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Escrito junto a Ernesto Calvo (*)
Si una rana salta a una olla de agua hirviendo, sale rápidamente porque siente el peligro. Pero si lo hace a una olla con agua tibia que se calienta lentamente, se queda dentro y no se mueve. Seguirá allí aunque la temperatura siga subiendo hasta alcanzar el hervor. La rana permanecerá en la olla hasta ser rescatada o aparecer muerta. En la obra “La rana que no sabía que estaba hervida”, Oliver Clercadvierte cuenta que cuando un cambio se realiza de forma lenta escapa a la conciencia, no provoca una reacción.
Como consecuencia de la eliminación de subsidios a los servicios públicos, las tarifas de gas, de electricidad, de agua, de combustibles y de transporte público continúan la zaga de sus aumentos “graduales”… o no tanto. Después de aquel intento fallido de tarifazo de mediados 2016 -intervención judicial mediante-, el gobierno de Mauricio Macri debió revisar sus cálculos iniciales, que en el caso de algunos usuarios residenciales representaba incrementos de hasta 1000% de un plumazo. Desde entonces, la suba fue escalonada, con lo que en dos años se alcanzó y se superó los máximos previstos a comienzos de la gestión cambiemista. Tomando como parámetro diciembre de 2015, los aumentos de las tarifas de luz y gas superaron el 1000%, la suba del agua se ubicó por encima del 500% y la del transporte público escaló más del 200%.
Hace unos días, el Centro de Estudios para la Promoción de la Igualdad y la Solidaridad (Cepis) -la misma organización que demandó al Estado por el tarifazo de 2016- interpuso una acción de amparo para impedir el último incremento del gas. Pero esta vez la medida cautelar no estuvo acompañadas por el contundente #RuidazoContraElTarifazo que copó esquinas y plazas de las grandes ciudades argentinas en julio de 2016, repercutiendo en la decisión de la Corte Suprema de anular los aumentos y conminando al Ejecutivo a recalcular. ¿Será que esta vez no nos dimos cuenta del hervor tarifario?
Frente al calmo escenario actual es interesante revisar algunos aspectos del reclamo social de mediados de 2016. Aquella decisión del Gobierno generó un intenso debate entre la agenda política, la mediática y la pública, que quedó plasmado en las redes sociales. Los medios tradicionales en particular -tanto los posicionados a favor como los que estaban en contra del gobierno de Macri- proporcionaron argumentos diferentes que, según el caso, justificaron o criticaron la medida y presentaron estimaciones contrapuestas respecto de la asistencia a las movilizaciones. En un contexto polarizado como el de aquella primera crisis política de la administración Macri, asistimos a la formación de agendas colectivas en las redes sociales de acuerdo al modo y la velocidad con que los usuarios expresaron sus opiniones políticas e insertaron enlaces a medios de elite afines al Gobierno o a la oposición.
Nuestro interés se centra en el diálogo político que tuvo lugar en #Tarifazo durante julio y agosto de 2016. Entre los más de 600 mil tuits que participaron de esa red identificamos dos grandes comunidades primarias (a las que llamamos “comunidad de la oposición”, con más de 23 mil usuarios, y “comunidad del Gobierno”, con 10 mil usuarios), que concentraron la mayor parte de la conversación y casi no interactuaron entre ellas. La conversación a la que aludimos se estructuró a partir de los mensajes que fueron retuiteados por los pares en línea, asumiendo que se trata de una reacción virtual ostensiblemente positiva.
Como en otras conmociones públicas, en #Tarifazo vemos dos comportamientos. Una clara polarización, explicada por el casi nulo intercambio entre usuarios ubicados en las dos principales comunidades (más del 90% de los retuits se dieron entre cuentas ubicadas dentro de cada una de las dos regiones a las que hacemos referencia). Coherente con esa segregación es la dificultad que enfrentan los oficialismos para articular discursos defensivos que alcancen un grado alto de propagación. En efecto, las cuentas opositoras más que duplican a las cuentas pro-gobierno y tienen un intercambio más intenso y una mayor velocidad de retuiteo.
Los usuarios de Twitter dedican mucho tiempo a compartir información en lugar de crear contenidos nuevos. En #Tarifazo, casi un tercio de los enlaces embebidos en los tuits redireccionan a contenidos que ya están en línea. La inclusión de links logra propagación por la lógica orgánica de esta red social, donde la aceptación conduce a la propagación: en la medida en que los usuarios dan “Me gusta” y comparten información los nuevos transeúntes virtuales se exponen al contenido multimedia de sus pares.
En un ambiente polarizado como el que aquí describimos, los medios tradicionales aparecen como fuertes promotores de premisas que calan hondo en sus comunidades de pertenencia.Un mapeo de la totalidad de intercambios y retuits muestra que los mensajes oficialistas incluyeron mayormente enlaces al diario La Nación y al canal de cable TN, mientras que los principales hipervínculos insertados por cuentas opositoras redireccionaron a medios relativamente marginales como Mundo Empresarial y El Destape Web.
Algunos ejemplos son ilustrativos. La Nación y Clarín, “partidarios” de las definiciones del Poder Ejecutivo, destacaron atributos tales como la corrupción y la mala gestión en materia de subsidios por parte del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. C5N y Página/12, en cambio, advirtieron sobre las consecuencias redistributivas del aumento tarifario, presentándolo como un “regalo” para las grandes empresas. Los usuarios pro gubernamentales y los opositores acogieron en sus posteos hipervínculos a los medios con líneas editoriales afines y generaron altos niveles de difusión de contenidos en la región de la red que habitaban.
Concretamente, si un usuario con mucho peso dentro de su comunidad postea links a medios tradicionales con ideas consistentes con sus creencias y con su posición política frente al #Tarifazo, esos mensajes alcanzarán mayor difusión en esa región de la Tuitósfera. Ello es así porque los mensajes se propagan con distinta velocidad en la red, dependiendo de la congruencia o disonancia cognitiva existente entre usuarios y de éstos para con los mensajes publicados.
Si bien en este análisis asumimos que las burbujas de información promueven la segregación de usuarios distribuidos en barrios virtuales que casi no dialogan entre sí, consideramos que no es una explicación suficiente de la aceptación de contenidos entregados por usuarios de alto rango en sus comunidades. En un trabajo de más largo alcance -este texto presenta algunos de sus hallazgos- nos proponemos realizar un análisis más comprensivo que nos permita responder por qué no todas las burbujas de información son iguales, es decir, por qué algunas comunidades definen los eventos políticos de manera tal que sus narrativas se propagan extensa y rápidamente, mientras que otras no lo logran.
(*) Los autores son investigadores del Programa de Industrias Culturales y Espacio Público (UNQ) (http://icepunq.wix.com/icepunq)