EDUARDO REINOSO

El señor de los anillos

La crisis del gasoil, que afectó a 16 provincias hace semanas, parió a un nuevo actor gremial y empresarial en Tucumán. De Jaldo a Rocchia Ferro y Tolki

TUCUMÁN (Corresponsalía Norte Grande) Tiene 46 años, un metro ochenta de altura y la voz ronca. Eduardo Reinoso responde con frases cortas porque su escuela fue la calle, entre camioneros, un mundo en donde una palabra de más puede generar un malentendido con resultado incierto. Dueño de una poderosa flota de 85 camiones, este tucumano es uno de los empresarios más fuertes del rubro en el norte argentino y fue el protagonista de la crisis del gasoil que nació en Tucumán el 21 de junio pasado y que se extendió por todo el país. Su voz de mando fue la que dirigió la protesta de transportistas que atravesó las provincias, endemonió las rutas y llegó a las puertas de la Casa Rosada. Aquel conflicto lo convirtió en un actor de peso de la política tucumana, aunque dice que eso no le importa. "Lo mío es defender a mis socios a cualquier precio", avisa.

 

En diálogo con Letra P recuerda esos días de reclamos como un torbellino en los que hasta tuvo que aprender a hablar en los medios. "Hartos de reclamar y ante la falta de respuestas, decidimos parar por tiempo indeterminado. Eso desencadenó el conflicto en las rutas, con frío, a la intemperie. Les prometí a los socios que iba a poner todo para defenderlos, porque para eso me metí en la política gremial ", reflexiona Reinoso, presidente de la Asociación de Transportistas de Cargas de Tucumán (ATCT).

 

La escasez de gasoil y la falta de actualización del valor de los fletes abrió una puja inédita con la patronal de los ingenios azucareros, de citrícolas y cerealeras. El gobierno tucumano logró desactivar la medida de fuerza por una semana pero, ante la persistencia de los problemas, los transportistas salieron a las rutas a bloquear el paso de camiones que llevaran mercaderías. Por primera vez desde 1983 la zafra azucarera y la cosecha de limones, las dos actividades más importantes de Tucumán, estuvieron paradas por 48 horas.

 

Al pie del camión. Reinoso durante las protestas en las rutas

"El gobernador Osvaldo Jaldo nos reunió con los empresarios de las fábricas y nos pidió que encontremos un punto de acuerdo, pero no cumplieron. Ante el gobernador decían que sí, pero luego ni nos llamaban. No nos quedó otra que reclamar en las rutas", recuerda Reinoso. En horas, el diálogo se reanudó. Jaldo lo subió en el avión oficial para mantener una reunión en Buenos Aires con el entonces secretario de Energía Darío Martínez. Bendijo así el nacimiento de un nuevo protagonista del escenario político empresarial de la región. “No me gusta la política pública, lo mío es la ATCT y mi empresa”, advierte, ante la posibilidad de que algún partido lo convoque.

 

"El gobernador cumplió con su palabra porque, con el paso de las semanas, aunque no se resolvió por completo, hay gasoil para todos", analiza. Sin embargo, había quedado sin resolver el planteo al sector empresario: la tarifa del flete. Los camiones seguían en las rutas.

 

Después de 48 horas de paro se anunció el levantamiento de la medida, pero la chispa encendida en Tucumán ya se había extendido a 16 provincias. En ese escenario, el empresario sucroalcoholero Jorge Rocchia Ferro, dueño de ingenios y presidente de la filial tucumana de la Unión Industrial Argentina, para no mencionar a Reinoso por su nombre durante una entrevista televisiva, lo llamó "el señor de los anillos". Mientras lo criticaba, Rocchia Ferro se refirió de manera indirecta a las manos de Reinoso con sus cinco sortijas inmensas de oro puro.

 

"Estaba enojado conmigo y en una reunión hasta me desafió frente Jaldo. Según él, el paro se iba a caer y los camiones iban a ingresar a sus ingenios. Como eso no pasó y cumplimos, tuvo que negociar. Por eso me lo tomé con humor ", recuerda. Tras el acuerdo que su sector le arrancó a regañadientes al empresariado, su voz fue la más requerida en la conferencia de prensa en la Casa de Gobierno provincial. Lo aprendido en la calle jugó a favor del transportista y transformó una chicana pública en una cucarda.

 

Además del oro que destaca en sus manos y tentó a Rocchia Ferro, Reinoso lleva una gruesa cadena que cuelga de su cuello y un reloj macizo del mismo metal. Un anillo tiene las iniciales de su empresa (Transportes Reinoso), en otro están las primeras letras de su nombre, el tercero lleva el signo pesos y en el cuarto hay una virgen. El quinto es pequeño y esconde una historia. "Hace unos años la empresa Scania, a la que le compré 55 camiones, me invitó a Suecia con mi esposa, Karina Ríos, para que conociera la fábrica. Con mi compañera estamos juntos hace 30 años y antes del viaje habíamos decidido casarnos, después de 26 como concubinos. De paseo por Italia encontramos una vidriera de joyas Bulgari y ahí compré las alianzas. Son finas, de lo mejor. Les grabamos nuestros nombres. Lo merecíamos después de tanto esfuerzo y años de pelearla juntos", cuenta, relajado. Dice que su esposa no está de acuerdo con que lleve tanto oro encima.

 

Este empresario es hijo de un fabricante de carrocerías que fue el más importante en el NOA: Carrocerías Coquito. Antonio Reinoso murió a los 58 años, en 1992. Heredaron la empresa sus cinco hijos. En 2002, Eduardo, con 26 años y séptimo grado aprobado, se lanzó a ser transportista. Con sus ahorros compró un camión usado mediano y buscó un chofer para llevar bagazo a Papelera Tucumán. Mientras, seguía soldando carrocerías. Reinvirtió y adquirió dos camiones más. Creció y dio el salto unos meses antes del conflicto por la resolución 125 en 2008. Tenía 22 camiones, pero a 20 los había adquirido con créditos. Se atrasó en los pagos por los bloqueos en las rutas y pudo salir con la ayuda de amigos y la confianza de los bancos que lo esperaron. Tras ese conflicto, no paró de crecer. Hoy tiene 85 vehículos y trabaja con firmas como Arcor y Coca Cola, entre otras. De sus negocios dependen 100 familias y ya tomó distancia de sus hermanos. "Mi empresa es más grande que Coquito", cuenta con orgullo.

 

Con todo, Reinoso admite una deuda que ahora busca saldar. Emocionado, lamenta ante este medio haberle quitado tiempo a su hija y sus dos hijos por "sostener a la empresa". Tras unos segundos de silencio, celebra que Braian, el mayor, de 23 años, empezó a asumir funciones en la empresa, mientras él lo acompaña en su carrera de automovilista en la categoría TC Mouras. "Me encanta el folclore de ese mundo, estar con él, los asados y la charla con los otros padres. Me hace feliz", cuenta.

 

La conversación se interrumpe porque su teléfono no para de sonar y muestra los más de 100 mensajes que aún no respondió. También muestra a Letra P mensajes de ministros del gobierno tucumano que se alojan en sus chats, porque Reinoso ya es un nombre que no se puede obviar en la política local. Se convirtió en "un empresario de consulta", dicen los que lo conocen.

 

Ex-Centro Cultural Kirchner, ahora Palacio Libertad por decisión de Javier Milei.
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