La igualdad entre hombres y mujeres es una necesidad

En los últimos años, la brecha de la desigualdad se fue acortando. Sin embargo, aún falta mucho.

Hoy decidí hacer una reflexión sobre la igualdad de género, ya que es un tema de estricta relevancia, pero que no siempre se trata de la manera correcta. 

 

En Argentina, como en otros lugares del mundo, durante mucho tiempo se asignó a hombres y mujeres un lugar estrictamente definido en la sociedad, que era la base de la desigualdad. La condición de la mujer ha sido sometida a un trato menos privilegiado que el de los hombres, su exclusión de una serie de derechos y actividades muchas veces motivada por razones sin fundamento, como la inferioridad física o el papel predestinado de la madre quien tiene que cocinar y cuidar a los niños. 

 

En este último tiempo, considero que hemos ido en la dirección correcta, aprobando medidas como el apoyo a la maternidad y el apoyo a las víctimas de la violencia.

 

Sale a la luz que en el corazón de la gente esta la idea de la equivalencia de cada individuo, independientemente de su género, religión, origen étnico, edad, identidad sexual. Este principio implica poner impronta la educación para hombres y mujeres, el derecho al trabajo profesional en todos los campos, a la inviolabilidad de la persona, la protección contra la violencia y la discriminación por motivos de género. 

 

Considero que el cambio y la ayuda a esta necesidad que al mundo le compete, debería comenzar desde la educación temprana, transmitiendo a niños y adultos la idea de que todas las personas son iguales, dignas de respeto y tienen el derecho de tomar sus propias decisiones en la vida, y que nadie tiene derecho a mostrar violencia o agresión en relación con otro, en ningún área. 

 

La falta de una gran participación femenina afecta negativamente la imagen de la mujer que se transmite a la opinión pública. Incluso los estereotipos que pueden parecer inofensivos en realidad ayudan a alimentar la discriminación y la desigualdad de género. 

 

Ningún país del mundo, rico o pobre ha logrado la igualdad entre hombres y mujeres. Y esto es evidente no solo al observar el número de mujeres en la política, o las diferentes oportunidades económicas según el género, sino también si pensamos en todas esas prácticas, desde el acoso en el transporte público hasta la discriminación en el lugar de trabajo o la objetivación de la figura femenina. 

 

Sueño con vivir en un mundo donde haya igualdad de género. Tengo confianza y estoy segura de que la mayoría haremos todo lo posible para cambiarlas cosas. Sin embargo, el mundo en el que vivimos sigue ofreciendo brechas persistentes entre hombres y mujeres, tanto desde el punto de vista social como económico.

 

El camino es largo y quedan muchos nudos por resolver. Si me preguntaran, desde qué lugar voy a cooperar para tratar de lograr la igualdad de género? Contestaría que no lo haría desde lugar de mujer, mi respuesta sería que lo haría desde el lugar DE PERSONA, porque todos debemos, nos merecemos y necesitamos ser considerados de la misma forma.
 

 

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