Brenda Vargas Matyi tiene 27 años. Su edad no sería relevante, pero se transforma en información destacada porque, después del 10 de diciembre, cuando asumirá como diputada nacional, será la integrante más joven de la Cámara baja, a la que no pueden ingresar personas menores de 25. Nacida y criada en La Matanza –hasta que inició la campaña electoral fue secretaria de la Juventud del municipio-, sus referentes son el intendente del distrito, Fernando Espinoza, y la vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires, Verónica Magario, a quienes menciona varias veces durante el diálogo con Letra P.
La diputada electa por el Frente de Todos empezó a militar en 2008, durante el conflicto del gobierno de Cristina Fernández con el campo. “En mi entorno no había nadie que en ese momento pasara alguna necesidad muy fuerte, pero ver cómo tiraban la leche en la calle, viniendo de comunidades humildes, de barrios de trabajadores, populares, fue un antes y un después. Esto y entender que ahí no se defendían intereses colectivos sino que había un sector que defendía intereses individuales y no respetaba la voluntad de la mayoría fueron el puntapié para la militancia estudiantil”, relata.
Después, Vargas Matyi pasó por distintas agrupaciones peronistas territoriales y estudiantiles. Según cuenta, los años de Mauricio Macri en el gobierno nacional y María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires dejaron sin trabajo a su papá, obrero de la construcción, y la dejaron a ella con la carrera universitaria interrumpida. “Ahí me dediqué de lleno a la militancia territorial”, recuerda.
Además de “17 de octubre de 1945”, la estrella federal y una rosa y un jazmín, Vargas Matyi tiene tatuada en el brazo una carta de su abuela materna, con su letra y firma, que dice “el futuro esté lleno de flores sin espinas”, una frase inspiradora para su vida. Inmigrante gallega, su abuela “se bajó del barco con botitas de nieve en verano” y le narraba su vida marcada por la discriminación y las contradicciones de ser una mujer fuerte que tomaba decisiones en la familia “pero a las seis de la tarde lo esperaba al abuelo con el mate, la tostadita y el repasador arriba de la mesa”. De ella heredó, relata, la vocación artística: “Mi abuela escuchaba a Isabel Pantoja y yo bailaba flamenco”. Aunque dejó la danza, la diputada electa tomó clases de teatro durante la pandemia y, en cuanto dispone de algo de tiempo, hace seminarios de actuación, mientras estudia Comunicación y Publicidad en la UAI.
“A Fernando lo conozco desde que arranqué a militar”, cuenta la flamante legisladora sobre el intendente de La Matanza, de quien sigue cerca, igual que de Magario. Su lugar en la lista y ahora su lugar en la Cámara obedecen, sostiene, al diálogo permanente y sostenido entre la juventud y la dirigencia. “Hoy, después de casi diez años desde que empecé en política, veo cómo toman la decisión política de involucrar a estos pibes y pibas que conocieron cuando éramos más chicos, en roles de representatividad. Nuestra lista local fue la más joven de toda la provincia de Buenos Aires.”
-¿Por qué cree que pasa eso en el distrito?
-La Matanza tiene un caudal muy grande de militantes y la decisión política real es el trasvasamiento generacional. Nosotros lo valoramos y queremos replicar esa militancia y esa conducción política que tienen Fernando y Verónica en todos lados, porque es algo único. Hay legisladores y legisladoras jóvenes, como Ofelia Fernández en la Legislatura de la Ciudad, por supuesto, pero la decisión política del peronismo de La Matanza es incluir en toda decisión que haya en el distrito y ahí radica la diferencia.
-Durante los cuatro años del gobierno de Macri, La Matanza funcionó como refugio para mucha dirigencia peronista.
-Quienes militamos en las bases de siempre en el peronismo lo vimos como un momento de mucho sufrimiento de nuestros vecinos y nuestras vecinas. A fines del 2017, a principios de 2018, duplicábamos la cantidad de comedores y copas de leche que teníamos iniciado el gobierno del macrismo. Eso fue lo que marcaron el macrismo y el vidalismo. En La Matanza tenemos sectores que necesitan todavía obras enormes para garantizar, por ejemplo, que no haya una inundación que llegue hasta la cabeza. Vidal suspendió un montón de obras que ya teníamos aprobadas para esos barrios. Una de las obras que ahora se retoma es la del arroyo Dupuy, que garantiza que la mayoría de Laferrere no se vuelva a inundar como en otras oportunidades.
-¿Se considera una representante de la juventud en el Congreso? ¿Tiene agenda legislativa en ese sentido?
-Siento el compromiso de asumir un cargo de representatividad en el Poder Legislativo. Somos conscientes de que tenemos el 50% de la población joven desocupada. Por ende, es necesario que involucremos en la agenda legislativa temas que tienen que ver con la falta de empleo.
-¿Cómo ve el crecimiento de partidos de ultraderecha en la Ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Buenos Aires en relación con la cantidad de jóvenes que se identifican con estas ideas?
-Es un emergente, es un movimiento, son ideas. Lo que más me preocupa del sector es el nivel de violencia con el que transmiten esas ideas, más allá de la violencia implícita que tienen las ideas libertarias en términos económicos y sus consecuencias para la población. Tengo discrepancia con la cuestión cuantitativa. Acá en el distrito y en toda la provincia de Buenos Aires, veo un montón de pibes y pibas que son supersolidarios, que tienen un valor humano superamplio, que militan no solo en partidos políticos sino en organizaciones, en sus barrios, que arman espacios particulares de ellos sin ninguna ligadura política partidaria y están para el otro.
-Lo ve como un fenómeno minoritario.
-Tampoco una puede hacerlo a un lado, porque fenómenos minoritarios, por decirlo de alguna forma, después han presidido países y ha sido muy complicado, pero no hay que focalizar en que los jóvenes hoy están detrás de esa bandera y esos niveles de violencia y de esas personas, sino que hay jóvenes que están mucho más cerca de la solidaridad, de construir comunidad, de valorizar los derechos humanos y la democracia también. Hubo un sector muy grande de la juventud que no fue a votar en las PASO, pero sí en las oficiales. Eso también es un trabajo militante, de joven a joven, que pudimos hacer en toda la provincia de Buenos Aires.
-¿Se considera feminista?
-Soy feminista. Sucede que, por ejemplo, en 2015, cuando fue la primera movilización de Ni Una Menos, desde el peronismo nuestra estructura era la rama femenina, quizá con otros armados, pero Evita fue la feminista en acción quizás más fuerte o más tajante en la historia política social de la Argentina. Me identifico con el feminismo y pertenezco a una generación en la que es imposible no pertenecer al feminismo, pero es imprescindible la justicia social para alcanzar la igualdad. Empecé en 2015 y tengo muchas amigas que quizás hoy no militan partidariamente, pero vienen de ese momento porque el feminismo te hermana. Eso cambia también mucho la visión política y la perspectiva que tenemos del resto.