Rusia-Ucrania: el papa, el Gobierno y la mediación entre Dios y el diablo
Intervención vaticana de emergencia y colado de piedra: el católico Biden. Queja eclesial de cabotaje por “silencio” gubernamental y grieta religiosa cismática.
A Dios rogando. El papa Francisco apela a la oración por la paz ante el clima bélico en la frontera entre Rusia y Ucrania, mientras mueve los hilos de la diplomacia vaticana para mediar en un conflicto con amenaza de repercusiones para la seguridad del continente europeo y el equilibrio económico mundial, y con un convidado de piedra: Estados Unidos y su presidente católico Joe Biden.
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El pontífice mueve las fichas de la política internacional con el peso de la disyuntiva religiosa entre estar cerca de la población y comunidades católicas ucranianas, a la que definió como “muy sufridas” y merecidas de paz; y la necesidad de continuar con su agenda en pro de la unidad de los cristianos que tiene como prioridad un encuentro próximo, aunque sin fecha ni lugar establecido todavía, con el patriarca ortodoxo ruso Kirill para zanjar diferencias teológicas y conflictos por el poder terrenal.
En esta línea, durante la reciente celebración de la Navidad (NdR.: es en fecha distinta que la católica) en la catedral de Moscú, Kirill agradeció una carta en la que Francisco destacaba las buenas relaciones entre ellos y la decisión de desarrollar acciones comunes, “incluido el logro de la paz donde no la hay”. La coincidencia de la autoridad cristiana rusa llevó a preguntarse en ambientes políticos si también cuadraba para un tema que va contra los intereses de Vladimir Putin, que profesa la fe ortodoxa y es acusado de usar a esta Iglesia para consolidar un poderío “imperial”.
Aunque rara vez en el Vaticano se habla de “mediación” en conflictos entre países, desde abril del año pasado el Vaticano viene intentando juntar al presidente ruso con su par ucraniano Volodimir Zelenski, después de que éste dijera que “la Santa Sede es el lugar idóneo para dialogar” sobre la paz en la región. Moscú tomó rápida distancia y, sin invitación formal a las partes, la iniciativa papal se fue diluyendo.
"¡Por favor, nunca más guerra!", clamó Jorge Bergoglio este miércoles en una jornada de oración por la paz a la que convocó tras manifestar preocupado por la escalada de tensión en la frontera ruso-ucraniana; un gesto que se interpretó como otro intento de poner paños fríos al clima beligerante por la disputa entre Rusia, que exige a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que frene sus operaciones en Europa del Este, y las potencias occidentales que acusan a Moscú de incrementar su presencia militar en la zona y advierten, por petición de Biden, sobre sanciones contra el presidente Putin en caso de que la invasión a Ucrania se concrete.
En tanto, las autoridades de la Iglesia Ortodoxa Rusa en Buenos Aires, a cargo del obispo Leonid (Soldatov) y con una feligresía muy minoritaria, se excusan en “no hablar español” para opinar sobre la situación que mantiene en vilo a la comunidad internacional, pero dejan entender -ante una consulta de Letra P- que esperan un apoyo más firme de los residentes de la Casa Rosada a quienes consideran “amigos” de Putin y el pueblo ruso. En esa comunidad religiosa hay expectativa, reconocen, en que el gobierno argentino formalice su posición en el marco del inminente viaje de Alberto Fernández a Rusia y China.
Daniel Kozelinski, obispo eparca para la feligresía católica ucraniana, mayoritaria entre las 300 mil personas en la diáspora que viven en el país, tampoco quiso hacer declaraciones periodísticas; pero se expresó mediante una declaración en la que formalizó una petición ferviente de unidad, prosperidad y paz, en apoyo -subrayó- a “la independencia de Ucrania y para evitar una nueva invasión rusa”.
Más tajante se manifestó el sacerdote Vadym (Drobnytsyal), máxima autoridad local de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana en América del Sur liderada por el arzobispo Jeremías (Ferens), brasileño y residente en Curitiba. En diálogo con Letra P, el religioso justificó que Ucrania busque apoyo en Biden y la OTAN y lamentó que la mayoría de los países de la Unión Europea no “entiendan bien lo que pasa”, al tiempo que atribuyó los ocho de años de tensión regional a la “fantasía” de Putin de “querer recuperar el imperio ruso del siglo XIX”. “Es una vergüenza, no entiendo por qué el Gobierno, con tantos ucranios en el país, no habla de esto ni blanquea su posición; cuando el mundo enciende alarmas ante una posible tercera guerra mundial”, se quejó.
La tensión bélica entre Rusia y Ucrania también tiene su conflicto espiritual paralelo desde 2018, a raíz de la decisión del Patriarcado Ecuménico de Kiev (Ucrania) de independizarse tras 300 años de obediencia a Moscú y consolidando un cisma administrativo-religioso, según los rusos, con el posterior otorgamiento de la “autocefalia” a la Iglesia Ortodoxa ucraniana por parte del Sínodo de la Iglesia de Constantinopla, que encabeza el patriarca Bartolomé, con prédica sintónica al papa Francisco.