jorge Bergoglio, quien construyó discursivamente a Francisco, siempre supo que el cambio es la única constante.

* El autor es colaborador de Letra P y Magister en Comunicación Política (Universidad de Alcalá de Henares), especializado en Análisis semiótico de discurso político.

Jorge Bergoglio al ser proclamado papa Francisco
Martín Menem con Germán Martínez, jefe de  Unión por la Patria. Claves para definir que no haya actividad por la muerte del papa Francisco. 

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